Foto David Barajas
Por Daniel Ocaranza
Minutos más tarde de ver los alegres rostros de la banda costarricense 424, quienes aparentemente no querían abandonar el escenario debido a sus «espontáneas» apariciones sobe el mismo después de haber finalizado su presentación, llegó el momento que las miles de personas bien aseadas y perfumadas habían estado esperando; la primera actuación de The Lumineers en México.
Y fue con los mismos rostros dichosos que los ticos habían mostrado, y con una puntualidad que se le reclama a cada banda que se ansía ver, que los de Denver, Colorado, aparecieron sobre el escenario con sombreros, gorras, tirantes, panderos y barbas ermitañas que también podían ser percibidas en una buena parte del público masculino que había acudido a la cita en el José Cuervo para complacer a sus parejas y, de paso, consentirse a ellos mismos.
Quienes apenan cuentan con un material de larga duración, rápidamente lanzaron todo el poder de su venturosa música a través de temas como «Submarines», «Flowers in Your Hair», «Ho Hey» y su hasta ahora inevitable cover a «Ain’t Nobody’s Problem» de Sawmill Joe. Inicio predecible, casi igual que el orden de los temas; sin embargo no es algo en lo que se le pueda exigir de más a esta agrupación estadounidense debido a su insuficiente material lanzado. Y aunque sus fieles seguidores posiblemente conocían exactamente dicho orden, la energía, el ánimo e ímpetu que Wesley Schultz y compañía demostraban, era algo contrastante; algo impredecible y placentero.
Tras un cover de Bob Dylan (Subterranean Homesick Blues), y vivir la parte más melosa de la presentación con temas como «Dead Sea» y «Slow it Down» incluidos, mismos que provocaban abrazos y reconciliaciones de decenas de parejas; fieles a su costumbre, Schultz y Jeremiah Fraites decidieron pasar a la parte central del público para, entre manos y celulares elevados y una temperatura seguramente mayor a los 30 grados, dar paso a «Darlene» y «Elouise»; piezas que en lugar de ser celebradas por su propia calidad, fueron aplaudidas por el simple acto de tener a ese par más cerca de lo normal.
La noche finalizó minutos después cuando el quinteto emitió su dosis final de folk con «Gale Song» mientras el público se sincronizaba para escuchar los acordes de «Big Parade»; petición aceptada momentos después y con la cual The Lumineers puso una coma en su relación con México, misma que seguramente pronto querrá alimentar a base de esos sonidos, ritmos y mezcla de elementos del folk, blues y rock, los cuales, al menos esa noche del 18 de noviembre, provocaron en miles el querer cosechar maíz en una granja lejana de esta ciudad.