Por Ernesto Olvera
Fotos Fresale
La música de Mono está diseñada para dibujar en nuestra mente panoramas gélidos que constantemente nos van acercando a la devastación de lo que se encuentre a su paso. Esa es una de las virtudes del post-rock y la música instrumental en general, ya que cada individuo puede tener una imagen personal de la narrativa que es proyectada sobre el escenario y así experimentar algo único e irrepetible.
Takaakira Goto, la mente detrás de la mayor parte de los arreglos de la banda, está consciente de todo eso y con cada álbum trata de invitarnos a seguir estimulando nuestro pensamiento con las monumentales composiciones que ejecuta en compañía de Tamaki Kunishi, Yasunori Takada y Hideki Suematsu.
Aprovechando que su excelente Requiem For Hell aún está fresquecito, el cuarteto japonés regresó a nuestro país para deleitarnos con un set sumamente elegante y explosivo en el Plaza Condesa.
A casi 3 años de su última visita (en la que además se presentaron en el mismo venue), Mono aterrizó en nuestro país con un pensamiento mucho más maduro y un montaje escénico que si bien no ha sufrido ningún tipo de alteración, si proyecta la imagen de una banda que a estas alturas del partido no necesita demostrarle nada a nadie.
Cada canción la tienen perfectamente ensayada y el nivel de ejecución es cada vez más intenso. Pero esa intensidad no se encarga de abrumar a las personas, sino que es como un monumento que en un abrir y cerrar de ojos ejerce su poderío y nos tiene a todos a la expectativa de lo que pueda suceder en escena.
Su set arrancó con la inmortal «Ashes In The Snow» y nos fue dando un pequeño recorrido a través de las piezas de su más reciente producción como «Dream Odyssey». Considerando que horas antes se volvió a caer el cielo en la Ciudad de México, el poder escuchar en vivo «Pure as Snow (Trails of The Winter Storm)» quedó como anillo al dedo debido a que las emociones que se apreciaban en el Plaza se asemejaban a esa sensación de cuando estás en tu habitación escuchando el Hymn to the Immortal Wind con las luces apagadas, solo que esta vez acompañado de personas con un sentimiento en común.
Si bien este no fue el show más espectacular que le hemos visto a Mono, si sirvió como una sólida introducción para las personas que no estaban muy familiarizadas con su trabajo. En vivo son sinónimo de calidad y es más que evidente que al tocar en México se sienten como si estuvieran en su casa por la calidez con la que siempre son recibidos.
Ya saben, podrá sonar a cliché, pero este es uno de esos casos donde la banda no necesita decir mil cosas en el micrófono o incluir letras en sus canciones para hacer sonar su mensaje. La música habla por sí sola y eso sirvió para entrar en calor y prepararnos emocionalmente para lo que estaba por venir: Deafheaven.
‘¡Estoy muy emocionado! Los admiro mucho, crecí escuchándolos y ahora que estoy con ellos en una gira pues es un gran logro‘ – Esas fueron las palabras que utilizó George Clarke en la charla que tuvimos con él sobre su gira con Mono.
Está claro que ninguna de las bandas tenía contemplado hacer un mini tour en conjunto, pero gracias a su mutúa admiración eso fue una realidad y pudimos ver a una banda experimentada viendo a un costado del escenario a un acto que desde su concepción ha generado opiniones muy divididas en el ámbito del metal por la diversidad de géneros que pueden aparecer en una sola canción.
Ya saben, en Deafheaven podemos encontrar elementos del black metal, el shoegaze y hasta el mismo post-rock, con lo cual de algún modo demuestran que ningún género está peleado con el otro cuando estás seguro de lo que quieres lograr y, lo más importante, cuando lo haces de corazón.
Deafheaven tiene un montaje escénico bastante intenso, demoledor y confrontador, cosa que honestamente hizo que fuera un poco irreal verlos tocando desde temprano en el escenario principal del Corona Capital. Pero tal y como lo dijo George después de que tocaron «Brought To The Water»: Este show es solo para ustedes.
¡Y así fue! La interacción que hubo entre la banda y el público fue completamente diferente a la de su primer show en México, ya que en esta ocasión todo era recíproco sin importar que las personas no le entraban del todo a los trancazos y al slam que en ocasiones aparecía hasta adelante.
Con un audio impecable, la banda arrancó su set con algunos de los cortes más queridos de su tercer álbum, New Bermuda, como el caso de «Baby Blue» y «Come Back», sin dejar de lado las canciones que los pusieron en el ojo de todos a raíz del lanzamiento de su debut titulado Roads To Judah como «Language Games».
Para ponerle un toque más especial a su presentación, se les hizo que sería buena idea soltar el cover que le hicieron a «Cody» de Mogwai. ¿Y saben qué? Eso fue lo mejor que pudieron hacer después de que la noche arrancó con las ondas gélidas de otras leyendas del post-rock.
Deafheaven podrá dividir opiniones. Podrán ser amados u odiados, pero en vivo nunca se han achicado ante nada y esa confianza que han adquirido con el paso de los años ha provocado que sus conciertos tengan una fortaleza mayor a la que tenían en 2014, año en el que los vimos por primera vez en la ciudad.
Teniendo eso en cuenta, será muy interesante escuchar lo que presentarán el próximo año en su cuarto álbum de estudio porque si, durante su set confirmaron que su siguiente producción verá la luz del día hasta 2018. Por esa razón tuvo sentido que se despidieran de nosotros con dos cortes de su ya clásico Sunbather, entre los cuales obviamente se encontraba «Dream House».
Queridos lectores, no es por nada, pero esta noche lluviosa musicalizada por Mono y Deafheaven será recordada como una de las mejores de todo el año. Créannos…