Fotos Fresale
Por Joshua Lira
Después de dos años desde que se lanzó B’lieve i’m going down y tras una larga gira de 111 presentaciones en 2016, Kurt Samuel Vile regresó a México para promocionar su más reciente material.
Tal y como lo decía el boleto, a las 8 de la noche las luces se apagaron y con una apariencia de apenas haber salido de la cama, Kurt Vile salió al escenario de El Plaza, de manera muy breve saludó a la gente y la noche comenzó con «Dust Bunnies», una señal de lo fuerte y energética que sería la noche.
Una vez ahí arriba, tal parece que Kurt se encierra en su propio universo, cubierto de la cara por su larga cabellera, el oriundo de Pensilvania adquiere una posición casi estoica, la cual se ve fortalecida por el talento de su banda.
Aún frente a cientos de fans, Vile está tan metido en su presentación que nunca te hace dudar de su personalidad relajada, y aunque pudiera parecer introvertido para muchos, Vile poco a poco se los fue ganando con canciones «Jesus Fever», que a más de una chica puso a bailar con sus tintes de folk rock.
Lo mejor de la música de Kurt es su simpleza, sin ser el gran creador de solos, es de los pocos artistas que han ganado popularidad a pesar de tener un sonido muy arraigado de rock sureño, pero es casi imposible no ser atrapado por sus melodías cuando te recuerdan a Neil Young o Bob Dylan.
En gran parte la noche mantuvo este estilo, pegado al micrófono, y dando un recorrido por la prolífica obra de Kurt, pasando por «Walkin on a Pretty Day», «He’s Alright» y «Puppet to the Man», dedicada a una persona que odia en Estados Unidos.
De pronto, la voz grave de Kurt anunció: “This is a song about freaks”. Había llegado el momento de “Freak Train” y la noche aceleró su ritmo; un despliegue de su talento como compositor, cerca de 6 minutos con el mismo arpegio, una guitarra eléctrica cargada de efectos, acompañados por sintetizadores y un gran solo de saxofón.
“Wild Imagination» llegó como primera canción de su encore, el momento perfecto para estar acompañado y bailar al ritmo de las luces rosas y amarillas que iluminaban como un aura a Kurt, o simplemente la mejor canción para recordar a la chica que habías invitado y por alguna razón no pudo ir.
La gran sorpresa de la noche fue el debut de «Downbound Train», la cual no le pide nada a la versión original de Bruce Springsteen.
Gran noche en El Plaza, lástima por el puente que posiblemente alejo a mucha gente de este gran concierto.