Por: Maza / @ideasdelmaza
Fotos: Óscar Villanueva / @theOzcorp
Pocas veces me ha molestado como ayer que un concierto no se llenará. Lo que sucedió en el concierto de Bikini Kill y Cremalleras en el Pabellón del Palacio de los Deportes fue simplemente genial. Tal vez el lugar estuvo a poco más de la mitad de sus capacidad, pero cada una de las asistentes tenía una sonrisa que preveía una buena noche. Mucho estoperol, mucho color violeta, mucha camaradería, se hizo presente desde las filas.
Las dinámicas de la multitud son muy distintas cuando hay una clara mayoría de mujeres, el espacio se siente más seguro y amable y a pesar de que algunos individuos no entendían, el concierto transitó repleto de amor. Consignas necesarias y dolorosas se escucharon antes y durante el concierto demostrando que la música de Bikini Kill, y de muchas otras bandas de mujeres, ha sido transformadora.
Cremalleras salió como una aplanadora, para les que les conocíamos fue sin un lugar uno de sus mejores conciertos. Y las caras de sorpresa y regocijo de las que las descubrían fue hermosa. Daniel y Violeta son pura ternura hardcore; su sonido es un rayo directo a los afectos y siempre es un lujo poder escucharlas ya sean en los garitos más húmedos o en un escenario inmenso (que llenaron como una eficacia extraordinaria). Su presencia cobró importancia cuando Kathleen Hanna nos conminó a apoyar a las bandas locales porque ellas también comenzaron desde abajo. Sirva esto de recordatorio para siempre apoyar a la escena actual de bandas punk con perspectiva de género, porque la escucha también es política.

Después de, innecesaria, casi una hora de espera el Bikini Kill brincó, literalmente, al escenario por primera vez en México para entregar un concierto perfecto. El sonido que presentaron superó por mucho la potencia de los discos, la armonía de la banda es espectacular. Los cambios de instrumentos en algunas pasajes les daba una aire de conjunción excelente.
El cuarteto no escatimó en canciones, 26 canciones y media. Tobi Vail no pudo cantar “For Only” por la pena que la causó pensar en Aaron Bushnell (como lo explicó en sus redes donde también exigió la libertad del pueblo palestino, #FreePalestine); pero las asistentes la arroparon de una manera bellísima. Ambas vocalistas Tobi y Kathleen son unas monstruas, tienen una potencia y una facilidad de conexión que pocas veces he visto. Simplemente un deleite escucharlas.




Su poder se completó a la perfección con las ejecuciones de Kathi Wilcox y Sara Landeau que son unas maestras por dónde se les vea; pura finura sonora. Cada una de las canciones fue coreada por las asistentes que intercalaban los aplausos con consignas; a las que incluso Hanna agregó que también las mujeres trans y las personas no binarias debían estar al frente.
“I Hate Danger”, “Distinct Complicity”, “Reject All American”, “Suck My Left One” y, obviamente fueron de las más aplaudidas, pero en ningún momento soltaron la pasión que formularon.
Bikini Kill y Cremalleras son una muestra clara que el punk sigue vivo y que es comandado por las mujeres.












