En el 2006 se dio el nacimiento oficial de una de las bandas que más relevancia ha tenido última década: Arctic Monkeys, la banda conformada por Alex Turner, Jamie Coom, Matt Hekders y Nick O Malley. Estábamos culminando el mes de enero cuando Domino Records lanzó el que para muchos es el mejor álbum de la banda británica titulado, Whatever People Say I Am, That´s What I’m Not. Esta producción fue grabada en los Chapel Studios, convirtiéndose en el álbum más vendido en la historia del Reino Unido (ya no lo es, gracias Adele…) antes de que la banda comenzara a salir por primera vez de gira, vendiendo más de 360,000 copias en la primera semana de ser lanzado, además de ganar el Mercury Prize en aquel año.
Esta producción contiene trece canciones entre las cuales se encuentran, “Fake Tales of San Francisco” y “From the Ritz to the Rubble”, las dos piezas que conformaban su EP debut Five Minutes with Arctic Monkeys, lanzado tan sólo un año atrás. Puede que para muchos, al igual que para nosotros, esta producción que está llegando a sus primeros 10 años de vida sea el mejor disco de los Arctic Monkeys, pero para afirmar eso es necesario hablar un poco sobre sus inicios, en donde a comparación con sus últimas producciones la velocidad en la música imperaba por encima de cualquier cosa.
Aunque su debut aún olía a leche por la corta edad de los integrantes de la banda, su sonido ya impulsaba nuestros sentidos a nuevos horizontes con riffs abrumadores, manejos de tiempo envidiables y la dinámica voz de Turner. Mientras la batería de Matt marcaba y detenía el clima de cada una de las pistas alargando la sensación de adrenalina que nos causan temas como “When the Sun Goes Down” y “Dancing Shoes”. Los tambores eran insaciables, los coros jugaban con las estructuras de las canciones, las cuales podían sentirse de una forma y al pestañear, sentirte de otra distinta.
La sincronización en este primer álbum es imperante, con movimientos basados en esa pulcritud ligeramente furiosa que suscitaba a explotar sin piedad nuestros oídos. Sin duda Whatever People Say I Am, That´s What I’m Not, fue el debut inquieto y entusiasta de los que en aquella época eran sólo unos adolescentes, que con su sonido mataban cualquier simplicidad absurda. Un álbum que logró trasladar y predominar el color de cada uno de los integrantes para programar toda una batalla radioactiva que provocaba en quien lo escuchó, la sensación de destrozar cualquier cosa que estuviera a su alcance.
A más de 10 años del lanzamiento que terminó marcando a una generación después de que The Strokes y The Libertines hicieran lo propio a inicios del 2000, los Arctic Monkeys siguen combatientes, con sus altas y sus bajas, pero intentando volver al estilo único de sus inicios que los hizo convertirse en una de las bandas más importantes de la última década.