Foto Daniel Anguiano
Por Ernesto Olvera
Si alguien se atreve a pensar que el post-rock ya ha pasado a mejor vida, estaba muy equivocado, ya que la banda proveniente de Japón se encargó de hacer presente el inmenso poderío del género, el cual no nada más se centra en la parte apabullante de una pieza instrumental, sino en todo el bello universo que lo compone. Mono es el tipo de banda que sabe cómo usar prolongados minutos de tranquilidad a su favor, ya que en lugar de crear una atmósfera llena de tensión e incertidumbre, sus instrumentos hacen que el pensamiento se eleve por encima de un paisaje de ensueño en el que las explosiones de sonido se perciben como hermosos rayos de sol sobre una montaña cubierta de nieve.
El pasado viernes 9 de mayo, el cuarteto japones volvió a hacer de las suyas en nuestro país para presentar su más reciente producción discográfica, For My Parents, la cual aunque puede que en su momento llegó a pasar un tanto desapercibida, en su montaje escénico cuenta con una inmensa fragilidad que es capaz de conmover a todos aquellos corazones que se quedan completamente enganchados desde que escuchan las primeras notas de «Legend», canción con la que la banda abrió su set. Esa canción en particular fue una simple introducción al gigante que más tarde se iría formando con cada minuto para terminar destruyendo todo lo que se encuentre a su paso.
Algo que siempre ha hecho de Mono una banda que merezca ser respetada en cualquier género musical, es la manera en la que logran encontrar un equilibro perfecto entre esa paz que evoca del post-rock y el contundente poder de una banda de metal del tipo Boris. Esa mezcla de texturas hace que sus presentaciones en vivo no solamente conmuevan a un corazón, sino que al mismo tiempo tienen la capacidad de hacer estallar oídos por medio de una batería que se deja absorber por completo por la magia de un poderoso riff de guitarra, sin mencionar la palpable densidad del bajo que se encarga de manipular su adorada Tamaki Kunishi.
Pero no crean que todo durante su presentación fue algo que se puede esperar de cualquier otra banda instrumental. No, lo que hizo Mono fue llevar sus raíces a un punto en el que Takaakira Goto se pudiera lucir al tirarse al piso y golpear fuertemente su guitarra para crear un efecto que hacía chillar por completo su juego de pedales. Ya que si hay algo que se robó por completo su presentación en El Plaza Condesa, fue precisamente la energía que dejaron sobre el escenario y la forma en la que lograron transmitir un sentimiento que, al final de su set, terminó por hacer que cada uno de ellos se abrazará con una enorme sonrisa mientras todos los asistentes les aplaudían. Mono es una de esas bandas que suele demostrar que no se necesita de una voz para hacer llegar su mensaje. Eso es algo que no cualquiera puede hacer de forma impecable.