Por @MyBlogCliche
Robert Alfons tiene un tono de voz inconfundible que con el paso de los años ha hecho que TR/ST sea un referente bastante importante dentro del ámbito del synth-pop contemporáneo y no solo por seguir los patrones de la vieja escuela, sino que su universo se va alimentando de sonidos extraídos de distintos géneros asociados a la música electrónica y las artes oscuras que hicieron que su debut homónimo se convirtiera en un clásico.
Naturalmente TR/ST no es el primer proyecto de Alfons, pues previamente ya había publicado algunas grabaciones con su propio nombre; sin embargo, hasta que conoció a Maya Postepski (Austra / Princess Century) para formar la banda y le dio salida a “Candy Walls” en Sacred Bones junto con su estelar colaboración con Egyptrixx, las cosas fueron tomando un mejor rumbo tanto a nivel musical como personal.
Si bien Maya no trabaja con Robert de forma permanente y en su montaje escénico está acompañado de Esther Munits y Lia Braswell, esto solo ha contribuido a que el proyecto se establezca como una entidad que nos incita a explorar y celebrar las distintas formas de amar que tenemos a nuestro alcance en la pista de baile. No se puede escapar de los sonidos cristalinos que se desprenden de los synths y las máquinas de percusión que complementan sus cuerdas vocales, pues la elegancia con la que deposita cada palabra dentro de nuestros oídos también viene acompañada de una exquisita suavidad que se presta para suspirar a medianoche.
Ese romanticismo con el que fluyen estas palabras es una de las tantas virtudes que tiene TR/ST; es capaz de desatar emociones por medio del baile y que afortunadamente está cumpliendo con cada una de sus metas al llegar a más personas con cada disco.
Acá les dejamos nuestro ranking con sus 10 mejores canciones, hasta el momento.
Las melodías siempre han sido fundamentales en la estructura de sus canciones y «Trinity», una de sus primeras grabaciones, es el reflejo más claro de los momentos de ensueño que es capaz de provocar al jugar con el tono de su voz.
Podría decirse que es la versión 2.0 de «Chrissy E» (donde le hizo un breve homenaje a X-Files), pues en esta ocasión escuchamos una base similar pero en un entorno mucho más limpio y donde la música se dirige a espacios más complejos. No se limita y eso provoca que sea uno de los cortes más consistentes de The Destroyer 1.
Después de los cristalinos arreglos de su álbum debut, fue muy refrescante escuchar que en Joyland incorporó algunos elementos metálicos del EBM para hacer canciones un poco más lentas y dulces como «Rescue, Mister».
Con un ritmo semilento y una envolvente atmósfera que se asemeja a la textura de un algodón de azúcar, «Candy Walls» fue la mejor carta de presentación que pudo tener Robert y Maya.
Es simplemente hermosa…
Curiosamente en sus sencillos más recientes se olvidó de los b-side, pero en la época de su debut fue sembrando algunas rarezas en sus sencillos que eventualmente aparecieron en la edición deluxe del álbum.
Uno de ellos es la excelente «The Dazzle».
Aunque algunos pueden decir que ha hecho el mismo disco tres veces, la realidad es que existen cambios bastante notables dentro de su crecimiento y el momento que exhibe a la perfección la madurez que ha adquirido con el paso de los años es «Bicep». Tanto en su forma de componer como en la producción, todo se siente más grande en comparación a sus lanzamientos anteriores.
Joyland tiene sus altas y sus muy muy bajas, pero «Geryon» es uno de esos cortes que es inevitable ignorar, pues en su secuencia inicial toma la base que caracterizó al efímero seapunk para disfrazar el trance en una oda oscura que de principio a fin nos sumerge en una profunda sesión de intensidad.
PD: Ojalá la siguiera incluyendo en sus setlist…
Los momentos más elegantes de TR/ST son cuando se cubre por completo del misterio y la oscuridad con la que inicialmente fue concebido el proyecto, por lo que «Shoom» no solo es una de las canciones más queridas por los fans, sino que también es el reflejo de la transición musical por la que pasó el coldwave justo cuando la bloggosfera se olvidó del witch house.
Cuando a Pictureplane se le ocurrió remezclar «Sulk» quedó al descubierto que, de forma natural, es simplemente perfecta por el alcance que tiene a nivel musical.
Es un himno synth-pop que por momentos se refugia en la oscuridad del trance y flota en la melancolía que nos abraza justo cuando cae la noche.
Ok, quizá pusimos tres canciones de su debut en el top, pero no podemos negar que son sinónimo de perfección y en ellas se resume todo eso que hace que TR/ST no sea un simple proyecto del montón.
Incluso en «Dressed For Space» podemos encontrar algunas referencias de Depeche Mode y el trance de los 90. Es la colisión perfecta.