Fotos: Óscar Villanueva / @theOzcorp
Por Alexandra Olán
No recuerdo cuándo fue la última vez que asistí al Auditorio BB, hasta antes de la pandemia, la situación de muchos foros se había vuelto incierta y perdimos grandes espacios para la música, así que se siente cierta nostalgia el poder volver a visitar este recinto.
La música inicia entre la oscuridad, con los beats de Suricata sonando mientras los visuales de Melissa Santamaría nos hipnotizan desde el fondo. Los beats se encienden y se escuchan gritos ocultos entre las siluetas.
Finaliza su presentación y me siento a tomarme una cerveza, porque no podemos darnos el lujo de gastar más energía de la necesaria en un martes.
Caribou se posiciona en el escenario, lo dominan con la parte auditiva, su complemento más seductor: lo visual. Sus fans ya llevaban bastante tiempo esperando un concierto de la banda en solitario, así que la euforia se desata desde las primeras canciones.



No cualquiera convierte un concierto en una fiesta, y vaya que ellos lo hacen muy bien. Entre colores, estrobos y mezcal nos ponen a bailar durante toda la noche. Suena la canción “Odessa” y los tragos se levantan.
La gran coordinación de la música con la magia visual hacen un espectáculo al que no puedes quitarle la vista de encima ni por un segundo. Caribou ha pensado en cada aspecto de esta presentación cuidadosamente y vaya que se agradece.
El concierto finaliza con temas como “You Can Do It”, “Never Come Back” y “Can’t Do Without You”, el público comienza a saltar y explota la energía. Si existe una mirada ideal de cómo se debería ver un concierto, Caribou la tiene.


