Skip to content

RESEÑA

Garden Of Delete
Oneohtrix Point Never
Warp Records
92%

Por Ernesto Olvera / @Ernestime

Tratar de descifrar lo que ocurre en la mente de una persona como Daniel Lopatin es practicamente imposible, ya que su pensamiento se encuentra en constante movimiento para tratar de encontrar las formas con las que pueda reinventarse a sí mismo. Es uno de esos individuos que sin importar que apenas haya lanzado un disco, su mente ya se encuentra dibujando los mundos que estará explorando en su siguiente creación.

Lopatin es ambicioso y no tiene miedo de experimentar con sonidos que por lo regular resultan muy atípicos en el estilo convencional con el que una persona suele escuchar música. Tal vez al inicio de su carrera estuvo manipulando máquinas para hacer canciones un poco más accesibles con Games (que más tarde mutó a Ford & Lopatin), ya que desde ese entonces se estaba enfocando en buscar la manera de retratar la ácida versión que se tenía en el pasado del futuro en el que vivimos. Ya saben, al final los autos no vuelan, no nos podemos teletransportar y la única relación que parece que pudimos desarrollar con la tecnología, es a través de nuestras computadoras.

La frustración que podría sentir alguien como Marty Mcfly al darse cuenta que el 2015 no es como lo vío en Back To The Future, es algo que de algún modo puede verse retratado en los sofocantes experimentos análogos de Daniel Lopatin con su alías de Oneohtrix Point Never, ya que en ocasiones esa tensión y la catarsis que se va acumulando en su interior es expuesta con una fuerza que termina demoliendo todo lo que esté a su alcance, comenzando por los oídos. Pero no todo en el mundo de OPN es tan ácido, ya que la mayoría de sus composiciones cuentan con abundantes melodías y efectos que dejan al desnudo lo hermoso que resulta contemplar como poco a poco un escape sonoro se va transformando en una imponente escultura.

Garden Of Delete es su más reciente álbum y en él, no nada más deja de lado los sampleos de comerciales de los 80 que vivían en Replica o la desorientada maquinaria de su aclamado R Plus Seven, sino que en esta ocasión Lopatin se dejó llevar por su instinto más agresivo para darle vida a las canciones más densas que ha diseñado como Oneohtrix Point Never. El álbum puede ser bipolar por la cantidad de géneros que evoca en una sola canción, pero al final cada uno de ellos embona a la perfección debido a la maestría y la clase que tiene para unir un sonido con otro.

Hay texturas industriales muy marcadas en canciones como «I Bite Through It» y un potente juego de percusiones que emergen de la nada en «SDFK». Esa es una de las más grandes virtudes de Lopatin, ya que ninguno de sus discos es predecible, sino todo lo contrario, con él nunca se sabe qué demonios nos estará mostrando conforme va avanzando cada segundo de nuestra vida. Por ejemplo, así como se extingue en un abrir y cerrar de ojos «SDFK», nos presenta un vibrante contoneo techno en «Mutant Standard», el cual justo a la mitad entra en un trance sonoro bastante ácido que bien podría abrir un túnel para viajar en el tiempo.

Cuando su colega Holly Herndon lanzó Platform, ella misma mencionó que el álbum era la imagen más factible de lo que ocurre cuando tenemos una intima relación con nuestra computadora, la cual muchas veces termina por sobrepasar el contacto que podemos tener con una persona de carne y hueso. En Garden Of Delete, Lopatin amplifica esa imagen para diseccionarla bajo los podridos patrones humanitarios a los que nos enfrentamos día con día para jugar con la vulnerabilidad de nuestro pensamiento. Ahí está «Animals», con melodías y voces robotizadas que emiten una nostalgia muy particular que termina sugetándonos de la cabeza para estrellarnos con la densidad de «I Bite Through It» y las escalofriantes armonías con las que se va desarrollando «Freaky Eyes».

Pero dejando a un lado la teoría, lo humano y lo tecnológico, es muy importante hacer énfasis en la conexión de estilos que hace Lopatin en Garden Of Delete, ya que así como las voces pueden exhibir una fascinación por el R&B, también hay noise, drones, industrial, metal y secuencias hiperactivas que golpean fuertemente lo genérico del EBM. Una muestra de ello, es  su espectacular «Sticky Drama», ya que así como comienza con unas magistrales notas de piano, de inmediato se transforma en un himno synth-pop que eventualmente pasa a ser un podrido y taladrante experimento que va dejando a su paso un mar de ansiedad provocado ni más ni menos que por Dominick Fernow, quien justamente prestó sus desgarradoras vocales en este track que en definitiva muestra una faceta completamente nueva en el historial de Oneohtrix Point Never.

Reinvención motivada por los problemas que existen en un futuro que solía ser imaginado con una sociedad mucho más consiente y establecida. Eso es lo que incita a Daniel Lopatin a estar en constante movimiento para no quedarse varado en un lugar donde su ambición se vea cuartada por las personas que están a su alrededor. Garden Of Delete es un ejemplo de eso y todo lo que escucharán aquí, probablemente no lo van a encontrar en su siguiente álbum. ¿Por qué? Pues, porque este tipo es un genio.

Volver arriba