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NOTICIA

Reseña 'Love Frequency' de Klaxons

Klaxons / Love Frequency

Love Frequency
Klaxons
Akashic / Sony Red
60%

Por Gustavo Vega 

Aún después de dos discos de estudio y más de 8 años de carrera musical, cuando se menciona a Klaxons, se sigue pensando en aquel genero que nadie entendía y que la gente escuchaba sólo para parecer interesante en el 2008, con muchos sintetizadores y cajas de ritmo espantosas llamado nu-rave. Si bien es cierto, en su último material de estudio los ingleses se encargaron de deshacerse de ese sonido y, aunque no lo lograron del todo, Love Frequency es un álbum que no tardará mucho en ser olvidado de la memoria colectiva.

Tras invertir más de 3 años en la realización del LP y generar una gran expectativa, Klaxons da como resultado un bosquejo lleno de ideas orientadas hacia el pop que pudieron llegar a ser algo más y que no lograron convertirse en una propuesta solida. En Love Frequency se deshacen del sonido sucio con el que trabajaron en Myths Of The Near Future y que Ross Robinson supo capturar a la perfección en el experimental Surfing The Void para utilizar armonías sencillas y melodías repetitivas que contrastan con el juego de voces de Jamie Reynolds y James Righton. Más allá de no contar con la calidad y la innovación que caracterizaron a sus primeras entregas, es un álbum plano, que no explota todas las habilidades musicales del trío inglés.

De la primera parte del disco se desprenden los sencillos «There Is No Other Time» y «Show Me A Miracle«, acompañados de otras canciones como «Children of the Sun» y «Rythym of Life» cuya estructura verso-coro-verso-coro se limita a generar ritmos predecibles y limpios acompañados de algunas melodías que hipnotizan, aunados a letras intrascendentes que se repiten una y otra vez de manera monótona para generar una sensación de desesperación al escuchar lo mismo durante toda la canción. En general así es la mayor parte del disco, pero todavía se pueden rescatar algunos aspectos. En la segunda parte podemos reconocer una gran diferencia con una interesante demostración de que aún sin los elementos que caracterizan a la banda se puede organizar todo para crear una composición sencilla pero a la vez poderosa en la que todo esté en armonía. Tal es el caso en «Liquid State» y «The Dreamers«, donde poco a poco todo se pone en su lugar en un buen intento para empezar de cero y ofrecer un cambio inesperado.

Aunque su repertorio instrumental es más variado en esta última entrega, la innovación quedó en segundo plano. No hay cambios emocionantes, no hay un apogee en el cual podamos reposar toda nuestra emoción y la falta de originalidad así como la clara influencia en bandas como Midnight Juggernauts y Miami Horror se hacen presentes. Es precisamente esta falta de motivación la que condena desde las primeras canciones al resto del álbum a fracasar en un intento de sorprender y ganarse de nuevo a un público cada vez más exigente. Tal vez el nu-rave está muerto, y Klaxons también.

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