Montenegro EP
Montenegro
Independiente
89%
Por MILTON BARBOZA
Sin decir agua va, este proyecto mexicano de reciente creación está deleitando y atormentando oídos con este material que a pocos días de haber salido para descarga gratuita vía transicionadestruccion.com, es sin duda, un buen comienzo de una banda que puede representar el cambio de la perspectiva sonora actual.
Y con base en lo expuesto por la guitarra, el bajo y la batería de este cuarteto, es necesario hablar de lo que consiguieron en tan sólo seis magníficas canciones que si bien no complacen a nadie, sí elevan las ganas de verlos en vivo.
Bajo una combinación de sonidos entre los que podemos encontrar influencias de Sonic Youth, Pixies y un cúmulo de ruidos que permean el ambiente desde que comienza a sonar la primera canción llamada “Shoe for the Gaze”, que pareciera un recuerdo claro de ese género que invoca con pura instrumentación y sin ninguna voz de por medio… no se necesita más.
“Desmaterialización” nos lleva por eternos caminos sin regreso avasallados por guitarras que se retuercen mientras una distorsionada vocalización provoca esa falta de materia. Rápida, directa, a las cabezas… y unos chiflidos como complemento gutural.
Con “Solventes”, Montenegro se presenta en sociedad, este primer sencillo es un cuasi balada que lo último que busca es serlo, pero queremos ser objetivos, nos agrada verlo como eso aunque nos atacan las ganas de inhalar… pura buena música bajada a terrenos rítmicos que en su último minuto nos regala unos riffs que van acompañados de la batería en un “pareciera fácil” ritmo.
“Blackout” es quizá (para el autor) la obra cumbre del álbum, un track repleto de melancolía destructora que encuentra en el bajo la guía a todo lo que de a poco se va generando, engendrando en elementos que sin ningún reparo se disparan en un cambio de ritmo que acelera mientras el grito de “Blackout” adorna perfectamente esta gran rola.
Con “The Whip” se aligera un poco el sonido aunque ese momento de relajación explota y nos transporta a recuerdos memorables “pixienianos” cuando Black Francis enarbolaba letras surrealistas… no quiero decir que sea una copia, pero vaya que las influencias están ahí, sin despreciar el buen trabajo y la idea musical de Montenegro.
Para finalizar está “Punta Cruz”, un cierre aguerrido, certero, enclavado en una especie de surf que navega por riffs ligeros pero a la vez potentes que sirven de reverencia para decir adiós.
En estas seis canciones queda demostrado que Montenegro puede ser la punta de lanza de un movimiento que pareciera un revival y sobre todo un réquiem a la buena música que por momentos, se ha atorado en falsos ídolos que nada tienen que ver con la esencia del llamado “rock” que tanto se ha desvirtuado últimamente.