Por: Ernesto Olvera
Cuando Billy Corgan estuvo al frente de una conferencia para platicar sobre el origen de The World Is a Vampire quedó claro que su principal motivación era promover la Lucha Libre, tanto los estilos que se manejan en Estados Unidos con la NWA y el enfoque tradicional de la AAA en México.
Además de eso, impulsó el nacimiento del festival como respuesta a la ironía que encuentra en los festivales masivos que inicialmente comenzaron siendo de rock y punk para convertirse en algo que, en su mayoría, presenta una tendencia más inclinada hacia el pop. Naturalmente con eso se refería más a los festivales como Lollapalooza y Coachella, por lo que la curaduría musical del festival está pensada para todos aquellos que una vez más buscan una alternativa… como cuando MTV se transformó y presentó plataformas como MTV 2 para enfocarse en las distintas vertientes del rock.








El cartel de la primera edición del The World Is A Vampire tuvo la solidez necesaria para debutar en la Ciudad de México, pues además reunió a dos de las bandas más escuchadas y queridas en nuestro país: The Smashing Pumpkins e Interpol, sin dejar de lado la sorpresiva inclusión de tres actos que se han caracterizado por liderar un nicho importante a nivel mundial en el ámbito del punk, hardcore, blackgaze y post-metal como Turnstile, Chelsea Wolfe y Deafheaven.
Basándonos únicamente en el cartel, podemos asegurar que fue una grandiosa iniciativa que definitivamente necesita tener continuidad, pero una vez que llegamos al Foro Sol descubrimos que, en esencia e identidad, parecía ser el festival mexicano al que se le invirtió muchísimo menos en producción comparado a lo que hemos visto en Corona Capital, Vive Latino, Tecate Emblema y hasta el EDC México.








Esta vez el cashless fue inexistente que, para bien o para mal, resultó un tanto extraño considerando que es una herramienta que se ha implementado prácticamente en todos los festivales masivos desde hace varios años para evitar que al final del día las personas que atienden no sufran tanto para conseguir cambio en efectivo, así que su ausencia en The World Is A Vampire fue un tanto… particular.
Por otro lado, la actitud de los artistas y asistentes fue brillante; era como regresar al momento donde asistir a un concierto no tenía que ser solo para tomarte la foto, presumir tu outfit, aparentar ser “influencer” y ver una saturación de activaciones donde lo que menos importa es la música sino “la experiencia”.






En ese aspecto, The World Is A Vampire se tomó la libertad de traer el espíritu clásico de los festivales de música para que pudiéramos disfrutar de bandas que difícilmente llegan a nuestro país como Chelsea Wolfe, In The Valley Below y Ekkstacy, y darle una visibilizad importante a los artistas locales como Margaritas Podridas, El Shirota y Acid Waves.
Los problemas del festival no estuvieron en el cartel ni en los asistentes, pues la camaradería mostrada en presentaciones de mayor poder como la de Turnstile en el escenario principal nos dejaba con un profundo sentimiento de satisfacción. El problema real, estuvo en los aspectos que deben reforzar la personalidad de un evento de esta magnitud y la comodidad brindada a los asistentes con el audio, visibilidad, tamaño de los escenarios y hasta los horarios que, a decir verdad, no tendrían por qué haberse empalmado tanto.









El Stage 2 estaba ubicado en el mismo lugar donde Vive Latino suele poner la Carpa Intolerante. Incluso, las dimensiones del escenario eran las mismas, algo que no tenía mucho sentido considerando que el headliner de dicho escenario era Peter Hook & The Light y, aunque muchas personas se fueron a ver a Interpol, es un hecho que el ex bajista de Joy Division/New Order también tiene un importante nivel de convocatoria y eso provocó que tanto el audio como la visibilidad no fuera la más óptima para aquellos que no podían estar dentro de la carpa.
Sabemos que asistir al Foro Sol es un tema de ubicación, pues la experiencia auditiva depende mucho de dónde estés parado en campo abierto (a menos que sea un concierto de Rammstein), pues en presentaciones de actos como Deafheaven había opiniones encontradas entre aquellos que la disfrutaron en todo su esplendor delante de la consola, y quienes escucharon un volumen demasiado bajo al estar más atrás.








Como plataforma y alternativa, The World Is A Vampire resulta vital en una temporada donde los festivales masivos parecen estar dejando de lado este tipo de géneros cuando están más presentes que nunca. Tan solo veamos en retrospectiva y desde que se levantó la contingencia sanitaria regresaron prácticamente todos los festivales en la ciudad, con excepción de aquellos enfocados al rock y metal como el Domination, lo que a veces da la impresión de que estas bandas y su audiencia no son prioridad al momento de montar un evento dirigido a ellos; uno que pueda cubrir y satisfacer cada una de sus necesidades al igual que lo hacen en un EDC o Corona Capital.
Sí, quizá los costos de producción no podían ser los mismos considerando que la venta de boletos tampoco fue la más demandada, al igual que lo fue la comunicación para despejar dudas sobre las diferencias entre General y General+ que, honestamente, solo eran los baños ubicados a un costado del Stage 1.






La inclusión de la Lucha Libre tuvo la mejor de las intenciones: llegar y conquistar una audiencia que tal vez no está familiarizada con ella. Como tradición, asistir a una función de lucha libre es simplemente maravillosa y esta no es la primera vez que se le da un espacio dentro de un festival, pues Vive Latino tiene su carpa especial para eso. Sin embargo, en esta ocasión fue presentada como El Corazón de The World Is A Vampire al estar en medio del Foro Sol y tener funciones que no se empalpaban con ninguna banda, algo que quizá pudo evitar los choques entre Deafheaven y Chelsea Wolfe (que comparten la misma audiencia) o Interpol con Peter Hook (que también comparten audiencia…).
Con las altas y bajas, todas las bandas y los asistentes sacaron adelante el festival por medio del genuino amor que se le tiene a la música y no al presumir la experiencia en redes sociales. Es una iniciativa que tiene muchos aspectos que deben mejorarse al tener una alineación bastante exquisita y que llegó a su climax de la mejor manera posible: una colaboración entre The Smashing Pumpkins y Peter Hook con un cover a “No Love Lost” de Joy Division.






En aquella conferencia, Billy Corgan también mencionó que la idea de The World Is a Vampire es convertirlo en un evento anual donde The Smashing Pumpkins no sea siempre el headliner, y todo dependía del éxito que fuera a tener tanto en México como en las ediciones que está programando en otros países con Jane’s Addiction. En este momento es un poco complicado asegurar que volveremos a verlo en 2024, pero definitivamente es algo que nos gustaría que sucediera con su respectiva corrección de errores.
Por lo pronto, de su primera edición nos quedamos con la espectacular presentación de Turnstile; el regreso de “No I In Threesome” al setlist de Interpol, el debut en CDMX de Chelsea Wolfe, al apoyo a las bandas nacionales y por supuesto, el emocional cierre de The Smashing Pumpkins.









