Por Alejandro Rocha
Fotografía: Rodrigo Jardón
Llegué al Museo Anahuacalli e inmediatamente me registré como prensa. Al caminar entre la gente, pisé dos veces seguidas a una chica (de veintitantos) vestida de morado, quien me sonrió y me dijo que no había problema. Después se me acercó un muchacho para preguntarme adónde había ido la gente que estaba a mi lado; no supe responder. Vi pasar a una pareja de no más de 15 años y ni qué decir de otra pareja de 30 y con una hija de cinco.
-Me gusta el estilo de esa chava de allá, es como muy anticuado-, escuché a alguien decir, y al voltear para ver a quién se refería, vi a una muchacha con un vestido beige largo y una camisa de botones que denotaba un estilo muy colonial. Pensé que mis ojos me engañaban cuando vi a una mujer que tenía a un bebé debajo de su impermeable, pero no; el bebé era real.
Con el paso de los minutos, pronto empezó a llover un poco y me moví para encontrar un lugar decente para ver el escenario y a la vez no mojarme. Me paré al lado de una pareja de más de cincuenta años y se me hizo lo más curioso que había visto en el foro. Me acerqué un poco más…
-Y ustedes, ¿desde cuándo son seguidores de Peter Murphy?-, dije inocentemente.
El señor no supo qué responder, pero su esposa, una señora de baja estatura, se volteó y respondió cálidamente -Ay joven, ya ni me acuerdo…yo compré un disco suyo por primera vez a principios de los 90, como por el 93-.
-¿Prefieren su trabajo como solista, o cuando estaba en el grupo Bauhaus?-, pregunté.
-¿Estaba en un grupo antes? Ah…la verdad no sabía.- contestó la señora.
Muchos vocalistas sufren al separarse del grupo que los vio nacer. A la mayoría les cuesta trabajo salir de su pasado y trazar una nueva línea. ¿Por qué? Porque el público tiene memoria. El público exige a los vocalistas repetir las canciones que alguna vez fueron sencillos con su grupo pasado. Scott Weiland (cantante de Stone Temple Pilots) lo sufre cuando se va de solista. Robert Plant canta viejos temas de Led Zeppelin. Ringo Starr e incluso Paul McCartney siguen hasta cierto punto ligados a su pasado beatlero.
Pero Peter Murphy es diferente. El exvocalista de Bauhaus se ha desligado de su pasado gótico para crecer y trascender como músico. Violines, harmónicas, guitarras eléctricas y requintos, Murphy es impredecible. El inicio de su presentación fue fuerte y clara, como si retara la lluvia y truenos a una pelea con su propios sonidos estruendosos.
Sin embargo, conforme pasaban las canciones, como «Silent Hedges», «Strange Kind of Love» o «Cuts You Up», uno se daba cuenta que el público no pagó para ver a Murphy porque formó parte de Bauhaus, sino porque Murphy es Peter Murphy.
Vestido de traje y con una mirada decidida, el inglés dejó claro que sigue siendo de las cartas fuertes de los últimos 30 años. Ha dejado atrás su estereotipo gótico para conectar con toda clase de público y lo ha logrado de forma exquisita. Sorprendió al público de tal forma que se olvidó de las fallas de organización y la lluvia que atormentó a estos por gran parte del concierto.
De igual forma, Murphy aprovechó para dar a conocer cinco piezas nuevas, de las cuales el público sólo escucho pedazos. El material, que se compilará para el disco Lions (mismo que saldrá este año), se presentó antes de que Peter Murphy saliera al escenario. Lo curioso es que la gente no se emocionó al darse conocer esta noticia. Uno podría suponer que la consciencia colectiva en ese momento fue algo similar a una de las lecciones que te deja la película 3 Idiots, que decía: ¿por qué pensar en el mañana si se puede vivir el hoy?
Tal vez el foro estaba muy pequeño. El clima no le hizo justicia a todos aquellos que pagaron sus boletos. La organización del evento no contempló una lluvia con tanto viento. Pero la gente salió feliz del concierto. Eso es lo único que importa.