Por Estefanía Díaz / @weirddfishes
Meghan Remy es una chica que le gusta pasar el tiempo en su apartamento conectada a un montón de cajas de ritmos, pedales, una mezcladora, y un walkman, produciendo un montón de pistas que evocan particularmente a los remixes de los Cambodian Rocks hechos por Lee “Scratch” Perry cubiertos por melodías de pop occidental. Así mismo es como se le describe en su bandcamp.
U.S. Girls es el proyecto encabezado por esta norteamericana instalada en Toronto que comenzó en 2007 como un proyecto de noise-pop. Su versatilidad musical merece ser recordada desde sus inicios experimentales con Introducing (2008) y Go Grey (2010) ambos LP’s integrados por una atmósfera nebulosa a blanco y negro envueltos en composiciones drone, caracterizadas por cierta belleza minimalista en la voz de una Remy llena de inquietud y melancolía, que en conjunto, encajarían a la perfección con cualquier secuencia de David Lynch. Partiendo de esta referencia, lo que nos presentó en sus siguientes producciones realizadas junto a su esposo Max “Slim Twig” Turnbull, destacan por un eminente manejo de samples psicodélicos y abstractos, así como una visión más explorativa e idiosincrática en cada uno de los temas. No fue sino hasta Half Free (2015) que Meghan se desprendió de su faceta experimental, confiando totalmente en nuevas estructuras orgánicas cargadas de un sonido mucho más comprometido y variado, bajo una lírica feminista y patriótica que incorpora diversos estilos que van desde el reggae, glam rock, pop y new wave, diferenciándose totalmente de sus antecesores.
En In a Poem Unlimited (2018) lanzado vía 4AD cuenta por primera vez con una banda de apoyo de la cual forma parte su propio marido, The Cosmic Range. Este material de 11 piezas se vale del imaginario social, político y militar de los Estados Unidos para entregarnos diversos cortes oníricos confeccionados por más de una docena de colaboradores. “Mad As Hell”, primer single del mismo, habla sobre uno de los presidentes más queridos, ya sea por sus tan famosas playlists en las que se incluía a Kendrick Lamar y Kanye West. Por supuesto que hablamos de Barack Obama. En este himno belicoso con un atractivo rítmico totalmente funky, Meghan expresa su opinión con respecto a diversos problemas incluso aún sin resolverse, tal como el uso de los aviones militares en el Medio Oriente durante la guerra con AlQaeda la cual ha causado la pérdida de miles de vidas inocentes.
Siguiendo con la lírica tan aguda y controversial que distingue a este material, con “Velvet 4 Sale”, Remy establece un mundo en donde las mujeres se rebelan contra los tipos que las han acosado sexualmente, pese a que ha mencionado en repetidas ocasiones estar en contra de la violencia; es a través de esta balada cargada de sintetizadores y percusiones pausadas, que logra transportarnos a esa escena hedonista de la música jazzística de los 70.
Mientras los segundos avanzan, las melodías se hacen cada vez más fuertes tanto líricamente como sónicamente, en cada oración formada destaca el hartazgo de la cantante con un mundo en donde no existen más que bocetos de mujeres en situaciones poco deseables y favorecedoras por el simple hecho de su género, esto sucede con el cover a “Rage Of Plastics” original de otra canadiense de folk, Simone Schmidt, el cual inicia con la sensualidad de un saxofón alto desde los primeros segundos, acompañado por la historia de una chica que culpa su infertilidad al haber trabajado en una fábrica de químicos; después llega a nosotros “Incidental Boogie” con un tratamiento que pasa de ser lo-fi a un art pop experimental instantáneamente, exponiendo el abuso físico y mental sufrido como consecuencia del poder de la manipulación que se puede dar en cualquier relación sentimental, “I feel so lucky to be brutalized, means you don’t have to think” es una línea tan cruda y violenta que puede dejarnos marcados incluso más que cualquier golpe.
Este probablemente sea el disco más memorable de Meghan Remy y compañía, no sólo por una experimentación polirrítmica más sólida que integra ecos de música disco de los 60 y 70, demoledores arpegios de sintetizador, altos solos de saxofón, o una migración radical hacia el art pop en temas que nos hacen bailar sin parar sobre diversos escenarios en donde la nostalgia, la corrupción, acoso sexual, la desmemoria, así como los objetos mundanos de la vida cotidiana se hacen presentes en todo momento, ejemplo de ello, “Pearly Gates” y “Poem”.
Al final de todo, en cada letra vestida por la belleza vocal de esta canadiense, resaltan las nimiedades banales de un contexto sociopolítico cultural preocupante, y más que simples poemas escritos, U.S. Girls hace notar que entre la podredumbre de la sociedad siempre habrá tiempo para desapolillar el esqueleto, aún cuando todo esté derrumbándose a nuestro alrededor.