Por Marlene Vernis
Fotos Maria Jose Govea / Red Bull
Un mundo atípico y extraordinario. Asfixiante y desesperante. Pocos venues en el mundo tienen un sonido que además de ser costoso, sea realmente impecable. A veces puede ser exagerado e incerbible, pero en Output el sonido es ridículamente apabullante Es el sonido que hace que los huesos se tensen y te provoquen una ansiedad con la que quedes paralizado.
Esa fue una sensación colectiva durante la noche de noise que organizó el Red Bull Music Academy Festival en Nueva York, el cual tiene un chingo de actividades durante todo un mes con actos muy diferentes. Williamsburg fue el punto de reunión en esta noche en la que todo lo que ocurría en Output era algo muy atípico para su naturaleza. Para empezar en el lugar nunca se hacen conciertos de nada y nadie tiene derecho a tomar fotografías de lo que ocurre en su interior. Es como un secreto, personalmente creo que tiene el sonido más brutal de todos los venues de la región, pero solamente es utilizado para pequeñas fiestas nocturnas que no tienen nada qué ver con el noise y sonidos infernales como los que hicieron acto de presencia el pasado miércoles.
RBMA organizó esta noche en conjunto con uno de los eventos legendarios de Home Sweet Home llamado Nothing Changes, en el que siempre suelen tocar actos bastante oscuros, desorientados y enfermos. Es una leyenda en Nueva York en estos momentos. Pero esta vez se movío de lugar por una sóla noche para ejercer su dominio local con una alineación que presentaba a los debutantes industriales, Uniform.
Uniform son nuevos, pero sus integrantes ya tienen rato sacándose sangre de las manos por haber estado en The Men y York Factory Complaint. Era un suceso y para ser los encargados de abrir lo que ocurría en el interior de Output (afuera había una fiesta alterna con DJ’s reconocidos como Becka Diamond, Ciarra Black de Appetite y Jock Club), era muy emocionante que el lugar ya estuviera lleno. Digo, no es que el venue sea para miles de personas, pero la comunión que se gestaba con los guitarrazos y los machacantes synths industriales, ya pronosticaban una noche llena de odio y brutalidad.
Margaret Chardiet estaba ahí con su cabellera rubia, su rostro enfadado y su imponente belleza. Esa apariencia física es el retrato más honesto de lo que es un ángel que cayó del cielo directo al infierno. El odio, el dolor, la desesperación y el caos que se desata con Pharmakon genera una presión en el pecho con la que no sabes si estás al borde de un infarto o si simplemente esa es la sensación real del amor.
Siendo mujer straight, estaba cabrón no sentirse enamorada cuando Margaret hacía eye contact con todos los que estábamos frente a ella. Había gente que no estaba segura sobre sí lo que estaba ocurriendo ante sus ojos era una ilusión, una pesadilla o una posesión diábolica. Tal vez era todo de un poco, porque una vez que deja a un lado las percusiones, sus pedazos de metal y tiene un encuentro casi sexual -no literal- con sus pedales en el piso, el nivel de exitación va más allá de todo.
Su garganta combinada con el audio de Output sacudía los musculos, carcomía la piel, era una maldita locura.
Después de patearnos la cara y de darnos unos puñetazos llenos de odio, llegó el momento de ver lo que Dominick Fernow se traía entre manos. Aunque el dude no tuvo piedad alguna cuando tomó el escenario para hacer ‘soundcheck’. Eso fue una patraña, en cuanto agarró sus máquinas de inmediato se apagó todo y se quedó en el aire un chillante sonido estúpidamente molesto para el oído humano, parecía interminable, parecía que era el fin de todo, el apocalipsis, estaba sangrando…
Pero fue épico, el loop interminable se extinguió de la nada y aunque se pensaba que estaría presentando canciones de su nueva placa como Prurient, resultó que tocó de principio a fin y por primera vez en su vida, el Pleasure Ground que sacó en 2006.
Con dos microfonos en su mano, Fernow provocó que uno de los asistentes se quedará privado diciendo ‘holy shit holy shit holy shit holy shit…‘. Este tipo es una leyenda viviente, es el exponente más importante del noise y todo lo que ocurrió en su presentación fue de terror. Además de esa persona que se quedó privada, había otra que se desvaneció a voluntad propia y se quedó acostada mientras en la pantalla aparecía un océano de luces.
This is the Prurient Experience…
La noche era joven, después del infierno se escuchaba de fondo un poquito de Kate Bush y en el llamado Panther Room sonaba un poco de techno al mando de Jock Club. Era la vibra perfecta para echarse un trago en lo que se venía uno de los platos fuertes de la noche -aunque todo ya estaba brutal- pero… ya saben, todo el que conozca a Genesis P-Orridge, sabe que verlo en directo siempre será una experiencia inolvidable.
Pero había un factor que hacia que su set fuera emocionante… bueno, había dos. Uno de ellos era que Aaron Dilloway de Wolf Eyes estaría tocando con él y el otro que ambos presentarían en directo Electric Newspaper de Psychic TV. Estuvo bueno, era hipnótico, por momentos parecía que era un show improvisado de covers a Throbbing Gristle pero era una actuación única y quiero pensar que irrepetible.
De newcomers pasamos a un bloque de leyendas. Primero estuvo Genesis P-Orridge con Aaron Dilloway y después… uhm, si, la legendaria entidad japonesa de noise que siempre parece estar viviendo en un búnker: Merzbow.
Verlo en escena siempre será una experiencia trascendental. Con una gran cabellera, gafas oscuras, equipo análogo y una sutileza en las manos, los látidos en el corazón se aceleraban cada vez más. Era como si la sangre del cuerpo fuera manipulada por el ruido que había en toda la habitación.
Si son fieles amantes del noise y de cosas que les dejen frito el cerebro –y no hablo únicamente de drogas– necesitan ver a Merzbow al menos una vez en su vida. Es más, no hace falta que sean amantes del noise para contemplar su presencia, los oídos de todo ser humano necesitan ser bendecidos por su existencia.
Aunque ya pasaban de las 3 de la madrugada, la gente parecía que no tenía ganas de irse. No sé si eran las drogas, el alcohol o los adictivos snaks, pero todos andaban con toda la pila como si apenas fuera a empezar Uniform… pero no, era el climax de la noche.
Marshstepper se encargaron de mandar a todos a sus casas en la hora donde se puede invocar a Satán sin sentirse mal. La comunión gestada en el Red Bull Music Academy dio un paso adelante al reunir en un sólo lugar a fans, gente de Sacred Bones, Ascetic House y cada uno de los actos de la noche en el performance ritualistico de la dupla industrial de J.S Aurelius y Nick Nappa de Destruction Unit.
Había sangre, en ese punto no sé si ya estaba agotada y veía cosas, o si realmente estaban regresando los shows intensos de Marshstepper porque últimamente andaban bastante tranquilos. Podrán parecer nuevos, pero su nombre es todo un fenómeno por estos lados. La transgresión que diseñaron sigue su marcha y seguramente llegará a su contidianidad en un futuro cercano.
En definitiva, el irrepetible Nothing Changes en el RBMA Festival en Nueva York fue una noche que quedará guardada en todos nosotros como… un orgasmeante exorcismo.