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ENTREVISTA

Entrevista a Matías Aguayo

Matías Aguayo

Por Roy Rojas

Cuando estoy en el proceso de improvisación y siento que ya estoy tocando bien o cantando bien, tengo la impresión de que no soy yo quien está tocando, sino que la música me está tocando a mí…

Una ficción extraña, ilusión pasajera creada por el deseo de perderse en la marea sonora, es nuestra fantasía. Él no existe como creador, sólo es el soporte que usa nuestro alrededor para generar música electrónica combinada con ritmos latinos, un medio de transporte de ondas eléctricas, otro instrumento más que logra una creación conjunta con el público. En el escenario lo vemos y escuchamos montar bases rítmicas con su voz, transformarlas en un monstruo vivo que crece en proporciones gigantescas y disminuye hasta un silencio inusual… Matías Aguayo, suponiendo que en realidad existe y no es producto de un delirio mental, habla con Filter México sobre The Visitor Covers, las nuevas versiones a ciertos temas de The Visitor, con las que busca generar una historia diferente para dicho disco:  

“Hoy en día hacer un álbum es un desafío diferente al que era hacerlo hace diez años, porque la gente ya no tiene tiempo de escucharlo entero, salen tantos álbumes o hay tanto acceso a la música que resulta difícil desarrollar la concentración necesaria. Un álbum para mi no se define tanto en que uno saca un disco, la gente lo escucha mucho y le puede gustar o no hacerlo, es más bien toda una historia sobre qué es lo que pasa después y el impacto que pueden tener las canciones.

Hacer covers involucrando a Daniel Maloso, Philipp Gorbachev, Alejandro Paz o Djs Pareja, tiene mucho más sentido para mí, porque mi música es para bailar, pero también en el centro de cada tema está una composición que de alguna manera puede trascender si es interpretada o cantada por otras personas. Me interesa también el contexto de trabajo que tenemos en Cómeme, a veces logramos juntarnos en un algún lugar del mundo para colaborar, improvisar y grabar juntos, saber qué pasa si yo escribo una canción y otra persona la toca, es crear nuestro pequeño folclor en nuestro pequeño mundo Cómeme o en nuestra cultura. Mi intención no era repartir las canciones, sino qué canciones les interesaban a los colaboradores y cómo se acercaban ellos a estos temas.”

Me gusta mucho la música, me gusta mucho bailar, esa parte física que es tan importante para soltar todo lo que uno tiene dentro y para llegar a una especie de equilibrio en la vida

Si han visto en directo a Matías Aguayo saben que sus presentaciones suelen generar ciertas creaciones imaginarias: vemos crecer poco a poco a su monstruo sonoro, una batería producida por el golpe de unas baquetas contra un cencerro o un bajo generado a partir de su voz comienzan a darle forma; ha empezado desde cero, desde el utópico silencio que es el espacio a cubrir, del vacío de donde surgen sus temas; para The Visitor Covers ha dejado que al animal lo alimenten otras personas, cuyo trabajo, afirma desde Berlín, lo percibe “como parte del disco, de la narración, no como algo cerrado, que es solo el álbum que salió, sino también todos estos resultados que va dando; es enriquecedor para la música, para la idea de crear nuestros clásicos en diferentes versiones”.

No existe. Es nuestra imaginación jugándonos un rato agradable. Y la música que escuchamos está en las calles, en los árboles, en los autos, en nosotros…él, pese a que no es real, usa nuestro cuerpo para nutrir sus temas, somos colaboradores en este contexto; el animal se nutre de la respuesta del público y también se transforma. El chileno radicado en Alemania usa el espacio del escenario de manera diferente a sus contemporáneos, quienes detrás de tornamesas, sintetizadores, computadoras y demás instrumentos se mantienen estáticos; él se coloca frente a su maquinaria, toma el micrófono e interactúa con el público en una forma participativa, haciéndolo parte del proceso de tocar en directo:

“Tiene que ver mucho con la observación de ver cómo habla la gente y como desarrolla melodías hablando. Vamos sofisticando nuestro lenguaje, nuestro ritmo de hablar, de pausar, de entonar, entender un poco que eso es también una creación musical y que de ahí surgen otra clase de melodías, si uno está sentado en un teclado no puedes desarrollar ideas o yo no puedo… tiene mucho que ver con operar con lo que ya está, con abrir las ventanas y escuchar lo que está afuera e interpretarlo como música, una amiga me dijo que se puede aprender todo de los pájaros…no es un proceso de creación, es un proceso con la creación que ya está, hacer música para mi es un proceso vacío, estoy canalizando cosas que ya están, y cuando estoy en el proceso de improvisación y siento que ya estoy tocando bien o cantando bien, tengo la impresión de que no soy yo quien está tocando, sino que la música me está tocando a mí…”

El monstruo somos nosotros.

No está frente a la audiencia, sino en cada uno de los asistentes. No es un sistema de transmisión de información en la forma clásica, de manera vertical, es circular, puesto que “es una música muy participativa”, sostiene Aguayo. “Cuando hago música para bailar no impongo toda la idea sobre el que está escuchando, sino que le dejo espacio, estamos pensando siempre en la fantasía del otro, en el cuerpo del otro, en la posibilidad, pienso en qué quiere el que está bailando y cómo puedo interactuar con esa persona, hay ritmos que te hacen mover mas los hombros y otros más las caderas,  siempre debe haber un espacio vacío en el que la gente pueda moverse y vivir su fantasía, cómo puedo darle algo que se lleve más allá de la noche, me gusta mucho la música, me gusta mucho bailar, esa parte física que es tan importante para soltar todo lo que uno tiene dentro y para llegar a una especie de equilibrio en la vida. Por eso es tan importante para mí encontrar diferentes espacios, la discoteca es muy buen espacio obviamente, pero es siempre el mismo espacio, es un cierto contexto social, la gente ya sabe qué es lo que va a escuchar, es un espacio estandarizado hasta en audio, para mi es importante tocar en la calle, en una galería, en la sala de conciertos, en un festival, todo eso cambia mucho e influye mucho en lo que yo toco.”

Cuando hago música para bailar no impongo toda la idea sobre el que está escuchando, sino que le dejo espacio

Pensemos en la posibilidad que todo esto sugiere. Matías Aguayo no existe como creador, él es usado por la música, al mismo tiempo afirma que en el proceso en directo nosotros como público somos parte de esa composición en una forma participativa interviniendo de forma directa en su show, pero él no existe, nosotros tampoco, somos la imaginación de alguien más, la fantasía de los cuerpos bailando mientras la música siga sonando…

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