El anuncio de los carteles de festivales se hace cada vez más emocionante por la incertidumbre que provoca el conocer lo que estará sucediendo en el corazón del año. Sin embargo, más allá de la música y de la enorme variedad de propuestas sonoras que componen los line-ups en la actualidad, las personas suelen ponerse en un papel de jueces que sin importar lo que aparezca en el cartel, de inmediato se ponen a criticar. Y es totalmente comprencible, principalmente cuando el boleto y los gastos que requiere asistir a un festival dentro o fuera del país no son naaaada baratos.
Con el tema de la globalización los festivales últimamente han tenido que luchar más para complacer a los asistentes, lo cual durante su concepción parecía no importarles tanto debido a que eran eventos que se realizaban con la única finalidad de brindar una experiencia en donde las personas se sintieran libres. Ya saben, los ideales hippies ayudaron mucho a que hoy en día nos podamos mover de festival en festival en busca de esas nuevas experiencias.
Dicho lo anterior, es momento de que le echen un vistazo a los orígenes de algunos de los festivales más grandes del mundo. Sí, justo en esos momentos en donde las críticas no existian y los quejosos que se quejan por quejarse mejor invertían su tiempo en escuchar música en la radio. Además, con este pequeño viaje en el tiempo podrán ser testigos de la notable evolución por la que han pasado festivales como el Reading Festival, el cual en sus inicios estaba dedicado al mundo del jazz, así como la clavadez hippie con la que nació el Roskilde.
Sin más, chequen cómo fue que debutaron los festivales que año con año siguen (y seguirán) generando una enorme expectación en nuestros corazones.