Texto por EsaMiPau!
Foto por Rodrigo Jardón
Hace algunos años, era muy raro que las bandas extranjeras visitaran la Ciudad de México. Tal vez algunos no lo recuerden pero es justamente el motivo por el cual agrupaciones como Pearl Jam y Radiohead tardaron más de 10 años en pisar escenarios nacionales. Afortunadamente este es un problema que se ha ido solucionando gracias al esfuerzo de promotores independientes que han traído de visita a bandas que aún se encuentran en sus primeros -y exitosos- años de vida como Best Coast, Crocodiles, Arcade Fire, y el día de ayer Grizzly Bear.
A pesar de que el cuarteto lleve más de ocho años juntos y cuente con cuatro producciones editadas, esta banda llegó a oídos mexicanos con el Veckatimest álbum con el cual rápidamente se ganaron una legión de fans de este lado del mundo. Para empezar a calentar la noche, Los Cojolites tomaron el escenario del Auditorio BlackBerry para llenar el foro con su Son Jarocho que sale un poco del sonido tradicional y contiene tintes de otros géneros que definitivamente tienen que escuchar para poder entender su magia. Tras una hora de presentación la gente empezaba a mostrarse un tanto inquieta, sin embargo respetaron el turno de los teloneros y esperaron a que terminaran. Cabe mencionar que este comportamiento es algo recién aprendido por el público mexicano, también hace unos años, la gente solía abuchear a la banda abridora pues su impaciencia por ver a los actos principales era demasiada. Afortunadamente, el público mexicano ha ido aprendiendo a respetar y escuchar música en vivo que no conocen.
Mientras el staff de Grizzly Bear hacía el famoso ‘cambio de set’ la gente se desperdigó un poco pero en el momento que las luces se apagaron, la atención inmediatamente volvió al escenario para recibir a los de Brooklyn. El primer tema fue, con el que los fans más «viejos» de Grizzly Bear mostraron sonrisas amplias que empezaban a cantar. Siguieron algunas canciones de su álbum más reciente Shields como «Adelma», y a pesar de que los sencillos de esta producción («Sleeping Ute» y «Yet Again») llegaron muy temprano dentro de su set, la alegría de oírlos en vivo, emocionó a la gente tanto como si hubieran sido parte del encore (también conocido como aquel momento donde las bandas tocan las rolas que nos habían hecho creer que olvidaron).
Pronto llegaron temas como «Foreground» y «Gun-Shy», sin embargo muy pocos momentos del concierto se compararon con las primeras notas de «Two Weeks», con la que de plano el público saltó, aplaudió y cantó. Sin embargo hubo un momento muy especial: Después de dar sus más sentidas interpretaciones y agradecer al público una y otra vez Daniel Rossen dijo que estaban tan emocionados de visitar México que habían armado un setlist especialmente largo para esta velada y procedieron a cantar una versión acústica de «All We Ask». Para muchos, una de las molestias principales de los conciertos a ultimas fechas, son los innecesarios villamelones que se dedican a beber y platicar sin importar que la banda este tocando, y ésto se nota más cuando las bandas llegan al momento de las «canciones bajitas». Como era de esperarse, esto fue lo que sucedió, sin embargo muy pronto el público empezó a callar a los molestos platicadores y para la mitad de la canción todos pudimos disfrutar de la belleza de Grizzly Bear.
Además de probar que tienen canciones de máxima calidad los integrantes de Grizzly Bear nos dejaron a todos muy en claro que son una banda que sabe extraer su material del estudio y traducirlo al en vivo para superar las expectativas de todos. No solo ejecutan sus instrumentos con maestría, también llenan el foro de una atmósfera feliz y nostálgica al mismo tiempo, pero sobre todo bella. Tan bella que hace a todos cantar hasta la última nota, y que, al terminar lo único que se podrá ver hasta la puerta de salida son sonrisas enormes y corazones que no se necesitan ver para saber que vibran al máximo.