Por José Ignacio Hipólito
La primera palabra que se me ocurre para describir a Lucrecia Dalt es contraste. La palabra está impregnada en toda su historia musical, empezando desde su pasado como ingeniera civil, contrastado con su pasión por hacer música, pasando por sus raíces colombianas, contrastadas por sus vivencias en la ciudad de Berlín en donde reside actualmente, y terminando en su esfuerzo creativo más reciente y accesible llamado ¡Ay!, contrastado con su álbum previo y hermético llamado No era Sólida.
Y es en este reciente contraste creativo que tuve la oportunidad de entrevistar a Lucrecia Dalt, que, desde hace más de una década, ha experimentado con el sonido en muchas de sus formas, desde el sintetizador, que ella califica como instrumento “profeta”, hasta la transformación de su propia voz para expresar una sensación etérea, sin mencionar sus más recientes aventuras en la sonorización de películas y series de televisión.
Filter: Hola, Lucrecia. Quería empezar esta entrevista aclarando que no hay muchas entrevistas contigo en internet, pero con las pocas que pude encontrar, descubrí que estudiaste ingeniería civil con una especialidad en geotecnia y me preguntaba ¿Cómo fue que llegaste a las rocas, y que fue primero, si tu amor por la música o por el suelo?
Lucrecia Dalt: La música siempre fue mi pasión desde pequeña y me fue inculcada. Del lado de mi madre, mi tío hacía cosas experimentales con cintas, mi abuelo tocaba la guitarra, mi abuela cantaba y mi misma madre tenía una gran colección de discos. Por otro lado, a mi padre le gustaban mucho los sistemas de sonido, entonces siempre teníamos una gran experiencia sonora en casa, había parlantes ocultos y eso me daba la sensación de que el sonido tenía mucha importancia. La música siempre estuvo ahí.
L.D: Lo que pasa es que había ese otro lado matemático y cuando creces en un lugar como Colombia, piensas en una actividad lucrativa para poder vivir de ella, entonces me hice toda una carrera en ingeniería civil y durante dos años estuve trabajando para una empresa de geotecnia que se encargaba de estudiar el suelo para poder construir edificios.
L.D: A mis 25 empecé a pensar que necesitaba seguir esa fuerza artística, esa pulsión por hacer algo que no estaba presente en mi trabajo como ingeniera. A veces podía explorar mi creatividad de ciertas formas pero eran muy limitadas y el cambio se dio por seguir mi intuición, que en ese momento, no sabía a dónde me iba a llevar. Desde entonces no ha habido vuelta atrás, vengo trabajando música y siempre ha habido una insistencia inconsciente por permanecer ahí.
F: ¿Hubo algún momento puntual en el que dijiste, “desde ahora me voy a dedicar a la música”?
L.D: Es que no lo puedes ver como un momento puntual, te puedes acordar de ciertos sucesos que fueron claves para poderte encauzar por el camino. Me acuerdo de personas que me apoyaron para que hiciera lo que me apasiona. Recuerdo a todas las personas que formábamos parte de Series Media en Medellín por ejemplo, que era un label y un colectivo en el que organizábamos fiestas y nos apoyábamos los unos a los otros. Aprendí mucho ahí, pero en realidad todo ha sido una pasión personal, una necesidad vital por hacer arte, eso es lo que siempre me ha llevado y me lleva hasta ahora.

F: Antes de hablar de tus proyectos recientes, me gustaría preguntarte acerca de tu álbum No era sólida, un LP oscuro que nació en el pico de la pandemia. ¿Hubo inspiración en esta época tan lóbrega que vivió la humanidad durante el 2020?
L.D: Me gustaría decirte que sí, pero el disco lo hice antes de la pandemia. De hecho, cuando salió el disco yo sentí muchísimo terror porque en ese momento vi mucha coherencia entre lo que estaba pasando y lo que quería expresar con la música que había compuesto. Para mí fue algo muy difícil porque no quería contribuir con más oscuridad a ese momento tan pesaroso que todos estábamos viviendo. Me costó mucho trabajo dejarlo salir.
L.D: El impulso para hacer ese álbum nació de querer ser libre, de que mi voz fluyera, de querer hacer algo desestructurado. El título viene de un poema de Gloria Anzaldúa llamado Interfacing que estaba leyendo en ese momento, en el que la autora está teniendo una interacción con una entidad no material y me hizo pensar en muchas cosas que pude conectar con una narrativa que yo vengo construyendo desde antes a través de mi música, y tiene que ver con maneras de cuestionar la subjetividad.
L.D: Yo pensaba que si hacía una especie de transferencia con mi cuerpo podía hacer cosas con mi voz que no haría de otra manera. Fue una manera de engañar mi cerebro para sacarle otra respuesta y el resultado fue No era sólida.
F: Leí que eras amiga de Julia Holter y hace unos meses la entrevisté y le hice una pregunta que quisiera replicar contigo ¿Cuál es la fijación que tienes por la voz del ser humano, que es lo que ves en ella que, a lo largo de toda tu discografía, siempre toma un papel protagónico?
L.D: La voz es el material subjetivo por excelencia, dado que tienes control sobre ella, pero también tiene autonomía, dependes de una materialidad que no puedes controlar. Viniste a este mundo con una configuración muy específica y para mí esa sensación es un constante llamado al redescubrimiento de lo que puedo hacer con mi voz y como la puedo modificar. En el caso de un álbum como No era sólida fue un ejercicio de preguntarme ¿cómo la cambio a través de procesos sintéticos? y en el disco !Ay! fue un deseo por ser transparente a la hora de cantar.
F: Siguiendo con las canciones dentro de No soy sólida, hay un tema que me llamó mucho la atención que se llama “Coatlicue S”, que como estoy seguro sabes, es la diosa de la tierra para los aztecas, pero quisiera saber el significado que le diste.
L.D: Está conectado con otro poema de Gloria Anzaldúa llamado Borderlands La Frontera y ella habla de «el estado de Coatlicue», que lo define como una entrada en la agitación del propio inconsciente; como un espacio que encarna la contradicción, la «fusión de los opuestos».
F: Pasando a otro tema, mucho antes de componer los scores para la película The Seed y la serie de HBO, The Baby, hiciste una pieza para una exhibición en un museo de Holanda llamada De Line Up, ¿Esta fue la primera vez que te involucraste en la obra de alguien más?
L.D: No, no. Mis primeros trabajos colaborativos fueron con Regina Miguel, que es una de mis mejores amigas en Berlín y es una artista visual maravillosa. Con ella empecé esas primeras colaboraciones, de hecho mi primera comisión fue hacerle la música a cuatro poemas muy locos que ella había escrito. Uno de ellos estaba dedicado a los extremófilos, estos organismos microcelulares que viven en condiciones extremas.Algo curioso que ocurrió con esta pieza fue que la empecé a tocar en vivo y cada que sonaba me sentía poseída, pensaba que era un extremófilo y me di cuenta que mi forma de expresarme era muy distinta. Eso me empujó a seguir experimentando y seguir colaborando con otras personas.
L.D: Regresando a mis colaboraciones con Regina; hemos hecho de todo, yo le he compuesto la banda sonora a tres de sus películas, hemos hecho puestas en escena, hemos trabajado con sistemas visuales, interactivos e incluso instalaciones.
F: Entonces no fue nada nuevo para ti componer scores para películas o series.
L.D: Lo que fue nuevo de componer scores fue el contexto porque una cosa es componer con otra persona creativa que está acompañándote muy a la par, y otra cuando tienes que servir a la visión de alguien más.
L.D: Con Regina Miguel sentía que la colaboración era de dos artistas al mismo nivel, mientras que en el score, tú tienes que estar todo el tiempo velando por conseguir lo que un director quiere expresar y es un proceso de trabajo complejo y distinto. Por más que te guste como funciona una pieza musical con una escena, si al director no le gusta, no se queda, él es quien tiene la última palabra. Es un proceso fenomenal porque es un proceso operativo y creativo brutal, estás tirando ideas todo el tiempo y yo nunca había sido tan creativa en toda mi vida.
L.D: Tienes que satisfacer a muchas personas, por ejemplo en The Seed el equipo de trabajo era muy pequeño, pero en un proyecto como el de HBO, hay muchos ojos encima de tu trabajo que sugieren y ven cosas. Puedes estar trabajando mucho tiempo en una escena y de repente alguien ve que lo mejor sería hacerlo de otra manera, entonces el trabajo se va transformando. Es complejo.
F: ¿Cómo llegaste a componer para HBO? ¿Cómo llegaste ahí?
L.D: Fue a través del supervisor musical de la serie, nosotros nos conocemos y él recomendó mi música a los productores de la serie. También tuvo que ver con que la línea estética que estaban buscando conectaba muchísimo con lo que yo estaba haciendo. Él puso mucha confianza en mí porque entrar a un proyecto sin ese tipo de experiencia es una apuesta, tienes que tener mucha capacidad y resistencia porque es muchísimo trabajo. Compuse más de 100 canciones. Una cantidad de música brutal, y a eso se le suman las ideas, las posibilidades, hay escenas en las que hice dos o tres versiones.
F: ¿Crees que es coincidencia que las películas y series para las que has compuesto música sean de terror?
L.D: No, no creo que sea coincidencia, yo creo que ellos vieron exactamente lo que querían. En ambos casos probaron mi música en ciertas escenas y vieron que funcionaba. Con The Seed, por ejemplo, el director me contactó porque estaba probando mi música en algunos de los momentos clave de la película.
F: ¿Alguna vez habías calificado tu música como de “terror”?
L.D: Sí, claro. Un disco como No era sólida, se presta más a esa lectura. Maneja una serie de intensidades que puedo conectar con el horror y sí es algo que me gusta.
L.D: También creo en ese contraste que David Lynch maneja en sus películas, por ejemplo. Si una escena tiene la fuerza y buscas el contraste, no necesariamente tienes que reforzar el horror a través de la música, muchas veces puedes lograr que sea más terrible con esa anormalidad.
F: «No Tiempo» es el primer adelanto de tu nuevo álbum y es muy diferente a toda la música que habías compuesto previamente, ¿qué fue lo que detonó ese cambio?
L.D: El contexto en el que esto se diófue en la pandemia, en el que había una serie de emociones distintas y desde hace mucho tenía una idea por ahí. ¿Qué podía hacer con el recuerdo y la memoria de todos esos ritmos que escuchaba mientras crecía en Colombia? Y con la pandemia pasó algo curioso, la única música que me entraba eran boleros, salsa y merengue, pero también cosas como Alice Coltrene, Japan, Scott Walker o The Upsetters. Era la única música que me hacía estar en un estado de paz. Y fue esta sensación la que me hizo pensar, ¿por qué no hacer algo que me genere esa sensación? Está muy lejos de todo lo que he hecho antes, pero no tengo miedo de hacer estos cruces de un lado al otro; de explorar distintas maneras del sonido, musicalidad, progresiones y ritmos. Tenía ganas de explorar ese formato más definido, más estructurado.
F: El álbum se llama ¡Ay! y mi pregunta es, ¿todo suena como «No Tiempo»?
L.D: No Tiempo es la canción más estructurada, pero en todas hay exploración rítmica, en todas hay progresiones sonoras concretas, en casi todas hay voces, pero el ritmo siempre está presente. Los tempos son lentos, como tumbaos rebajados.
L.D: A nivel sonoro hay mucha exploración, lo que pasa es que hay muchas cosas comunes como el bajo, la flauta, el clarinete, la voz y los sintetizadores, que son como el profeta, y son los que están más presentes.
F: ¿Hay alguna razón por la que decidiste lanzar el primer «No Tiempo» antes de todas las demás canciones?
L.D: Sí, fue una decisión difícil de tomar porque obviamente este álbum es distinto a todo lo que yo he hecho, pero con «No Tiempo» yo sentía una fuerza radical, una sensación como si fuera a despegar, una fuerza como de ir hacia otro lugar que está entre la tierra y el cielo. Yo siento que reúne muchas cosas, la voz quedó muy expresiva y tiene muchos elementos que te dan una especie de cachetada que te dice: Aquí va a pasar algo distinto.
F: Pues esperamos verte pronto aquí en México muy pronto para poder escuchar en vivo el álbum.
L.D: Sí, voy a hacer todo lo posible para que pase, hay muchas personas en México que quiero mucho, y la sensación de estar allí siempre es increíble.
¡Ay! estará disponible el 14 de octubre con RVNG Intl.

