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NOTICIA

Ruido para inadaptados: Three One G Records

Por Francisco Reyes

Cuando tenía 13 años, todo me impresionaba muy fácilmente; ya fuera Marilyn Manson con su anti-religión, Green Day con su rebeldía simulada, o Slipknot con sus vestimentas sacadas de una película de terror de bajo presupuesto. Todo esto me parecía muy intenso y me hacía sentir más “rudo” que los demás niños de mi edad. Cuando tenía 13 años, también descubrí a The Locust y el submundo de la disquera Three One G; así fue como mi vida cambió para siempre.

Sin duda, la apariencia de aquellos cuatro tipos de San Diego vestidos de insectos humanoides, fue lo que me hizo darle una oportunidad a la música de The Locust. Para cuando terminé de escuchar una de sus canciones, sentía como si me hubieran dado un madrazo que me había sacudido el cerebro. Cuando había terminado de escuchar el álbum Plague Soundscapes, sentía que debía pasar algunos días en terapia intensiva; aunque en realidad, yo quería más. Por primera vez me sentía impresionado por la complejidad de la música que acababa de escuchar y no por unas máscaras “aterradoras” que incluso mi mamá pensaba que eran “bonitas”.

Lo primero que hice, fue investigar qué clase de individuo se atrevería a lanzar este tipo de música; claro, yo aún era muy ingenuo y nada sabía de la existencia de disqueras especializadas en powerviolence, grindcore y demás bestialidades. Así fue como me encontré con Three One G, la disquera que corre a cargo de Justin Pearson, quien, para mi sorpresa, también era el bajista de The Locust. Decidí escuchar otra de las bandas lanzadas por el sello, esperando encontrarme algo igual de brutal a mi hallazgo previo. Sin embargo, me encontré con Swing Kids, una banda de screamo y hardcore, con un sonido impresionantemente crudo y bastante lejano a lo que The Locust hacía, a pesar de compartir miembros.

Esto me dejó fascinado, ya que significaba que dentro de la larga lista de bandas firmadas por Three One G, existía diversidad en el sonido, sin dejar de lado esta imagen de rareza y excentricidad que la disquera compartía. Así que, como un adicto nato que acaba de descubrir el crack, me sumergí en el vasto océano de su peculiaridad musical.

Arab On Radar, quienes hacen un noise rock que podría estar sacado directamente de la cabeza de un esquizofrénico; Holy Molar, compuesto por “dentistas” que interpretan unos estallidos de ruido con una ridícula carga de humor; Antioch Arrow, que podrían ser los hijos tristes de Nick Cave; The Festival Of Dead Deer, la banda de punk de tus amigos que ensayan en la cochera, pero con buenas canciones; Some Girls, que interpreta un hardcore más tradicional y directo, sólo que con un par de huevos extra. Estas fueron las bandas que me dieron la bienvenida a Three One G. El hecho de que todas estas agrupaciones compartieran miembros me resultó increíble; se sentía como formar parte de alguna especie de familia. Tal vez algo retorcida, pero, ¿acaso no todas son así?

Dos años después, mi búsqueda me había llevado a conocer bandas de géneros similares en otras disqueras. Lejos habían quedado Slipknot y Marilyn Manson, con sus actos cada vez más ridículos y su música cada vez más desgastada. Pero Three One G aún tenía un lugar especial en mí. Así que cuando por fin pude utilizar la tarjeta de crédito de mis padres para hacer compras por internet, lo más lógico era que comprara un disco de alguna de las bandas que me habían impactado hacía un par de años.

Cuando los discos The DNA Will Have It’s Say de Some Girls y Cavity Search de Holy Molar llegaron en el correo, me sorprendí al descubrir que ambos CD eran transparentes, aunque con un arte peculiar en cada uno: un unicornio partido por la mitad en el primero y una cucaracha en el segundo. Yo estaba acostumbrado a comprar álbumes en CD, pero no a que las disqueras pusieran empeño en los lanzamientos físicos de sus artistas; mucho menos por el precio que pagué por ambos: menos de 4 dólares.

Decidí investigar más sobre los lanzamientos físicos y descubrí que eran una parte esencial en el desarrollo de la disquera. Entre sus distintos productos se encontraba un vinilo con forma de corazón de Love Life; un EP de 5’’ de The Locust con Jenny Piccolo; un libro como acompañante visual a un 7’’ de Black Dice; un CD de 3’’ con forma cuadrada de The Locust; y una larga cantidad de picture discs de otras bandas como Holy Molar, The Blood Brothers y Quintron.

Yo poco sabía acerca de cómo funcionan las disqueras en esos tiempos, sin embargo, no se necesitaba ser un genio para saber que Three One G hacía estos lanzamientos por amor al arte, ya que difícilmente recuperarían los costos de producir objetos tan únicos para un mercado tan reducido. Aún así, el modelo DIY que manejan les ha permitido sobrevivir por más de dos décadas, manteniéndose fieles a su estilo y actitud de que no importe lo que los demás piensen.

Esta actitud se encuentra plasmada en Retox, la banda más reciente de Justin Pearson. El hardcore crudo, ruidoso y anti-político de esta banda llegó a México en el 2013, en lo que sería mi primer concierto de un artista de esta disquera. Aunque el concierto tuvo una promoción casi nula y asistimos menos de 100 personas, Retox dio una intensa presentación y Three One G se hizo presente en la gran cantidad de mercancía diversa que traían para promocionar a la disquera. Esa noche me dejaron en claro que sólo hay una manera de hacer las cosas. A tu manera.

Ahora, 8 años después desde mi primer acercamiento a ellos, he aprendido a apreciarlo como lo que es: una disquera fiel a su estilo y actitud, que sirve como hogar a las propuestas artísticas de freaks para freaks, dentro del vasto océano que comprenden las disqueras gigantes. Este es uno de los varios refugios independientes que intentan mantener viva la raíz de la música underground.

Los indispensables para entrarle a Three One G:

The Festival of Dead Deer – The Many Faces of Mental Illness (1998)

Arab on Radar – The Stolen Singles (2003)

The Locust – Follow The Flock, Step In Shit (2004)

Some Girls – The DNA Will Have Its Say (2005)

V/A – Release The Bats: The Birthday Party as Heard Through The Meat Grinder of Three One G (2006)

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