Por Ernesto Olvera
Fotos Fresale
Si bien el Festival Aural regresó con una serie de conciertos donde la incertidumbre era un sentimiento colectivo que en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en el pilar principal del festival, en la segunda noche de su quinta edición nos encontramos con actos que se encargaron de dejar en evidencia la clase y la elegancia que tiene el proyecto desde cualquier ángulo del que se le mire.
Y qué mejor manera para verlos en acción, que el Lunario del Auditorio Nacional, ya que para apreciar a la perfección la imponente presencia de Colin Stetson a la hora de manipular sus instrumentos de viento, la cercanía que existe en el recinto entre el músico y la audiencia es el match ideal. Colin estuvo acompañado de Sarah Neufeld, violinista de Arcade Fire, quien desde hace aproximadamente 4 años ha estado demostrando que su nombre no se reduce únicamente al de su banda principal, sino que sus habilidades artísticas tienen la capacidad de brillar por su propia cuenta.
Es por eso que con Hero Brother comenzó a explorar su lado más arriesgado con ayuda de uno de los sellos más respetables de los últimos años: Constellation Records.
Y aunque este año Sarah comenzó a jugar un poco más con su voz en The Ridge, lo que presentó con Colin Stetson se inclinó única y exclusivamente al sólido álbum que publicaron el año pasado con el nombre de Never Were the Way She Was. Durante su presentación se podía sentir de forma natural las emociones que se generaban en su interior a la hora de hacer contacto visual y la interacción que tenían con su lenguaje corporal, el cual se podía apreciar de un modo muchísimo más romántico por medio de sus sombras en las paredes del Lunario.
Con un solo de violín al mando de Sarah Neufeld mientras Colin descansaba para después cambiar de lugar, el dúo expuso sin temor a nada el porte que tienen sobre el escenario y los indudables dotes musicales con los que lograron componer uno de los álbumes más hermosos de 2015.
Naturalmente, todo llegó a su punto más alto cuando presentaron en directo «The Rest Of Us», canción que representa en todo su esplendor el espíritu natural de Never Were the Way She Was, sin mencionar que ambos se mostraron sumamente confiados y emocionados hasta la última nota. Sin problemas podemos decir que este fue uno de los mejores shows que ha presentado el Festival Aural en sus años de vida.
Luego de una hora se despidieron de nosotros y con ello dejaron una vibración muy peculiar en el interior de cada uno de nosotros. Esa vibración fue la ideal para prepararnos emocionalmente para el torbellino que se avecinaba con el nombre de Anna Von Hausswolff.
Con una estética goth que desde el inicio ha provocado que la comparen/o asocien con actos del calibre de Chelsea Wolfe, esta sueca se dio a la tarea de sumergirnos en un abismo de oscuridad que poco a poco se fue asemejando a ese momento donde simplemente quieres desaparecer de este universo para estar a solas con su voz.
The Miraculous es su más reciente álbum y no solo es una producción que fue editada por City Slang, sino que desde su aparición recibió los aplausos de conocidos y extraños por la consistencia que tiene. Las canciones son largas, son poemas sobre la devastación y el miedo a morir; poemas que incluso cautivaron al mismísimo Michael Gira de Swans, quien naturalmente la incluyó como acto abridor de los shows que estuvieron dando a inicios de año en su gira por Europa.
Y con justa razón, si han visto a Swans en vivo, después del tremendo set que dio Anna Von Hausswolff habrán comprendido el por qué fue arropada por ellos con su nuevo álbum. Con solo 30 añitos, esta chica es capaz de llevarnos al lado más denso y cavernoso del metal, hasta el doom, el drone y las sesiones más espirituales que se pueden apreciar en canciones como «The Hope Only of Empty Men».
Si bien The Miraculous no es su primer disco, si es el material con el que finalmente encontró su voz propia y la personalidad suficiente para embrujar cualquier espacio en el que se presente. El Lunario no fue la excepción y aunque la mayoría de sus canciones va más allá de los 8 minutos de duración, las personas que se encontraban en el lugar la recibieron con los brazos abiertos aún cuando existió una breve pausa a causa de una falla técnica.
Eso si, cabe mencionar que aunque Anna sea la cabeza principal de todo su enfermizo universo, los músicos que la acompañan también se encargaron de hacer que su presentación haya sido algo simplemente brutal. Entre dos guitarras, un bajo, un secuenciador y una batería que golpeaba con violencia para romper la tensión que se acumulaba en los segmentos de plena calma, esta noche fue la ideal para sucumbir por completo ante su belleza.