Foto GUS MORAINSLIE
Por ERNESTO OLVERA
Después del largo año en el que Disclosure estuvo apareciendo en todos lados con el lanzamiento de su aclamado Settle, los hermanos Lawrence por fin pisaron suelo mexicano para dar cátedra de lo que saben hacer en vivo.
Naturalmente las expectativas sobre lo que estaríamos presenciando la noche del viernes estaban en su punto más alto, sin importar que el clima a las afueras del José Cuervo Salón estuviera estropeando algunos de los mejores atuendos que los asistentes quisieron lucir para sacar sus mejores pasos de baile. Pero antes de que el dúo británico tomara el escenario para borrar cualquier pensamiento y hacer de la noche algo único, Ezekiel se encargó de ajustar la frecuencia de nuestros oídos por poco más de 50 minutos, en donde desfilaban algunos sonidos por parte de proyectos como Egyptrixx.
Y aunque algunos de los asistentes estaban demasiado impacientes en los minutos finales de la actuación de Ezekiel, el momento estelar de la noche arribó en un abrir y cerrar de ojos, haciendo que el José Cuervo Salón vibrara al unísono del monstruo que se había posicionado frente a todos los que estábamos ahí, viendo como era proyectado el rostro que se ha convertido en una imagen imponente de Disclosure, aunque no tanto como la manera en la que sin tanto rodeo decidieron abrir su set con dos trancazos sin piedad: «F For You» y «When Fire Starts To Burn».
Muchas veces es muy raro ver que un acto electrónico es coreado, en lugar de ser bailado; y eso es exactamente lo que ocurrió con Disclosure en los primeros minutos de su presentación, la cual evidentemente está diseñada para irse desarrollando de un modo en el que de repente te encuentres atrapado en un mar de baile y aplausos que no se suele encontrar en una fiesta cualquiera en cuanto suena «White Noise», o la hiperactiva «Stimulation».
Se podrá decir absolutamente todo sobre el apabullante hype que han recibido, pero no se puede escapar del ‘efecto Disclosure’ cuando se está rodeado de gritos ensordecedores que son expulsados con una fuerza inexplicable, como cuanto se comenzaron a despedir con la adorada «Latch», no sin antes brindar un momento en el que los hermanos Lawrence hicieron de la velada algo intimo con «Help Me Lose My Mind».
El dúo no sólo encontró la forma perfecta para hacer que Settle sea un álbum que resulte épico de principio a fin, sino que además han logrado emular esa fórmula en sus shows en vivo para que se quede grabado en la memoria de todos como la mejor fiesta a la que han asistido en toda su vida. O al menos, esta fue la mejor fiesta con la que ha quedado inaugurada la temporada de conciertos de 2014.