Fotos: Zeus López
Por: Felipe Corrales
Beat ofreció un recorrido por la era ochentera de King Crimson en un show de alta precisión musical. Los mejores éxitos de discos como Discipline, Beat y Three of a Perfect Pair fueron revisitados con un gran ensamble de músicos.
El concierto comenzó con «Neurotica», y desde ese instante comenzaron a notarse los gestos de precisión musical. Adrian Belew, con su voz y su guitarra de sonido experimental, marcó el camino de la noche, provocando ovaciones en cada tema. Uno de sus momentos más destacados fue durante «Neal and Jack and Me» y «Heartbeat», donde su voz vibró entre la nostalgia y la frescura.






En la batería, Danny Carey fue un verdadero arquitecto rítmico. Su introducción en «Waiting Man» y el ritmo que imprimió en «The Sheltering Sky» fueron una demostración contundente de su dominio con las baquetas.
Por su parte, Tony Levin, maestro del Chapman Stick y el bajo, fue el corazón palpitante del concierto. Su manera de manejar las líneas graves en canciones como «Model Man» y «Elephant Talk» fue simplemente hipnótica.
El repertorio, impecablemente elegido, no dejó fuera ninguna joya de la trilogía. «Matte Kudasai» ofreció un respiro emocional lleno de ternura, mientras que «Three of a Perfect Pair» e «Indiscipline» detonaron la energía acumulada, con una interpretación teatral de Belew que capturó al público.






El encore fue apoteósico. «Red», con su riff poderoso en manos de Steve Vai, sacudió el recinto como una tormenta precisa, y «Thela Hun Ginjeet» cerró la noche con esa mezcla perfecta de groove, spoken word y caos controlado que solo King Crimson podía lograr, y qué Beat honró de manera magistral.
Más que un simple concierto de covers, el show de Beat en CDMX fue una verdadera celebración de una etapa fundamental en la historia del rock progresivo.












