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Peter Christopherson: Un visionaro cuyo legado ha trascendido más allá de la muerte

Las palabras no alcanzan para describir lo inmensamente bueno que era Peter Christopherson. Recuerdo que cuando dejó este mundo el 25 de noviembre de 2010, las reacciones que generón en torno al circuito de artistas que en la actualidad se han hecho de un enorme respeto como Dominick Fernow, Daniel Lopatin o hasta Nika Roza Danilova, eran palabras que no podían compararse con alguna otra emoción. Pocas mentes de van de aquí dejando un inmenso cariño y respeto por parte de una generación que no tuvo el placer de vivir en carne propia los sucios experimentos que montaba con Genesis Breyer P-Orridge, Cosey Fanni Tutti y Chris Carter en Throbbing Gristle.

Yo soy uno de esos tipos que no tuvo la oportunidad de ver su nacimiento, pero conforme fui abriéndome paso y escuchando cosas que terminaron por forjar mi gusto musical, me quedó claro que Peter Christopherson no era un ser como cualquier otro que haya pisado la faz de la tierra. Era un visionaro, no le tenía miedo a nada y de ser así, transformaba esas emociones en sonidos que terminaban por adherirse a nuestra alma para someterla en una terapía con la que exponía el lado más podrido de la humanidad.

Uno de esos ejemplos, fue lo que hizo en compañía de John Balance (quien falleció la década pasada tras caerse de unas escaleras) como Coil en «A Cold Cell»; una canción que si bien cuenta con el liderazgo de Balance en las vocales, el sentimiento que emite la base instrumental es suficiente para hundir nuestro pensamiento en una sesión de masoquismo.

Su trabajo en Coil fue simplemente fascinante. Era industrial con un porte bastante elegante que sin complicaciones terminó convirtiéndose en algo de culto. Nadie tiene ni la más remota idea de cuánto material dejaron archivado antes de la muerte de John Balance, ya que en la actualidad han estado apareciendo un montón de reediciones y discos como Backwards que habían estado perdidos durante varios años.

Personalmente, Coil es mi proyecto favorito de Peter Christopherson por razones que probablemente terminarían por aburrirlos, pero la fuerza de Horse Rotorvator fue la ideal para cambiar la perspectiva que tenía sobre la música cuando comencé a tener un poco más de conciencia sobre lo que hacía.

Por otro lado, es natural que la humanidad esté un poco más familiarizada con el legado industrial que construyó con Throbbing Gristle y el 20 Funk Jazz Greats, sin mencionar las confrontadoras presentaciones en vivo que solían montar sobre un escenario.

Throbbing Gristle, Coil, Psychic TV y SoiSong, fueron tan solo algunos de los proyectos en los que se vio involucrado Peter Christopherson. Cada uno de ellos tenía su propia personalidad, pero la idea de continuar experimentando para poner a prueba la suceptibilidad de las personas con la guerra, la sexualidad y conflictos religiosos, fue algo que abundó en su interior desde que comenzó a desarrollar sus habilidades como fotógrafo.

Eso nos lleva a otra faceta de su carrera: la de director de vídeos musicales. Puede que no todos estén tan enterados sobre la enorme cantidad de vídeos que hizo, pero es muy curioso ver que en esta modalidad logró colaborar con personajes que nunca nos hubiéramos imaginado como el caso de los Hanson. Sí, los Hanson, esos morritos que en los 90 volvieron a traer de vuelta el furor de las boy bands.

Pero no crean que la ambición de Sleazy solo se encargó de oscurecer de forma subliminal a esos actos pop, sino que por lo regular estuvo trabajando con bandas bastante respetables como Ministry, Front 242, Diamanda Galás, Rage Against The Machine, The The, Erasure y por supuesto, Nine Inch Nails.

¿Lo ven? Él no era un artista cualquiera e incluso después de trabajar con Nine Inch Nails, Trent Reznor siempre ha aprovechado cualquier oportunidad para hacer énfasis en la revelancia que tiene Coil en su vida. Un ejemplo de ello es cuando decidió tomar el nombre de una de sus canciones para bautizar a su How to destroy angels_.

Aunque ya no se encuentre con nosotros, siempre es bueno recordar las maravillas que hizo para estimular nuestro pensamiento. Obviamente si aún no han tenido el privilegio de clavarse en su historia, les recomiendo que habrán un buen espacio en su tiempo y mente para que puedan contemplar en todo su esplendor lo magistral que fue el trabajo de Peter ‘Sleazy’ Christopherson.

Es la leyenda inmortal de la música industrial.

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