Fotos: Óscar Villanueva
Probablemente nadie se imaginaba que cuando Trópico anunció el cartel de su décimo aniversario, estaría sucediendo una verdadera tragedia en Acapulco con el paso del huracán Otis.
En ese momento, la prioridad no era exigir o pedir que se hiciera el festival cuando muchas personas se vieron seriamente afectadas por el huracán, perdiendo el hogar donde vivían, seres queridos y quedando incomunicadas.




Aunque en la semana en que se registró el siniestro aparecieron muchas iniciativas para recaudar fondos a beneficio de los afectados, desafortunadamente con el paso de los días fueron disminuyendo como si todo hubiera regresado a la normalidad en Acapulco, cuando la realidad es que no.
Por esa razón, se agradece demasiado que Trópico haya tomado acciones a beneficio de la región que los recibió con los brazos abiertos desde su primera edición, pues, mencionaron que por única ocasión el festival se realizaría en la Ciudad de México para donar el 100% de las ganancias a la reconstrucción de Acapulco.




Sí, eso implica que el cartel inicial sería distinto en la edición que llegó al Parque Bicentenario, manteniendo a dos de sus headliners para invitarnos a bailar hasta altas horas de la noche por una buena causa.
Con la presencia de Little Jesus, Rubio y Plastilina Mosh como acto sorpresa, fue como las primeras horas del festival fueron transcurriendo a lo largo de dos escenarios, para que al caer la noche Café Tacvba hiciera acto de presencia con un breve set repleto de clásicos.






Debemos admitir que después de la presentación de Café Tacvba hubo un poco de confusión en el acomodo de los DJ sets de Poolside y Hercules & Love Affair, porque originalmente aparecían en horarios diferentes y horas antes del festival fueron modificados, para en el lugar volver a ser modificados.
Aún así, todas las personas que se lanzaron a Trópico no se mostraron nada preocupados por el acomodo y mucho menos por lo rápido que avanzaba el tiempo, pues, al ser uno de los últimos eventos del año, fue el punto de encuentro perfecto para desconectarnos por un momento de nuestra vida cotidiana y contribuir a su plan de donación.






Por su parte, Underworld finalmente regresó a nuestro país desde aquella nocturna presentación que dieron en el lluvioso Radiobosque, incorporando canciones de su más reciente álbum en un trance sonoro que en todo momento nos incitaba a mover nuestras extremidades, sin dejar de lado los clásicos que desde el primer momento hicieron click con cada una de las personas que estaba frente al escenario principal.
La música en Trópico nunca se detiene, y aunque en esta ocasión nos encontramos con una versión diferente a la que originalmente tenían en mente, es inevitable no sentir una profunda satisfacción cuando se trató de un esfuerzo a beneficio de cientos de personas que la siguen pasando bastante mal en Acapulco; un lugar que en múltiples ocasiones nos ha recibido con mucho color, sabor y emoción, que sigue y seguirá necesitando de nuestro apoyo para retomar su camino con fuerza.













