Por Elizabeth Muñoz
Foto Fresale
Steven Wilson llegó nuevamente a la ciudad de México para hacer estremecer a cada uno de los asistentes. Esta vez como parte de la gira promocional de Hand. Cannot. Erase., su cuarto disco como solista.
La noche comenzó puntual. Visuales iban formando una serie de imágenes que mostraban aves y estructuras que nos situaban de inmediato en Inglaterra, las cuales funcionaron como una introducción perfecta para lo que estábamos a punto de experimentar.
Luego de aproximadamente 10 minutos de sumergirnos en dichas imágenes cada uno de los integrantes fue tomando su lugar en el escenario marcando el comienzo de la emotiva noche.
Quién haya sido participe de alguna presentación de Wilson, sabe perfectamente que al británico le fascina interactuar con el público con acciones que van más allá de su interpretación. Como al bromear acerca de su llegada a México, el día en el que el país cruzaba por una de las peores tormentas y el tuvo que enfrentar ese momento a bordo de un avión.
Cada presentación de Wilson exige absoluta atención debido a qué su interpretación esta repleta de detalles como los visuales que van alimentando de una historia diferente a cada track. Uno de los momentos más emotivos sin duda llegó con «Routine», canción que hasta el mismo Wilson presentó como una de las composiciones más tristes que ha escrito.
Pese a que las canciones de Wilson están plagadas de sentimientos melancólicos el ambiente del Plaza Condesa se sentía completamente apuesto a ese estado. La audiencia apretaba los ojos para sumergirse en los tremendos solos de guitarra, entregándose también a la voz del músico, quién también se veía en un trance, el cual se vio interrumpido por un terrible estruendo que parecía venir de una bocina que acababa de ser destrozada por la intensidad de la interpretación.
Afortunadamente, este pequeño error se arregló de inmediato y continuamos con la hipnosis de «Home Invasion». Esta presentación fue una oda a la tristeza, pero vista de una manera extremadamente hermosa, como lo muestra «Perfect Life» y «Happy Returns».
Por su puesto que el británico no podía presentarse sin interpetar canciones de Porcupine Tree, el cual era uno de los momentos tal vez más esperados por los fans, bastó con escuchar los primeros acordes de «Dark Matter» para que la gente enloqueciera y confirmara que su anterior banda sigue siendo un pilar importante.
La noche estuvo llena de melancolía, pero, como el mismo Wilson mencionó, no estarían aquí si no les gustaran las canciones tristes. Y si algo comprobó Wilson esta noche es que se le puede cantar con felicidad a la tristeza.






