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COBERTURA

Festival NRMAL 2015: Día 1

Por Roy Rojas / Ernesto Olvera

Fotos Gus Morainslie

Festival NRMAL, todos los caminos van a ti.

Surgido como propuesta y necesidad de un grupo de chicos que llevaron bandas que nadie llevaba a Monterrey, el Festival NRMAL deja su sede origen, al menos por este año, para establecer terreno en el centro del país. Triste noticia, ver que se centraliza una vez más un evento musical. Razones lógicas debe haber. Así llegamos a un destino poco habitual para los que acostumbrados a caminar de escenario a escenario, dolidos de piernas y frustrados al ver que la fila de los baños es enorme, asisten fascinados a festivales para una jornada maratónica de música continua.
Segundo año que se organiza en el Deportivo Lomas Altas. Llegar ha de costar lo mismo que en un día laboral a hora punta del día con el tráfico lento, la acera derritiendo de calor las llantas de los autos y la impaciencia porque empiezan las bandas y uno nada más no da con el lugar.

3:30 PM Escenario Red Bull Music Academy. A Daniel Badillo, cabeza de Missing Human, le tiemblan las manos, pero sus movimientos son firmes. Cuando no está generando atmósferas espaciales golpea la batería con dureza, con emoción, se le caen los lentes, se le mueve el cabello, él está concentrado. Cada vez somos más en la carpa. Cuando toma las baquetas Missing Human cobra vida, respira, se siente vivo, cuando únicamente usa lo electrónico y la guitarra el set se hace lento, poco pesado, poco atractivo, pierde fuerza, pero en el último tema renace y roba aplausos de los que sorprendidos vieron una de las propuestas más atractivas de México.

Corremos porque escuchamos unos mazazos retumbando a lo lejos, METZ sobre el escenario Azul haciendo ruido, punk bastante mordaz para contagiarte de su furia. El bajo distorsionado cruje como hueso al quebrarse. Hasta adelante un grupo en el slam. De no ser porque la guitarra es sujetada, Alex Edkins la estrellaría contra el suelo, la energía que expulsa de los cuerpos es fuerte como el ruido que brota de los instrumentos de los canadienses. Son brutales.

A un lado, en el escenario rojo, Kirin J Callinan sorprende con sus músicos que literalmente arrojan beats de sus manos a través de unos controles con los que manipulan las computadoras, él regala unos tenis al público, pero para ganárselos los que atraparon los vans deben ganar unas “fuercitas” sobre la espalda de un músico; después pide una cerveza, eructa, toma una guitarra e interpreta así los temas, únicamente con el instrumento de cuerdas. Atrás sus músicos vestidos de color beige como él, sólo que Callinan ya no trae camisa. Al final corre hacia el otro escenario y se despide. Bizarro su show, como bizarro él.

A comer algo para cobrar fuerzas, la oferta proviene de los Food Trucks y de la Comilona. Mucha gente ahí, demoraríamos más y hay que ver a Huerco S. Éste arranca aunque se lea absurdo desde cero su show, desde abajo, lentamente hasta una velocidad mediana. No revienta. Despide la tarde y da la bienvenida a la noche. Baile en este club que es el Red Bull Music Academy. Pero, mientras ocurría eso en ese escenario, del otro lado Peaking Lights estaba ofreciendo una de las presentaciones más vibrantes de la primera jornada del festival, ya que sin clavarse tanto en el synth-pop de su Cosmic Logic, el dúo ejecutó versiones retrabajadas de sus álbumes anteriores como «All The Sun That Shines», las cuales eran todo un oasis lleno de dub y techno que naturalmente tenían a todos vueltos locos.

Devon Welsh rompe el esquema de las presentaciones tradicionales con su proyecto Majical Cloudz. Pide a un asistente traduzca lo que él dice, ofrece el set que el público pida, deja el escenario y se mete dentro de la multitud con su música hipnótica, lenta y densa; una presentación hermosa, le hace falta aire para los coros en los temas de “amor”. Los vive, los sufre, los canta. Pide alrededor que se sienten y el cuadro se vuelve imposible. Él sentado, rodeado de la gente en cuclillas. Cierra con This is Magic. Así su show, mágico y lleno de hechizos que funcionaron con los que cerraban los ojos para trasladarse a otra dimensión.

Se sienten los estragos, las piernas duelen, baja el ánimo, y Fatima & The Eglo Band no parece importarle esto. Fatima y su voz increíble.que seduce y encanta. “Es mi primera vez en México, no me hagan llorar”, dice. Ritmos latinos, música viva, alegre, que provoca movimientos corporales. Funciona muy bien para recobrar energía. Poderosas baterías con las que ella también se mueve en el escenario azul; su músicos negros no saben lo que es la tristeza, sueltan alegría transformada en pulsos sonoros, un bajo grueso guía la marcha y el órgano pone notas que brillan en la oscuridad.

Aparece un letrero en el escenario rojo. Escenario azul y rojo están juntos, al terminar una banda comienza la otra en el de junto. Interesante propuesta de espacios que radicaliza la manera en que concebimos los Festivales de música. Los escenarios principales pegados. MachineDrum no se presentará porque perdió el vuelo debido a una tormenta, dice el letrero. Al rato en el escenario rojo The Black Angels arrojan furiosos riffs de guitarras, quizá eso sirva para calmar el hambre de los que buscan comida inútilmente en los food trucks. Ya no hay comida y apenas son las 9:45. Aún faltan shows. Los que están hasta adelante bailan con esta música endiablada, los que están más atrás miran curiosos a los texanos.

Corramos a ver si alcanzamos algo del argentino Chancha Vía Circuito. Un grupo nutrido de extranjeros bailan fascinados con la cumbia, la salsa y los ritmos andinos de Pedro Canale. ‘Arriba las manos‘ no se cansa de decir él e incluso, como dato curioso nos encontramos a la mismísima Katie Stelmanis, la vocalista de Austra, baila muy alegre con el buen Canale.

Para cerrar bastante a gusto las actividades del escenario Rojo, llegó el turno de Phantogram y el energético synth-pop que de nueva cuenta volvió a sacudir la parte central del país, sólo que en esta ocasión también nos tocó escuchar algunos de los temas de su más reciente álbum, Voices.

El baile no terminó con el fin de la cumbia, en el Red Bull Music Academy la fiesta continuaba con la densidad de Las Brisas que, con un estilo que viaja del techno, el noise y el lado más oscuro de la música electrónica, ofrecieron un show que minuto a minuto iba creciendo para de la nada tenernos bailando como si estuviéramos en medio del apocalipsis. Naturalmente, ese fue el preámbulo perfecto para dar pie al explosivo final del primer día de NRMAL con los incomparables Mouse On Mars.

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