Por Milton Barboza Arriaga
Cuando tienes 14 años obviamente buscas la rebeldía no sólo en tu forma de ser o de vestirte, sino en lo que escuchas a nivel musical.
Soy sincero, no me tocó tener en mi poder el Ten de Pearl Jam sino un par de años después de su salida a la venta, un 27 de agosto de 1991, pero lo que representa para la historia de la música es algo muy importante.
Estamos hablando de un material discográfico que le cambió la cara a una ciudad y al rock en general, aunque fue opacado por la salida del también emblemático Nevermind de Nirvana.
Como se sabe, antes de Pearl Jam estuvo Mother Love Bone, proyecto que se considera el papá del “grunge” y de ahí la importancia de este material discográfico, una suerte de sesiones en las que Jeff Ament, Stone Gossard, Dave Krusen, Mike McCready y Eddie Vedder, intentaban definir su historia sin saber a dónde iban a parar.
El resultado es un monstruo sonoro, ruidoso, extremadamente bien armado bajo el nombre de Ten, que ofrece un repertorio perfecto de canciones estruendosas pero con un intenso contenido a nivel letras que en todo momento demostraban el enojo por el que pasaba la generación X de aquellos años que siempre pensaban en la muerte, depresión y algunos otros hartazgos que consumaron una suerte de logia musical que muchos aún continúan adorando.
“Even Flow”, “Alive”, “Black”, “Release”, “Jeremy” y su lúgubre video, son algunos de esos tracks que se convirtieron en clásicos que no dejan de llevarnos a la melancolía aquellos ahora viejos años noventa.
A 24 años no hay otra cosa qué decir sobre Pearl Jam y su álbum Ten, más que gracias por dejarnos el vivo retrato de lo que es plasmar la vida a través de la música.