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ENTREVISTA

The Magnetic Fields: el amor y la comedia con Stephin Merritt

Por José Ignacio Hipólito

Con una carrera que se extiende por más de 30 años, cientos de canciones que oscilan entre la comedia y el amor, y una influencia inmensurable en la música popular, el próximo 3 de diciembre, The Magnetic Fields visitarán nuestro país por primera vez.

Y con una deuda de más de tres décadas, la titánica tarea de la banda por complacer al público mexicano es grande. Tal vez por eso, Stephin Merritt, el líder y principal compositor de la banda, se sentó un par de minutos a platicar con nosotros.

Filter: ¡Hola, Stephin! Mucho gusto. ¿Cómo estás?

Stephin Merritt: Muy bien, estoy en mi departamento en el condado de Greenwich Village en Nueva York, acostado y junto a mi perro Chihuahua que me está mordiendo y llamando mi atención para que lo saqué.

F: ¿Tu relación con tu perro es la que más te llena?

S.M: Sí.(Risas)

F: Estaba escuchando Quickies antes de la entrevista, y me quedó la duda de qué tanto tiempo le dedicas a escribir las letras de tus canciones. Me recuerdan a cosas que escucho a la gente decir en cafeterías, o a esos pensamientos intrusivos que llegan a mi mente cuando me intento concentrar. Por ejemplo, la canción “When the Brat Upstairs Got a Drum Kit”, ¿fue algo que te pasó?

S.M: Sí fue algo que pasó, pero no a mí. Le ocurrió a Claudia, nuestra baterista y pianista. Ella tiene una vecina con una hija a la que le regalaron una batería y me contaba que era un infierno. De ahí nació ese tema, pero he escrito canciones en menos tiempo de lo que me tardo en tocarlas en vivo, aunque también he escrito canciones que han tomado décadas.

F: Estaba pensando en otro ejemplo de una canción que sale en Quickies, la de “I’ve Got a Date with Jesus”. ¿Cómo se te ocurrió, viste una imagen de Jesús y dijiste algo así como vaya, Jesús es bastante guapo?

S.M: (Risas) No. Estaba leyendo un artículo acerca de una tendencia en la iglesia evangélica acerca de cómo sus miembros salen en citas con Jesús para reforzar su relación con él. Aparentemente van a un bar por su cuenta, ordenan dos bebidas, una para Jesús y otra para ellos. Son gente demente, pero pensé que era una gran idea para una canción.

F: Siento que tienes una fijación con la brevedad. En Quickies muchas de tus canciones tienen una duración corta, pero no es la primera vez que lo haces, tienes canciones que duran 17 segundos, pero creo que ninguna de tus canciones dura más de 5 minutos.

S.M: No, no es la primera vez, pero sí es el primer álbum en el que deliberadamente hago canciones que son breves. Por ejemplo, en Distortion, todas las canciones duran 3 minutos, pero en Quickies, todas las canciones son de 2 minutos o menos.

F: ¿Y cómo sabes cuándo una canción está terminada? Se me ocurre poner otro ejemplo, la canción “Death Pact (Let’s Make A)” que dura menos de 20 segundos ¿Cómo supiste que ya estaba terminada lista para que la gente la escuchara?

S.M: Es como cuando terminas de contar un chiste. Llegas al punchline y no hay nada más que contar. Una vez que llegas a la parte chistosa, no hay necesidad de seguir.

F: Pero hay comediantes que extienden el setup de un chiste para que el punchline obtenga más risas.

S.M: Sí, pero creo que sólo ocurre con una audiencia en particular. No hacen eso en las películas, por ejemplo. Si la audiencia se está riendo hasta el punto de caerse de sus sillas, el chiste puede continuar, pero si no hay risas, ¿por qué seguirías?

S.M: Vi a James Corden en Broadway haciendo la obra de teatro “One Man, Two Guvnors”. Estuvo increíble. Hay una razón por la que ese individuo es famoso. Pero en una parte de la obra, en la que el personaje que Corden pregunta al aire si alguien tenía un sándwich, alguien le respondió que sí, y sin que necesariamente fuera parte del libreto, el comediante transformó eso en una rutina. Ese pequeño momento se convirtió en una parte cúspide de la obra.

S.M: Yo no hago eso. Si hay un momento gracioso en una canción, no lo repito. Las canciones con coros repetitivos por lo general no tienen la parte más interesante en dicho coro.

F: Hablando de comedia, es un elemento que podemos encontrar a lo largo de la discografía de The Magnet Fields, pero es un elemento que no se usa tanto en música…

S.M: Depende del género. Por ejemplo, la música de Spinäl Tap está hecha con el objetivo de dar risa. Pero también hay hip-hop gracioso, como por ejemplo “Wet Ass Pussy”.  El country es otro género que también tiene una tradición larga de utilizar el humor. El metal por otro lado, no.

F: Supongo que depende del contexto. En el caso de The Magnetic Fields, que no sé en realidad qué son, algunos los llaman indie-pop, otros indie-rock…

S.M: Yo le llamo Variety.

F: (Risas) Sí, creo que eso los describe muy bien. Pero creo que el hecho de que dos de las temáticas más preponderantes en tu música sean el amor y la comedia a veces nivela lo serio que puede ser el amor y lo gracioso de la comedia.

S.M: Te lo pongo de esta manera. No soy la persona a la que quisieras invitar a una orgía porque hay una parte de mí que se burla de todo y no la puedo apagar. Si algo me parece gracioso, me voy a reír. Y eso es algo que no puedes hacer en una orgía.

 F: Una canción como “The Book of Love” tiene este elemento de comedia, pero la gente la ha tomado tan en serio, que se hasta se ha convertido en un lugar común en bodas…

S.M: Sí, también en concursos de canto por televisión. Hay una versión de “The Book of Love” hecha por una niña de 7 años en el programa de Dinamarca Tiene Talento. Y canta perfecto. La música que la acompaña es algo cursi, pero ella lo hace perfecto. Lo que está claro es que no tiene ni idea del significado de la canción y aun así lo hace increíble.

F: Y después de décadas de tocarla en vivo, escucharla en la calle, en la radio o incluso en programas de televisión ¿El significado de la canción ha cambiado para ti?

S.M: Cometí el error de interpretarla en el funeral de un amigo que falleció sin previo aviso. Y me costó muchísimo trabajo interpretar el tema sin llorar. Todos alrededor estaban llorando y desde entonces no he podido escuchar la canción de la misma manera.

S.M: Después del funeral de mi amigo no podía tocarla en vivo porque el peso emocional del tema era real. Y si bien, dentro de la canción hay una especie de parodia, también tiene una gravitas con la que no había conectado hasta ese momento. Esa fue la última vez que interpreté una de mis canciones en un evento fúnebre.

F: Con un repertorio de canciones tan extenso como el tuyo, ¿qué tan difícil es construir un setlist?

S.M: Yo no lo hago. No quiero tener discusiones, así que por lo general yo soy la última persona a la que consultan cuando el setlist está siendo planeado.

S.M: Entiendo la necesidad por interpretar canciones viejas y populares en ese contexto. A veces salimos de gira y sólo tocamos el álbum más reciente. Es obvio cuáles fueron esos casos, las giras de 69 Love Songs y 57 Song Memoir. En esos casos no podríamos haber tocado algo más, pero por lo general la gente quiere escuchar canciones de todos los discos, así que lo que haremos en este tour por Latinoamérica es tocar una canción por cada álbum, y algunas cuantas de 57 Song Memoir y Quickies.

F: ¿Te sientes forzado a tocar una canción? 

S.M: Si no tocamos “The Book of Love”, creo que la gente sentiría como que la odiamos. Esa es la única que siento que tenemos que tocar en vivo.

F: Cuando sales de gira, ¿aún sientes esa emoción de tocar en vivo y de visitar lugares que nunca antes habías visitado?

S.M: Me emociona mucho ir a la Ciudad de México porque nos han dicho que las audiencias son bastante entusiastas, hermosas y sobre todo, que cantan, y eso siempre hará que nos hagan sentir bienvenidos. Lo que odio es viajar en avión y tener que ir a un aeropuerto para llegar allá.

F: Sí, los aviones y los aeropuertos pueden ser horripilantes.

S.M: A menos de que lleves el libro adecuado. Yo por lo general siempre llevo dos, uno que esté leyendo y uno del que no sepa nada.

F: ¿Cuáles son los libros con los que viajarás en tu gira de Latinoamericana?

S.M: Creo que me llevaré ¿Cómo ocultar un imperio? de Daniel Immerwahr que ya estoy a punto de terminar y otro llamado Junk Science de Oliver Sacks, que aún no leo.

F: ¡Te vemos por acá, Stephin!

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