Por Ernesto Olvera
Fotos Feli Gutiérres
Que Sigur Rós haya elegido nuestro país para arrancar su gira mundial ya transformaba directamente su presentación en el Auditorio Nacional como algo simplemente único, ya que este no solo era el debut de su nuevo escenario y el inicio de su serie de conciertos en modalidad de trío (mismos que iniciaron a finales de 2016), sino que también sería nuestro primer acercamiento a las canciones que estuvieron diseñando en el estudio durante los últimos meses y que terminarán dentro de su próximo álbum de estudio.
Su primer concierto en el Auditorio Nacional fue más allá de esas deducciones que se podían hacer desde que se anunció su regreso a México, ya que cada una de las canciones que le dieron forma a su set fueron las más indicadas para llevarnos de una emoción a otra en cuestión de segundos, sin perder ni un solo grado de nostalgia y emociones que son capaces de arrancarnos las lágrimas por lo cautivantes que son.
Si bien pudimos escuchar canciones nuevas como «Ovedur», también desfilaron viejas conocidas y que siempre que suenan en directo tienen la capacidad de erizarnos la piel como el caso de «Untitled 1 (vaka)», «Staralfur», «E-bow» y su magnífica «Saeglopur», la cual apareció en un momento donde los tres integrantes dejaron de estar en el centro del escenario para elevar el volumen de su presentación.
Esa es una de las tantas virtudes que tiene Sigur Rós, ya que de un momento a otro dejan la tranquilidad de lado para sumergirnos en un mar de tensión que explota para dejarnos completamente boquiabiertos.
Solo bastó escuchar clásicos como «Festival» para comprender que su nombre va más allá de un género y que están representando a una región del mundo que constantemente suele ser subestimada por lo pequeña que es. Pero en ese pequeño espacio se esconden secretos donde la magia y la imaginación son los elementos que los mantienen de pie.
Sigur Rós supo cómo canalizar esas emociones con su luminoso show en vivo que embonaba a la perfección con cada cambio rítmico que existía en las canciones. Naturalmente el final con «Popplagid» se encargó de exhibir la grandeza de la banda y que pese a que no vinieron respaldados de la orquesta y las coristas con los que solían presentarse en el pasado, fueron capaces de transformarse en un gigante que sin ningún problema nos brindó uno de los mejores conciertos del año.