Por Ernesto Olvera
Fotos Fresale
A veces da la impresión de que con los años The Prodigy se han convertido en una banda que suele adaptar a la perfección el espíritu de un rave noventero a los patrones que se siguen en la actualidad. Sí, esos en los que la mayoria de los asistentes de sus conciertos están viendo el concierto a través de su celular en lugar de armar un mosh pit con las personas que están a su alrededor.
Por ese lado podemos decir que sus conciertos en nuestro país suelen quedarse en un 80% de lo épicos que deberían de ser, ya que la banda lo hace estúpidamente bien sobre el escenario e incluso tienen uno de los shows más potentes que hay en la actualidad. Si nunca antes los habían visto en vivo pero sus oídos han resistido las dosis de ruido de bandas como A Place To Bury Strangers o hasta Swans, con estos británicos la energía que choca con los oídos va viajando por las venas de nuestro cuerpo para hacernos bailar, esto sin importar que sean las personas más arítmicas de la vida o que se la pasen viendo su teléfono.
Como un pequeño warm up de lo que presentarán en el Vive Latino como parte de la gira de The Day Is The Enemy, The Prodigy se metieron al Plaza Condesa para ofrecer un concierto que desde el inicio se encargó de sacudir el lugar. Tal vez hubo un par de minutos de retraso, pero una vez que comenzaron a sonar los primeros segundos de «Breathe», la locura se desató con las personas chocando entre sí para saltar, gritar y tratar de mantener vivos los ideales teens que en los 90 hicieron que experimentaran con un poco de LSD.
Sí, era muy fácil distinguir a los nuevos y viejos fans de la banda, ya que mientras unos le entraron de lleno a los madrazos en el centro del Plaza, otros optaron por irse a las orillas para ver de lejos el caos provocado por canciones como «Nasty Nasty» y «Omen».
Entre luces de estrobo que parecían proyectar la imagen de cómo demonios luce la puerta al infierno, comenzaron a tocar hit tras hit como su clásica «Firestarter», aunque sin olvidarse de algunos de los momentos más destacados de su más reciente disco como «Roadblox», «Wall Of Death» y «Wild Frontier».
La ejecución y el sonido fueron impecables, y aunque no todas las personas parecían estar conectadas para hacer que el concierto fuera realmente memorable (cada quién lo vivía muy a su modo… que es totalmente válido), la realidad es que The Prodigy vino a dejar muy en claro que aunque no nos han entregado otro disco que pueda tener el status de clásico, son los amos y maestros de la pista de baile.
Antes de que llegaramos al encore, nuestro cuerpo fue sacudido por dos de las canciones que sin importar en qué momento suenen, de todos modos serán las insitadoras del caos y el desenfreno total. ¿Cuáles son? Pues «Voodoo Peole» y «Smack My Bitch Up», en las cuales el Plaza Condesa se fue simbrando como en muy pocas ocasiones, ya que ampliando un poco el panorama sobre los conciertos que se han llevado a cabo en el lugar, no es muy común que el piso se mueva durante más de una hora y media.
The Prodigy se pueden jactar de contagiarnos su energia por medio de pulsaciones electrónicas que se sienten como electroshock y guitarras que por medio de sus chillidos nos hacen tener una experiencia similar a la de un ácido.
Con ayuda de Leo Crabtree en la bateria y Rob Holliday en la guitarra, Liam Howlett, Keith Flint y Maxim volvieron a dar catedra de lo jefes que son en vivo. Ya lo habían hecho aquella caótica noche en el Cuervo Salón y ahora regresaron al Plaza Condesa para hacer aún más emocionante su presentación en el Vive Latino. ¿Están listos?