Fever Ray siempre ha operado como una entidad donde Karin Dreijer Anderson juega con el hedonismo de una manera muy particular para respaldar el mensaje que hace frente a los estigmas sociales que se siguen manifestando en pleno Siglo XXI, comenzando por la libertad de género y los derechos universales que en ocasiones tienden a ser reprimidos.
La parte interesante de Fever Ray, es que su estética visual y musical cambió de forma notable entre sus dos discos, pues después de sumergirse en ambientes oscuros que incluso sirvieron como influencia en la concepción de sub géneros como el witch house, en Plunge optó por evolucionar para proyectar una imagen más pulcra y subliminal, pues fue en esta producción donde sus letras mostraron un perfil muchísimo más confrontador.
Incluso, con esta producción fue que se animó a dar más conciertos tanto en Europa como en Norteamérica, solo que en medio del proceso se encontró con problemas de ansiedad que desafortunadamente la obligaron a frenar todo.
Para aquellos que no tuvimos la fortuna de ver el montaje escénico de Fever Ray, existe una valiosa grabación extraída del Exit Festival de 2018 donde se puede apreciar a la perfección la dualidad de Karin Dreijer Anderson.






