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RESEÑA

Drunk Tank Pink
shame
Dead Oceans
7.0

Por @MyBlogCliche

En un periodo donde predomina la incertidumbre provocada por una crisis global, es importante buscar elementos que nos ayuden a purificar esas emociones y conducirnos a un estado de calma. El proceso no es nada sencillo, pero dentro del confinamiento podemos encontrar aspectos que a simple vista podría pensarse que no tienen un efecto tan directo en nuestro comportamiento, pero que de hecho influyen en él más de lo que imaginamos.

El rosa chicle, por ejemplo, es un color con una tonalidad que sirve como calmante, pues de acuerdo con estudios y libros como Drunk Tank Pink: And Other Unexpected Forces That Shape How We Think, Feel, and Behave de Adam Alter, el color era utilizado tanto en cárceles como en consultorios médicos para filtrarse en la mente de las personas y transmitirles un estado de calma.

Charlie Steen, vocalista de shame, tuvo una experiencia bastante particular con este color al verlo en el closet de su casa durante la primera etapa del aislamiento social, lo que provocó que su traducción al inglés, Drunk Tank Pink, le terminara dando nombre al segundo álbum de la banda británica.

De cierta manera podría decirse que la funcionalidad del color terminó moldeando por completo la personalidad y el mensaje que tratan de transmitirnos a lo largo de sus 10 canciones, pues en una dinámica donde encaran actos de desesperación, ansiedad y la delgada línea que existe entre el enojo y la violencia, hacen uso de su narrativa para contrarrestar esas emociones por medio de un dominante volumen sónico que choca una y otra vez contra el cuerpo.

En el libro antes mencionado, Adam Alter decidió profundizar en los estudios científicos que analizan la funcionalidad del color, nombres, símbolos, lugares y el clima, para descifrar los múltiples efectos que moldean el comportamiento humano. Bajo ese mismo esquema, shame nos sumerge en una densa exploración que no se limita a las palabras, sino que en esta ocasión somos testigos de una narrativa musical conducida por su fascinación por bandas como Wire, Buzzcocks y Tindersticks.

Para ser un disco tan robusto puede ser irónico que pretenda servir como calmante, pero con James Ford de Simian Mobile Disco al mando de la producción, lograron encontrar el equilibrio perfecto en canciones como «Born In Luton», sin dejar pasar la oportunidad de implementar discursos que hacen alusión al gobierno inglés como «March Day» y el excelente corte abridor, «Alphabet».

El único ‘problema’ que puede existir en esta transición musical de shame, es que en años recientes hemos escuchado álbumes bastante similares a Drunk Tank Pink tanto en discurso como en estructura musical, tal es el caso de Ought, Protomartyr, Fontaines D.C. y hasta Parquet Courts. Sin embargo, eso no demerita los momentos más brillantes del álbum como «Snow Day» y «6/1» donde tenemos acceso al lado más sólido e imponente de la banda, que de cierta manera nos va preparando para el monumental cierre con «Station Wagon».

Charlie Steen logró orquestar un álbum que se mantiene fiel a su concepto original, pues para la composición de las canciones decidió imaginarse sobre un escenario y la manera en la que podría interpretar estas canciones en vivo; un pensamiento que le daba tranquilidad mientras veía el color rosado de su closet; uno donde shame observa su cadena evolutiva para mostrarnos una imagen más estable y fuerte de sí mismos.

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