Fotos: Óscar Villanueva
Por: Alfredo Guzmán
Han pasado casi veinte años de la primera vez que Los Planetas tocaron en México y muchas cosas han cambiado. Han acumulado fanáticos, tocado un par de decenas de veces y han tocado en muchas versiones, festivales chicos, grandes y medianos; en salas pequeñas al aire libre; pero sobre todo han tocado lo suficiente para poder apreciar sus conciertos sin el beneficio de lo extraordinario o de la novedad.
El de ayer no era un concierto más, era la celebración de los treinta años de uno de sus discos más emblemáticos: el Super 8. Con muchas expectativas por las buenas reseñas de sus presentaciones en el Vive Latino, donde tocaron solo la primera parte del concierto, la dedicada al disco; y los dos conciertos posteriores, ahora si completos, en Guadalajara y Querétaro, la gente llenó la sala grande del Foro Indie Rocks. Desde temprano el lugar lucia lleno y la banda abridora, Acty, dejó buenas sensaciones con un spacerock ácido y un tanto formal que calentó de buena forma el ambiente.
Pasadas las nueve de la noche Los Planetas en versión cuarteto, diseñado así para toda la gira, arrancaron con las 10 canciones del Super 8. Al principio hubo un problemas de sonido con el batería lo que se combinó con esos primeros minutos en cualquier comienzo de concierto de Los Planetas, en los que ellos y el público tardan un poco en entrar en tono. En esta gira esos primeros minutos pasan un poco más sencillos porque “De viaje” y “Qué puedo hacer” son tremendas.




A partir de ahí el concierto fue para arriba en intensidad, “10,000” abrió esas puertas que solo ellos saben hacer. “Estos últimos días” y “La caja del diablo” pasaron igual con ese manto sonoro que cubre todo y deslumbra desde hace décadas. La crudeza de formación cuarteto, permite un sonido directo que hacía retumbar la distorsión en cada membrana, pero sin tanto adorno. Los precisos y bonitos visuales colaboraron en mucho para crear ese motor nostálgico por el que se mueve este concierto.
Después del encore dieron paso a la avalancha de “éxitos” que recordaban porque queremos tanto a la banda. “Santos que yo te pinté” recorrió todo el lugar en la voz colectiva. Si bien J. sigue tan poco expresivo. Sus canciones lo dejan todo claro, comunican con emoción y no con palabrería. Apenas un gracias y pocos y breves explicaciones ininteligible de alguna canción.
Con el público entregado. Salieron y volvieron para el segundo encore con la “versión” a Youngbeef, “Islamabad”, una pieza de artillería pesada. Un máquina de hacer vibrar al personal que coreó cubierto por la ola de sonido que despliegan sin mucha complejidad. Muchos esperábamos otra serie de canciones que venían tocando y que estaban en el setlist pero que dejaron fuera, pero las que estuvieron fueron efectivas. Después de “Pegado a ti” decidieron cerrar con la seminal “Mi hermana pequeña” que es de una básica belleza encantadora. Fue un concierto potente y radiante, pero también seguro.
Para esta gira no arriesgan, pero tampoco decepcionan y llegan a recrear esa galaxia conocida que tanto nos gusta.











