Fotos: Liliana Estrada, César Vicuña, Lulú Urdapillet y JJC
Por Ernesto Olvera
Corona Capital es un festival que desde el inicio estuvo pensado para reunir a varias generaciones en un mismo lugar: Partiendo de la inclusión de bandas de culto, actos que se consagraron al inicio de los dosmiles y nombres relativamente nuevos que, de manera inicial, compartían el mismo tipo de audiencia.
Con el paso de los años se fue expandiendo de forma notable al tener una mayor apertura con géneros muchísimo más mediáticos y populares, incorporando una interesante mezcla de sonidos que lo fueron convirtiendo en el festival por excelencia de la Ciudad de México, principalmente cuando su curaduría se enfocó únicamente en artistas internacionales a diferencia de sus dos primeras ediciones.
Digamos que cuando empezaron a mostrarnos un licuado con actos como Arctic Monkeys, Sigur Rós, Iceage, Deafheaven, Dua Lipa, Billie Eilish, Fuck Buttons y PJ Harvey, era evidente que la idea detrás del Corona Capital se había maximizado para romper el patrón que siguieron al inicio para llegar a generaciones muchísimo más jóvenes y no limitarse a un solo nicho.
Aunque en su décimo aniversario fue evidente que ya existía un choque generacional, esto se proyectó en su máximo esplendor durante el tercer día de su 12° edición encabezado por Miley Cyrus, ya que esa emocionante e intrigante mezcla generacional se transformó en una tediosa lucha sobre lo que “no debes hacer en un concierto» para que aquellos que viven solo por TikTok e Instagram puedan grabar cómodamente con su celular.






La mayoría de los fans de Miley Cyrus son adolescentes (o incluso menores) que probablemente no tienen ningún tipo de experiencia en festivales y conciertos, lo cual es natural y normal, ya que todos en algún momento llegamos a un recinto sin saber lo que nos espera en un concierto y lo que representa estar rodeados de un mar de gente con gustos muy diferentes entre sí.
El problema radica en la actitud, ya que, tanto en el lugar como los comentarios posteriores en redes sociales, solo hacen eco de lo “violenta” que es la gente que brinca, baila, se mete al moshpit o simplemente decide omitir el uso de sus celulares para dejarse llevar por la música, siendo que la jornada musical del domingo giraba alrededor de la ideología punk, partiendo de las pequeñas The Linda Lindas.
Es un hecho que la curaduría musical del escenario principal fue de extremo a extremo: desde Father John Misty hasta las capas de noise de Kim Gordon y la sonada intensidad de IDLES, generando una evidente incomodidad por parte de aquellos que llegaron desde temprano para estar hasta adelante en Miley Cyrus. Quizá, dentro de la interminable lista de tuiteros que hicieron interminables hilos dando recomendaciones para vivir el Corona Capital, se les olvidó mencionar el tema de la tolerancia, empatía y el libre derecho que tienes para poder moverte a otros escenarios cuando está una banda que no es de tu interés.




La discusión sobre lo que se vivió entre la audiencia del domingo no tiene que ver con la diversidad sexual, machismo, feminismo o el clasismo que muchos han mostrado en redes sociales con tal de recibir un RT, sino más bien: ¿no se supone que actualmente existe una mayor apertura y tolerancia ante cualquier género musical? Si no te gusta algo: muévete y regresa después.
Si bien podemos decir que los curadores del festival cometieron el “error” de poner en el mismo escenario a IDLES y Miley Cyrus, la realidad es que este tipo de situaciones no deberían de suceder en ninguna parte, pues la idea inicial de un festival es acercarnos y presentarnos actos que tal vez no teníamos en nuestro radar, y darles una oportunidad antes de emitir cualquier juicio.
Lo hemos visto en Ceremonia, NRMAL, Pal Norte, Bahidorá, Vive Latino y hasta Hipnosis, donde hay actos con estilos muy diferentes donde las personas se muestran respetuosas y dejan que los fans se dejen llevar por la emoción de ver a su banda favorita.
Si no les gusta: en serio, pueden moverse libremente a otra parte.





Probablemente desde los mencionados Fuck Buttons no había figurado en el cartel del Corona Capital un acto que tiende a clavarse por completo en la distorsión y el diseño de sonidos que no pretenden suavizarse en un escenario de tal magnitud.
Es por eso que la presencia de Kim Gordon fue doblemente especial, ya que además de interpretar cortes del álbum No Home Record, nos hizo parte de las tradicionales pulsaciones de noise que suele presentar tanto de forma individual como con Body/Head.
Durante su presentación ya se sentía una tensión muy extraña entre el público, pues todo aquello que le suelen criticar a los metaleros o «rockerillos», se hizo presente entre las personas que gritaban “Miley, Miley, Miley” en medio de las canciones. Hechos que nos remontan a malos ratos como la presentación de Kasabian antes de Café Tacvba en el Vive Latino.









Naturalmente, este tipo de reacciones pasan desapercibidas ante un acto de la talla de Kim Gordon, quien debe estar muy acostumbrada a las reacciones mixtas por el sólido historial que tiene en su carrera desde aquellos días con Sonic Youth.
Al finalizar su presentación, fue momento de suavizar las cosas con Phoebe Bridgers y hacer una pequeña reflexión sobre lo que podría suceder (o no) un par de minutos después en el escenario principal.
Aunque la música de Bridgers suele ser muy delicada y exquisita, es un hecho que sus presentaciones se caracterizan por tener implícito un humor muy particular desde que sube al escenario con «Down With The Sickness» de Distrubed.
Al igual que lo sucedido con Mitski en la noche del viernes, los fans realmente estuvieron conectados con ella cuando sonaban canciones como «Kyoto», «Chinese Satelite» y hasta «Me & My Dog» de boygenius, proyecto que integra con Julien Baker y Lucy Dacus.






Cuando IDLES subió al escenario fue un tanto contrastante y hasta irónico que Joe Talbot mencionara que estaba ante el mejor público del mundo, pues lo que se vivía debajo del escenario era una mezcla de emoción, euforia, nerviosismo, enojo y hasta miedo por parte de aquellos que nunca antes habían visto un slam, moshpit y vaya… literal gente echando desmadre con su banda favorita.
Con esto no queremos decir que deben aguantar los empujones o chutarse una banda que no les gusta porque sabemos que no todos tienen el tamaño, fuerza y edad suficiente para resistir algo así, pero, sí van solo por un artista en un evento que reúne miles de personas, no pueden pretender que los demás se quedarán estáticos solo para que no pierdan el lugar donde han estado parados desde que abrieron las puertas del festival. Es absurdo.
Más allá de criticar a nuevas/viejas generaciones, estas experiencias deben darles una muy buena lección y los ayudarán a curtirse para disfrutar próximos conciertos y festivales masivos, porque sabemos que en este momento se han convertido en una actividad extremadamente demandada.
Ya saben, sí no conocen a las bandas que están antes de su artista favorito, hay una muy bonita herramienta llamada Internet donde pueden buscarlas antes y escuchar algunas canciones para que se den una idea de lo que habrá.








Hablando en términos generales sobre el Corona Capital, es un festival que no tiene pensado detener su crecimiento y así como vimos su expansión de tres días con artistas de alto calibre a la cabeza que fueron desde el regreso de My Chemical Romance hasta Lil Nas X, también lo estamos viendo en el aumento de activaciones y espacios con largas filas diseñados únicamente para tomarse fotos.
Aún no tenemos ni la más remota idea de lo que nos depara en su próxima edición, pues todo sigue cambiando, avanzando, renovándose y las personas que llegaron sin saber absolutamente nada sobre un show de punk, probablemente tomen mejores precauciones para el próximo año, donde podríamos apostar que encontraremos el regreso de una o dos bandas británicas que se presentarán dentro del circuito de festivales en 2023.
Por lo pronto, aparten el 17, 18 y 19 de noviembre.





