Foto Nacorock
Por Erich E. Mendoza
Patrocinado por Dos Equis Radler
Si tuviéramos que describir al Festival Trópico en una palabra, definitivamente “bonito” sería la más indicada para hacerlo.
Un hermoso escenario con rehiletes bailaba al ritmo del viento, mientras la pasarela de talentos –que dieron vida a esta segunda edición– presentaron una serie de propuestas impresionantes, llenas de sonidos africanos y upbeats que marcaron la tendencia musical y el concepto de Trópico 2015.
Para ser honestos, el festival en sí presentó muchísimas mejoras y dio un brinco literal de 0 a 100 en cuestión de asistentes en el primer acto. Lo que el año pasado buscaba ser una introducción de música tropical con Hawaiian Sativa, se convirtió en una fiesta de tropipop con Little Jesus iniciando la fiesta.
Pero para hablar de Trópico y su exitosa segunda celebración, primero hay que comenzar con el desafortunado panorama nacional que desde hace poco más de tres meses, complicó los planes de la organización en general.
No es ningún secreto que nuestro país atraviesa por una crisis que ha dejado al estado de Guerrero en una posición sumamente difícil en materia de turismo; esto representa por supuesto, un distanciamiento bastante contundente hacia diferentes regiones como lo es Acapulco. El tema es que a pesar del enorme manejo mediático y la negativa campaña que se ha establecido contra el puerto, los organizadores tomaron una postura firme en cuanto a la realización del festival, dejando en claro que más que un tema de aventurarse a seguir adelante con el mismo, se trataba de una cuestión de no permitir que el miedo y la situación, rebasara el entusiasmo y la convicción de dar vida a un evento musical y por ende, cultural.
Trópico 2014 se llevó a cabo y la música le ganó al miedo.
Con la tranquilidad de un camino sin fallas y la promesa de tres días de fiesta, el festival recibió a sus primeros asistentes con una fiesta en la playa. Al caer la noche, Thomass Jackson se hizo de la tornamesa para musicalizar la fiesta de apertura Trópico donde Zimmer, Museum of Love y Horse Meat Disco le siguieron el paso hasta las dos de la mañana; mientras que simultáneamente Mandara, presentaba a Zea & Shesh, Eric Duncan y Polo & Pan.
La ambientación de la apertura llevaba consigo un fuerte aire de fiesta en la playa sacada de la televisión. Luces, música, gente bailando por doquier y una vibra bastante amigable, demostraba que el fin de semestre había llegado y que el inicio de una fiesta para despedir el año estaba por manifestarse.
Si nos preguntan, Trópico 2014 fue para los capitalinos, lo que la semana de Springbreak es para los estudiantes norteamericanos; pocas inhibiciones, muchas ganas de bailar y el momento indicado para perderse en las diferentes propuestas que el lineup presentaba. Por eso fue que el acto de Santiago Casillas, Manolo “Truco” Sánchez, Fernando Bueno & Pony, fue el arranque ideal para esta segunda edición.
Aunque el año pasado las propuestas musicales desvariaban mucho entre su sonido y géneros, en esta ocasión la curaduría del cartel establecía una línea bastante cuidada que se adaptaba al transcurso del día.
Por ejemplo, al término de Little Jesus quien sacó a muchos de los asistentes a bailar (a pesar de que el sol estaba a todo lo que podía dar), un delicioso set con metales, solos de guitarra y un par de coristas increíbles, tomaron el lugar para dar paso al acto de Sinkane, uno de los mejores shows del festival que con una delicada línea funk en su presentación, nos adentró en el inicio del atardecer, congregando a más personas frente al escenario principal y calentándonos para lo que más adelante sería su aparición con Atomic Bomb!
A pesar de ser un artista un tanto desconocido en nuestro país, la música de Sinkane encontró una oportuna ventana para entrar en el gusto del público mexicano en este festival. Es ahí cuando entendemos que la evolución de las producciones mexicanas en materia de eventos y celebraciones musicales, tiene una función importante pues brinda una apertura a nuevos talentos, para comenzar a darse a conocer en nuestro país.
Una vez que el sol se acercaba a la montaña y el mar se apetecía más para caminar que para meterse a nadar, la sorpresa de la tarde nos llevó a un pequeño escenario en la arena donde la figura de Erlend Øye y su guitarra acústica, tomaba el micrófono para invitarnos a escucharlo sentados mientras la luz caía. Éste fue para nosotros uno de los highlights más importantes (y bonitos) del festival. Sin la enorme producción de luces, instrumentos ni demás, el músico realmente plasmó una vibra de fiesta en la playa bastante rústica, en la cual solamente nos faltaba una fogata para estar completamente en el mood.
Es extraño cómo a veces en este tipo de eventos el tiempo se pasa volando. Lo que comenzó con un fuerte sol pegando directo en nuestras caras, de repente se tornó en una bonita velada acústica frente al mar y un repentino ambiente oscuro donde la voz de Kazu Makino, dio vida a la presentación de Blonde Redhead. Y aunque un par de clásicos se hicieron presentes en el escenario, sinceramente lo que llamó la atención fueron sus más recientes producciones pertenecientes a Barragán.
Cabe mencionar que para muchos de los asistentes, la mayoría de los talentos presentes eran bastante desconocidos. Esto fue fácil de identificar por la reacción de muchos al momento de iniciar un set, y la manera en que durante el transcurso del mismo, se iban familiarizando con la música. Sucedió bastante con Kelela, cantante norteamericana quien a diferencia de otros nombres en el lineup, su trayectoria musical es relativamente nueva.
Cut 4 Me es el nombre del mixtape con el cual, esta interesante artista se dio a conocer en un panorama mucho más mainstream a mediados del 2013. Dentro del público que se encontraba disfrutando de su show, la presencia de Nomi Ruiz y Andy Butler de Hercules & Love Affair, sobresalía de entre todas las demás, lo cual de cierta manera invitó a la gente a poner más atención a la propuesta de Kelela, quien con una impresionante voz y un estilo R&B se colocó rápidamente como otro de los actos preferidos dentro de todo el festival, albergando a la mayor parte de los asistentes en el escenario principal y adentro más a la gente en un mood de baile y música chillout.
Ya entrada la noche, el Club Trópico abrió sus puertas con un DJ Set de André VII quien dio inicio a los nueve actos que le seguirían. En un ambiente totalmente electrónico que también presumió a talentos como Pato Watson, Christian Rich y un DJ Set de Hot Chip, prácticamente el festival se dividió en dos, ofreciendo un espacio para los amantes del baile y la música electrónica, así como un escenario para quienes buscaban conocer nuevas propuestas y vivir un ambiente de festival en la playa.
Así pues, mientras la figura de Ahmed Gallab apareciá frente al micrófono acompañado de las dos increíbles coristas y los demás integrantes de Sinkane, una bomba atómica se cocinaba en el escenario principal donde uno de los actos más esperados de la noche, reviviría el repertorio del enigmático William Onyeabour, músico nigeriano quien lanzara ocho álbumes de manera totalmente independiente desde su estudio ubicado en Enugu, y quien hasta la fecha resulta ser totalmente desconocido para todo el mundo.
“Who is William Onyeabour?”
Si bien Money Mark y Alexis Taylor son dos de los nombres más importantes dentro del acto, la presencia de Luke Jenner de The Rapture y Pat Mahoney de LCD Soundsystem, también se hicieron presentes para eventualmente abrirle la puerta al nombre más esperado de la noche: David Byrne.
No se trata de tener a David Byrne a tan sólo unos metros de distancia y poderle escuchar en vivo, es más bien todo el contexto de verle participar en un festival que a sus ojos y experiencia, bien podía representar una micro-celebración que más bien va de una fiesta con muchos asistentes. Y con todo y eso en cuenta, Byrne nos permitió la oportunidad de verle en ese escenario interpretando todo el repertorio de este proyecto dirigido por Ahmed Gallab quien en dupla con David y al ritmo de los sintetizadores de Money Mark y Alexis Taylor, provocaron una explosión de baile y sonidos con el mar del lado izquierdo, el pasto entre los dedos y el calor del Acapulco.
Para empezar, Trópico tiene tres finalidades muy marcadas con toda la dinámica del festival: La primera es ofrecer un espacio seguro en donde no cualquiera pueda entrar. Con esto nos referimos a una taquilla bien resguardada y puntos de accesos sumamente controlados por elementos de seguridad, cuya labor es no permitir que gente sin boleto pueda entrar al evento.
La segunda, es ofrecer diferentes opciones para los asistentes en cuestión de música, actividades y comida; y aunque si bien en cuanto a música se refiere no hay nada qué decir, el tema de la comida fue un poco menos trabajado que el del año pasado considerando que a diferencia de su primera edición, sentimos que hubo un feo regreso al “hot-dog, hamburguesa, tacos y frituras” en el menú de la food court, cuando quién sabe, bien podían haber añadido platillos mucho más típicos (aunque sí había ceviche pero no precisamente el mejor).
Y finalmente, la que más nos gustó, es que de verdad, no hay necesidad de salir de Trópico en lo absoluto. Para quienes consiguieron habitación en el festival además de sus pases a fiestas y demás, realmente no tenían a qué salir de las instalaciones. Las fiestas y DJ Sets duraron desde medio día del viernes hasta las cinco de la tarde del domingo; la comida, bebidas, y servicios que no pudiera llegar a ofrecer el festival en sus stands de alimentos, bien podían cubrirse con las del hotel; y en cuestión de música, dudamos mucho que en otro lado del puerto de Acapulco pudieran encontrar actos tan buenos o a Erlend Øye tocando en la playa (o bueno… eso último no lo sabemos, igual y sí pudo pasar).
El punto es que la organización nos hizo sentir a gusto, cómodos y sobre todo seguros. Quizás fue por eso que cuando Atomic Bomb! Who is Williams Onyeabor reventó el escenario, una vibra de despreocupación y fiesta, impregnó el lugar en su totalidad. Esa sensación ya recorría el lugar desde que Little Jesus tomó sus instrumentos y abrió el festival, pero fue hasta ya adentrada la noche que aquellas preocupaciones dejaron de ser, para abrirle paso a un ambiente de mucha relajación y goce.
Llegó al trío danés de WhoMadeWho. La tendencia sonora de esta banda a veces se recarga mucho en las influencias de Giorgio Moroder, su propuesta no es repetitiva ni cansada en ningún momento. Durante el festival, el trío gustó no solamente de interpretar tracks propios, sino también de divertirse con el público y tocar “Satisfaction”, cover que han interpretado en diferentes presentaciones alrededor del mundo.
Tristemente, no podemos decir lo mismo de David August. A pesar de ser uno de los productores más reconocidos y jóvenes en la escena internacional, la propuesta sonora del DJ alemán realmente desentonó en el lineup del festival.
Sí, este es uno de los nombres con más peso en la escena electrónica mundial, pero definitivamente nos hubiera gustado verlo más dentro del Club Trópico que en el escenario principal, y es que cómo mencionamos al inicio de esta nota, entre bandas el sonido parecía relacionarse. Sin embargo la propuesta tuvo poca cabida en el escenario principal considerando que la gente disfrutó de esta misma los primeros 10 minutos para después como perderse en pláticas, filas para comprar bebidas y sinceramente muy poca atención al acto.
La madrugada llegó a Trópico y los primeros caídos comenzaban a decorar el pasto. Eran las dos de la mañana y el ambiente se vivía como si fueran las doce del día. Andy Butler comenzó a poner música y el show de Hercules & Love Affair dio por iniciado el final de las presentaciones en el escenario principal de Trópico.
“Last show of the year and we’re fucking happy of being here”
Por un momento habíamos olvidado que el 2014 estaba por terminar, que existía una realidad más allá de esas horas de diversión, música, sol y playa, y que debíamos regresar al frío del Distrito Federal. Normalmente cuando un acto cierra un festival, la emoción está a tope así como la idea de que todo lo bueno llega a su fin. En esta ocasión, ese fin sería solamente en la estructura de rehiletes pues los DJ Sets continuarían musicalizando durante varias horas, pero aún así la presencia del conjunto liderado por Butler, sí nos daba una mezcla de sensaciones entre tristeza y alegría.
Otro año más de Trópico, otro año más de playa. “I Wanna Be With You” sonaba en las bocinas mientras la gente levantaba las manos y brincaba en lo que probablemente sería su último concierto o festival del año. “Blind”, “My House” y “Do You Feel The Same?” fueron en definitiva los tracks más coreados por la gente que bailaba antes de despedirse de los originarios de Nueva York, quienes en vez de interpretar canciones pertenecientes de su último álbum titulado The Feast Of The Broken Heart, decidieron tocar los clásicos que todos conocen con la única finalidad de continuar con la fiesta, sin importar si estaban aprovechando o no la oportunidad para promocionar el disco o algo por el estilo.
Pies cansado, caras rojas, olor a protector solar y muchos vasos acumulados en las manos de los que salían. Mientras que unos se quedaron a amanecer en el Club Trópico, el deck de la playa y las albercas del lugar con música de Superpitcher, Kalabrese, Break, Damián Romero y Rebolledo; otros decidimos despedirnos del festival para regresar a la ciudad, manejar por aquella fría carretera, atascarnos en el tránsito de Cuernavaca, hundirnos en pendientes de trabajo y gritar una vez más: ¡me urges Trópico 2015!









