Plowing Into The Field Of Love
Iceage
Matador Records
92%
Por Ernesto Olvera / @Ernestime
Cuando Iceage comenzó a hacer música ni siquiera habían terminado la escuela e incluso, después de haber dado un par de shows en los que se quedaron sin dinero, decidieron graduarse antes de buscar la manera de grabar su álbum debut. De la noche a la mañana, el cuarteto danés publicó su brillante New Brigade; un álbum en el que la banda se iba moviendo por los terrenos más violentos del post-punk, así como por la parte más pulcra del punk noruego que, naturalmente, los posicionó como el exponente más fuerte del circuito de proyectos con una orientación DIY en su natal Copenhague.
Sin embargo, cuando Iceage publicó New Brigade nadie se esperaba que fuera tan sólo el inicio del nacimiento de un circuito independiente danés apegado al noise y la música electrónica en su forma experimental, el cual rápidamente encontró un refugio en Posh Isolation. Eso si, aunque Iceage tiene un vinculo muy fuerte con la disquera gracias a que Elias Bender Rønnenfelt es uno de los fundadores junto con Loke Rahbek (Sexdrome, Croatian Amor, Damien Dubrovnik), la banda no la ha utilizado para poner a la venta sus álbumes de estudio, con lo cual han hecho que los sellos que se han acercado a ellos como Escho, Sacred Bones y Matador Records le pongan una mayor atención a esta intrigante corriente compuesta por actos como Puce Mary.
Es muy importante señalar todo esto antes de comenzar a hablar de Plowing Into The Field Of Love, ya que para entender la grandeza de esta producción debemos de echarle un vistazo a las raíces de la banda, las cuales en un inicio estaban flotando a través del caos que se vive en un concierto realizado en la claustrofobia de una habitación en la que no caben más de 30 personas. Al inicio, Iceage era como un puñetazo en el rostro que nos dejaba sangrando con canciones como «White Rune», sin mencionar la rasposa suciedad que se manifestaba a lo largo de su brillante You’re Nothing. En su tercera producción, la banda muestra una cara completamente diferente a las de sus lanzamientos anteriores, ya que al dedicarle más tiempo a la estructura de sus canciones, la complejidad de las mismas proyecta una imagen mucho más madura del cuarteto con la que incluso el mismo Elias logró adquirir una mayor confianza al dominar en su totalidad el Inglés.
Ahora bien, el contenido de Plowing Into The Field Of Love no se estanca en una sola línea, sino que cada canción porta con un elemento distintivo que hace de Iceage un acto camaleónico que, así como nos pueden entregar canciones llenas de poder como «How Many», también son capaces de ir construyendo momentos en los que su propia visión del amor se muestra de un modo muy atípico, en donde el romance no es más que una pintura abandonada en un basurero con matices color gris. Pero antes de sumergirnos de lleno en la oscura caverna que se va formando conforme avanzan los minutos, se deben de resaltar los elementos nuevos que decidieron incorporarle a sus sonido, ya que a diferencia de lo que hicieron en New Brigade y You’re Nothing, en esta producción le inyectaron un par de arreglos de piano a «On My Fingers», cosa que le da un toque muy especial a la manera en la que se desenvuelven las armonías.
Y, aunque pueda parecer un poco extraño el hablar de armonías cuando Iceage suele patear traseros todo el tiempo, eso no quiere decir que la banda perdió su característica fuerza. Al contrario, con su segundo álbum para Matador Records, estos daneses siguen dejando muy en claro que no nos han mostrado ni la mitad de su potencial y que aún así son capaces de crear álbumes que los sigan posicionando como uno de los mejores actos de los últimos años, cosa que los convierte en los indiscutibles portadores del estandarte que representa a la corriente más enferma y ambiciosa de Dinamarca.
‘Pissing against the moon‘ es una de las frases que van escurriendo de la dulzura y la melancolía que emana del piano de «Against The Moon». Pero eso no es lo único que transforma esta canción en uno de los momentos más espectaculares de su carrera, sino que el juego de trompetas y los violines que armonizan la voz de Elias dejan al desnudo su excelencia. Una de las cosas que más se destacan del álbum es la manera en la que poco a poco van creciendo las canciones, considerando que inicialmente Iceage era una banda que desde el primer momento expulsaba sin piedad todo su poder. Ahora no, en esta ocasión se toman su tiempo e incluyen cambios de ritmo completamente inesperados como en «Glassy Eyed, Dormant and Veiled».
Otra de las cosas que siempre han quedado al descubierto desde el nacimiento de la banda, es la fuerte influencia que tienen del mundo del neo-folk, principalmente si nos enfocamos en lo que ha hecho Elias con su álter ego de Marching Church, así como con el multifacético ensamble danés compuesto por Loke Rahbek y miembros de Lower llamado VÅR. Dicho lo anterior, tiene sentido que el juego de trompetas que aparecen en «Stay» y «Forever» evoquen a la perfección el legado de Death In June y Current 93. Pero enfocándonos especialmente en «Forever», la canción tiene una tendencia un tanto inexplicable con la que incluso en sus primeros minutos se muestra como una tipo balada a-la Iceage, pero en cuanto va entrando a su asfixiante desesperación vocal nos encontramos con una pasional melodía que nos transporta a mundos victorianos con los que nos incitan a repetir una y otra vez ‘If I could dive into the other, I would lose myself forever‘.
Lo mejor de toda esta evolución por la que han ido pasando, es que no pretenden ser la versión fresca y rejuvenecida de una banda que ya se encuentra en los últimos respiros de su carrera. No, Iceage solamente está preocupado en sonar como Iceage sin importar las mutaciones o los cambios radicales que puedan existir en su universo, los cuales incluso hicieron que en esta producción incluyeran una de sus canciones más accesibles: «Simony».
Hasta hace tan sólo un año ni siquiera tenían contemplado dar un paso tan grande como lo han hecho con Plowing Into The Field of Love; un álbum honesto que brilla por si solo gracias a la finura, la impecable producción, la madurez y sobre todo: su genuina pasión por hacer música.