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Reseña: Tool en el Palacio de los Deportes

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Después de tantos años de espera, Tool finalmente visitó la Ciudad de México para interpretar 11 canciones que se quedarán grabadas de por vida en la mente de todas las personas que estuvieron presentes la noche de ayer en El Palacio de los Deportes.

Tool es una de las tantas bandas que siempre generó rumores sobre una visita a nuestro país sin siquiera estar enterados de ello. Pero una vez que Maynard y compañía anunciaron que su esperada visita sería una realidad, de inmediato las emociones y la expectación comenzó a apoderarse de todos esos corazones que estuvieron esperando durante años el poder ver a una de las bandas más imponentes que han emergido en los últimos 25 años.

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Esas emociones quedaron expuestas el día de ayer en El Palacio de los Deportes, ya que los seguidores de Tool demostraron que son de los más eufóricos y apasionados que existen en México, y seguramente este fenómeno es algo que se repite al rededor del mundo. Si hay algo que hizo del concierto algo más especial, fue precisamente la manera en la que respondió el público desde que sonaron los primeros acordes de «Hooker With A Penis», en donde sin importar que el recinto no estuviera completamente abarrotado en la parte trasera, todo un sentimiento fue liberado en la parte central del lugar que más tarde fue iluminado por una bola de cristal de la que emanaban colores rojos, sin mencionar el clásico destello de luz como si estuviéramos en una pista de baile, en la cual además de moverte como quisieras, podías contemplar en toda su gloria el magistral ensamble visual que la banda va revelando canción por canción hasta que el escenario queda lleno de pantallas en las que se proyectaban imágenes simplemente fascinantes.

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Y si bien el show de Tool en su parte visual es impecable, e incluso ninguna fotografía le podría hacer justicia, la parte sonora (que es la más importante) no se quedó nada atrás, ya que a diferencia de otros conciertos que se realizan en El Palacio de los Deportes, no importaba si te movías de lugar, de igual manera se escuchaba tremenda la poderosa unión del bajo con la batería, la cual en todo momento se encargó de hacer vibrar el interior de las personas con clásicos como «Schism», cuyo característico bajeo fue completamente acelerado a la mitad de la canción para dejar completamente boquiabiertos a todos los que coreaban el épico ‘between supposed lovers‘.

No cabe duda que el concierto de ayer fue algo memorable, brutal, patea traseros, y algo que en pocas palabras podría ser catalogado como algo muy cabrón. Y más cuando después del intermedio de 12 minutos regresaron para ejecutar sin piedad alguna «Aenema» y «Stinkfist». ¿Qué si valió la pena la espera? Por supuesto que si.

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