Fotos cortesía Boiler Room y Ballantine’s
Por Wally Bonanza
La edición Journey’s México fue un rotundo cambio que extasió los oídos e hizo bailar a cada las piernas de cada asistente. Tal como las transmisiones underground a las que acostumbramos en Berlín, Londres o Los Ángeles, nuestra ciudad eligió un antiguo edificio llamado Estación Indianilla para demostrar en Boiler Room el talento nacional y una pequeña probada del internacional.
La bienvenida fue perfecta: Ballantine’s rondaban por doquier y Jocan Dekä a punto de iniciar su set. Poco a poco el venue se convirtió en una pista de baile con más de mil personas alrededor. Los movimientos del primer mexicano en las tornamesas eran potentes y dignos del techno. Llegó el momento de aligerar el cuerpo con La Royale & Yesco bajo un fondo audiovisual colorido. De inmediato Los Macuanos subieron al escenario con una ola de gente detrás de ellos. Las mezclas de los tijuanenses prepararon a los presentes para que después Harvard Bass implotara las bocinas y el venue se rodeara de cuerpos evaporándose. Algunos no estaban preparados para lo que Rebolledo traía. Su set se alejaba de euforias rítmicas pues sólo necesitabas escuchar y hacer suaves movimientos. Bailó rico bajo un sombrero y su acostumbrado outfit de camisa abierta. Seth Troxler cerró el lineup como pocos lo esperábamos: sumamente enérgico de principio a fin.
No cabe duda que del error se aprende. A pesar de los deslices que sufrió Boiler Room México la primera vez, puedo asegurar que la logística y música sobrepasaron las expectativas de todos. Descubrimos ruidos a una calidad optima. Esto provoca la emoción y cosquilleo en nuestros oídos pues habrá más ediciones así.