Por José Carlos Martínez
Mackenzie Scott, mejor conocida como Torres, es una compositora que opera a través de una atmósfera melancólica, bajo recuerdos, cicatrices, traumas y nuevas sensaciones sentimentales. Sprinter, es su segundo material y en él se enfrenta a relaciones rotas difíciles de comprender. Su música es contundente, rock mercurial que arde mientras nos deleita con su voz.
Torres eligió a grandes músicos para sus colaboraciones en el estudio, por ejemplo, su baterista y coproductor es Rob Ellis, quien ha trabajado con PJ Harvey, al igual que su bajista, Ian Oliver, además del increíble Adrian Utley de Portishead que se une a ella en la guitarra. Con este tipo de nombres es casi imposible no poner énfasis en su instrumentación bien lograda.
La canción que le da título al disco, marcha a través de una guitarra distorsionada para darle potencia a su sonido. En “Ferris Wheel”, Torres canta acerca de un amigo y su tristeza, mientras que un vals lento flota sobre la pista. Así es como lentamente se contonea este álbum, puede que técnicamente y musicalmente Scott no esté tratando de abrir nuevos caminos en Sprinter, pero pone todo el peso de este material en su voz que se presenta en diversos estados de ánimo.
“The Exchange”, es la mejor canción de esta producción, una maravilla de casi ocho minutos que explota en emociones cuando los dedos de Scott se deslizan sobre las cuerdas de la guitarra y su canto nos lleva por un paisaje hermoso fuera de este mundo. A medida de que la acústica se hace más fuerte, su voz tiembla y el sonido se va desvaneciendo lentamente. Quien escucha este material debe estar dispuesto a viajar a lugares oscuros y solitarios de reflexión.
Puede que Sprinter esté basado en muchas vivencias de Scott, pero ella asume esa responsabilidad sin miedo, mostrándonos sus sentimientos más negativos, como la ira y el odio, incluso parece que este disco es parte de su liberación personal. Por el tono que tiene cada pista, la autocompasión no es una opción, es más una cuestión de reconocer las consecuencias de nuestros actos, por ejemplo, en “Son You Are No Island”, habla sobre un joven y su falta de madurez, algo cotidiano en cualquier lugar del mundo.
El álbum está lleno de historias sobre liberación, ya sea fuera de casa, en una relación de pareja, o simplemente con uno mismo. Al final, de lo que si estamos seguros, es que Torres demuestra que con una buena banda de acompañamiento, un productor profesional y el valor de un estudio, puede hacer grandes cosas, como contar una historia catártica acompañada de una instrumentación exquisita.