Sorpresas y planes.
Nuestro 5o y último día en SXSW iniciaba también con un cielo bastante nublado, lo cual afortunadamente no se tradujo en otro día más de lluvia eterna y tráfico. Aún así, ya estábamos curtidos para ello, pero para lo que no estábamos preparados era para el sinnúmero de sorpresas que el día traería para nosotros, sorpresas que muchas veces suelen alterar los planes:
Primera sorpresa. Durante 4 días el Centro de Convenciones de Austin, en su sala de exhibición 4, albergó Flatstock, una muestra y venta de arte: posters, stickers, playeras y botones alusivos a una infinidad de grupos, películas y elementos de la cultura pop. Caminando por ahí, en el stand de nuestros amigos de Mercadorama, encontramos a Shepard Fairey, el mismísimo OBEY e ícono del street art a nivel mundial.
Segunda sorpresa. El Mohawk, como parte de sus presentaciones en el marco de House of Vans, albergó el show de Ghostface Killah, miembro del Wu-Tang Clan. Segunda sorpresa del día: mientras esperábamos que iniciara la presentación pasó a un lado nuestro el gran Bill Murray, quien estuvo asistiendo a varios eventos dentro del festival. Siguiente sorpresa: a la mitad del set, el propio Ghostface Killah invitó a un par de miembros del público para tirar rimas en un tema del clan. Uno de ellos lo hizo tan bien como lo habrían hecho Method Man o RZA, mientras que al otro le dio pánico escénico, a pesar de su vestimenta de Batman.
Plan B. Después de una cena de lujo en el G’Raj Mahal (deliciosa parada obligada en cualquier visita a Austin, aunque de sorpresa ya no tenga nada), nos llegó el rumor de que Prince se presentaría en el Stubb’s. Este rumor al parecer estaba confirmado, por lo que apresuramos el paso para llegar. Parecía que sería verdad cuando se presentó Liv Warfield, una cantante de R&B y soul con muchos toques de rock, protegida del propio Prince. Finalmente, “el artista” no apareció, al menos en el escenario, pero aún así la presentación no demeritó en calidad y sentimiento.
Plan abortado. En teoría, o al menos según la app oficial del festival indicaba, Robert Rodríguez se presentaría en el Paramount Theater con su banda CHINGÓN (sí, como lo leen). Nuevamente y para sorpresa nuestra, más bien se presentaron los Texas Tornados, un conjunto texano legendario con raíces de blues y polka, cuya música perfectamente podría estar en una película de Rodríguez o de Tarantino. No nos quedamos demasiado tiempo para averiguar si eventualmente aparecería el director México-americano.
Plan de escape. Saliendo del Paramount Theater el grupo se dispersa y se dirige a diferentes destinos. Su servidor cruzó media ciudad de Austin para llegar al Gypsy Lounge, un bar con patio trasero en el cual se montó un showcase de Converse y la legendaria revista de skate Thrasher. Por obvias razones, el lineup de este showcase era más cargado hacia el punk y el metal, lo cual quedó claro con la presentación de Dillinger Escape Plan. Posiblemente sea uno de los grupos con más energía que haya visto un escenario, con crowdsurfing incluido del vocalista Greg Puciato y el guitarrista Ben Weinman. Mathcore cargado de poder, metal en su máxima expresión.
Plan rejuvenecedor. Justo a un costado del Gypsy Lounge se encontraba el Hotel Vegas Patio, sitio al que tardamos un poco en poder entrar pero en el que la espera valió completamente la pena. Nos encontramos con un divertidísimo show de King Tuff, con asistencia mayoritariamente juvenil, lo cual nos contagió para entrar al slam. Y es que, después de todo, de eso se trata estar en un concierto de rock: lodo, cerveza, volumen alto, pasarla bien. Bien lo decía Magic Jake, bajista de la banda: “Es como estar tocando en una fiesta con todos nuestros amigos”. Gratísima y rejuvenecedora experiencia.
Así pasó una semana de diversión y cansancio en Austin, una ciudad que todo melómano, foodie, alternativo o simplemente quien quiera divertirse en grande debe vivir.







