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NOTICIA

Recuerdos de mi vida en Santa Sabina por Alex Otaola

Por Alex Otaola

Este año se cumple el 29 aniversario del primer concierto de Santa Sabina y también se cumplen dos décadas de mi ingreso a la banda. Es muy difícil resumir tantas historias en un breve texto por lo que prefiero reunir algunos de los recuerdos que más atesoro como si estuviera abriendo un álbum de fotos y compartiéndolas con el lector.

Mi primer contacto con la música de Santa Sabina fue entrar al Lucc en el momento en que la banda tocaba «Mírrota«, que era una rola donde al mismo tiempo se hacía evidente el por qué Rita se volvió un sex symbol y también el alto nivel musical que tenían los músicos de la banda. Recuerdo perfectamente haber escuchado «Gasto de Saliva», «Nos queremos morir» y «Después de muerto» (de Pablo Valero) pese a que aún no se había grabado el primer disco homónimo.

Cuando salió el segundo disco Símbolos yo estudiaba arquitectura y lo escuchábamos obsesivamente un amigo de la facultad y yo. La canción «Luz del Mar» se me hacía lo más alto que había llegado el rock mexicano en su historia…

Poncho Figueroa, como los grandes bajistas, siempre fue el corazón del grupo… y a la fecha, lo sigue siendo. Posee el humor más creativo del planeta y recuerdo una vez que se tuvo que terminar un juego de ‘basta’ regresando de una gira debido a (incluíamos la categoría de ‘banda o músico’) los kilómetros de risas-orines que provocó que al terminar la ronda de la letra ‘Q’ todos habíamos anotado ‘Queen’ mientras él nos mostraba su hoja en la que había escrito ‘Qué Payasos’.

Todas las personas que vimos tocar en vivo a Patricio Iglesias sabemos que no existe otro baterista como él. Sus demonios estuvieron a punto de consumirlo y de haber sucedido esto, se hubiera convertido en una figura de talento meteórico que sería nuestra analogía nacional a músicos como Hendrix o Jaco Pastorius. Por suerte esto no sucedió y actualmente podemos seguir disfrutando de sus siempre-impredecibles-aún-para-él-mismo redobles.

Juan Sebastián Lach compartía conmigo una enorme pasión por la música de Frank Zappa. Pero gracias a él conocí varios discos de la etapa eléctrica de Miles y los conciertos de piano de Keith Jarrett. De todos modos él ya había dejado atrás el jazz y estaba muy clavado en la música clásica contemporánea. Al grado de que después de grabar Mar Adentro en la Sangre en el 2000 dejó la banda para continuar sus estudios en La Haya. Cuando lo invitan a un jam y le dicen «la rola está en Re menor» siempre le noto una mirada de ternura como si le estuvieran hablando de términos rupestres… él dejó los centros tonales hace muchos años.

A Rita le causaba mucha gracia que durante dos años, cada vez que se subía a mi coche estaba puesto el cassette del Live-Evil de Miles, pensaba que se había quedado atorado o algo así. Un día conversando me dijo «…mijo, todo lo que haces con la guitarra está bien padre, pero si lo tocas viendo el instrumento parece que lo haces para ti y no para compartirlo con el resto del grupo o con el público». Fue una GRAN lección, ella era actriz y entendía que lo más importante era proyectar hasta la última fila del auditorio.

Rita Guerrero

Rita fue la que promovió, en los años en los que se hicieron conciertos para apoyar a las comunidades chiapanecas, que los músicos realizaran caravanas para entregar lo recolectado. Sentía que la idea no era juntarnos sólo para echar desmadre en eventos masivos que se tenían que realizar en espacios universitarios autónomos porque en esas épocas estaban prohibidos los grandes conciertos de rock al aire libre. Evidentemente no todos los músicos dejaban la comodidad de su hogar para viajar horas en camión y dormir en sleeping bags en una bodega, pero la experiencia de un viaje así definitivemente te cambia la vida.

Rita era consciente. Sabía que lo que llevábamos no iba a cambiar la situación pero siempre prefirió aportar un grano de arena que volverse parte de la izquierda de pedestal que tiende a encontrar peros en cualquier acción. Prefería buscar alguna manera de ser útil en lugar de ser un espectador impoluto.

Recuerdo cómo después de que algunas bandas del subsello Discos Culebra pasamos al elenco de BMG, los ejecutivos pensaron que debíamos hacer un MTV Unplugged. Lo grabamos en Miami el mismo fin de semana que los Aterciopelados y los Babasónicos. Cuando BMG escuchó nuestro concierto sintieron que TENÍA que ser editado en CD por lo que fuimos la primer banda mexicana de la cual se editó un disco compacto de su sesión y nos dijeron «si no vendemos 70,000 copias de esto es que somos unos pendejos»… y bueno, el tiempo comprobó que tenían razón. Recuerdo también cómo al terminar de grabar Patricio llegó al camerino devastado porque sentía que había tocado muy mal y a la fecha siguen llegando bateristas a decirme que lo que hizo el Pato ese día les cambió la vida. Curiosamente él siempre tuvo esa sensación cuando sabía que había un botón de REC encendido.

Rita siempre llevaba consigo una grabadora portátil de cassettes, ahí guardaba bocetos de melodías, de letras o de ideas que surgían en los ensayos.

En Irlanda aprendimos que si de por sí la Guiness es LA onda, la que te dan recién hecha cuando termina el tour por la fábrica es un élixir de los dioses. En los asientos de los aviones de AeroIrlanda (orwarever) había palabras y textos escritos con caligrafía y cuando le preguntamos a la aeromoza «¿qué era?», nos contestó «pasajes del Ulises de Joyce». Casi nos des-maya-mos al pensar que esto en la vida podría suceder en México.

Tocar en Berlín en un teatro-bunker alemán que tiene una cortina de hierro de medio metro para separar el escenario del backstage (y que sirviera para proteger a la gente de los bombardeos) no se siente chido, por más bien que hayas tocado.

Hay drogas en España que varios años después te dan la sensación de nunca haber salido de tu sistema. Entre ellas también hay que incluir el jamón serrano o la vez que vimos el Guernica en persona.

Hay lugares o esquinas en ciudades de EUA que te pueden sacar de onda porque en 15 ciudades distintas te topas con la misma construcción de tres pisos con el mismo porche, hecha con los mismos materiales y pintadas con los mismos colores. Este lado ‘en serie’ del gabacho siempre es deprimente y Rita en particular lo odiaba.

El cine de Herzog (especialmente Nosferatu y Fitzcarraldo) enloquecían a Rita (o Ritz.. o Ruth, como le decía Patricio). Lo mismo Nina Hagen, Diamanda Galás y el funk setentero que Poncho ponía en las fiestas. Con el tiempo le gustaron también unos CDs de Yma Sumac y Massive Attack que le regalé.

Musica

La última vez que King Crimson vino a México a tocar al Auditorio Nacional nos invitaron a abrir el show. Robert Fripp es una persona sumamente retraída por lo que supusimos que durante nuestro set se quedaría en su camerino, casi se me doblan las piernas cuando salimos al escenario y nos dimos cuenta que él estaba de pie junto a la consola de monitores. A la mitad del set había desaparecido pero cuando terminamos y salimos volvió a estar en el mismo lugar y nos despidió inclinando la cabeza con un gesto de aprobación. Cuando le comenté a mi roadie que ‘¡¡qué chingón que Fripp estuvo ahí al principio y al final del toquín!!’ me contestó ‘sí, a la mitad del set se fue al otro lado y se puso detrás de tu ampli’. Fue la primera vez que pensé en marcas de pañales para adultos…

La comunidad de Huautla de Jiménez nos invitó para reconocernos como portadores del nombre de la mazateca más ilustre (María Sabina), tocamos en la plaza y tuvimos el honor y privilegio de ser bautizados por su hija María Apolonia. Esta experiencia quedó retratada por Poncho en la letra de ‘Humo Canción’, la última rola de ‘Espiral’. El último disco de estudio que grabamos en 2004.

El último concierto de Santa Sabina fue el 6-XII de 2010 en el Teatro de la Ciudad en el evento ‘Rita en el Corazón’ en el cual tocaron varios amigos y músicos (Maldita Vecindad, Café Tacuba, La Lupita, Los Músicos de José, Monocordio, Julieta Venegas, Natalia Lafourcade, Zoé, los hermanos Arreola, Fratta, etc) fue de alguna manera un homenaje en vida. Al final tocó Santa Sabina y fue la primera vez que todos los músicos que formamos parte de la banda compartimos el escenario.

Rita sabía ser discreta. Cuando nos avisó a los que éramos cercanos a ella que tenía cáncer, nos pidió que por favor no lo difundiéramos. Santa nunca se ‘terminó’ oficialmente ya que Rita consideraba que los anuncios de ‘últimas giras’ o de despedidas son un chantaje sentimental para lucrar con el dinero del público. Y actualmente siento que fue mucho mejor así: si la música de una banda va a cobrar vida propia lo hace por cómo la creas, no por cómo la despides.

La vida de Ritz cambió con la llegada de Claudio, el hijo que tuvo con Aldo Max. Los videos que he visto de los viajes familiares que hacían los 3 son los momentos en que más feliz la he visto… y así es como siempre la recordaré.

Después de esta serie de párrafos-polaroid, a continuación una lista de los momentos que más disfruto:

«Vacío» (primer disco)

«Gasto de Saliva» (primer disco)

«Luz del Mar» (Símbolos)

«Despertar a los muertos» (Símbolos)

«Babel» (Babel)

«El Cielo» (Babel)

«Canción» (Mar Adentro en la Sangre)

«Duerme Amor» (Mar Adentro en la Sangre)

«En llamas» (Espiral)

«Humo Canción» (Espiral)

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