Minor Victories
Minor Victories
Fat Possum
70%
Por Ernesto Olvera / @Ernestime
Al momento de escuchar el disco de una banda como Minor Victories es imposible no hacer énfasis en el ‘oh, aquí está una de las maestras trabajando con sus alumnos’, ya que la voz de Rachel Goswell es la que aparece todo el tiempo por encima de la instrumentación del resto de los integrantes, la cual tiene un fuerte apego a lo que hacen con sus bandas por separado. Puede que eso suene un poco vago, pero al final tanto las volcánicas guitarras de los tracks de Mogwai y las gélidas secciones rítmicas que hay en los discos de Editors, hacen referencia a lo que en su momento Rachel se encargó de moldear con Slowdive.
Sin embargo, su álbum debut no es una producción que se mantenga de pie gracias a la nostalgia o al viejo cliché de ‘es una banda de amigos pasándola bien’, sino que tiene un encanto muy particular con el que Rachel trata de convertirnos en los mejores confidentes de sus experiencias personales. Sí, de esas experiencias que durante mucho tiempo estuvieron viviendo dentro de las mismas cuatro paredes mientras poco a poco se iba desarrollando el problema auditivo que tiene en la actualidad.
De algún modo el debut de Minor Victories es un escape para ella; uno con el que finalmente puede cerrar una etapa de su vida para enfocarse de lleno en la que está por venir con el nuevo álbum de Slowdive. El álbum tiene una palpable inestabilidad que lamentablemente termina restándole brillantez a los momentos más sólidos que tiene como «Folk Arp», en donde las atmósferas que acompañan el tono vocal más cautivante de Rachel hacen que Minor Victories proyecte una imponente imagen que pudo haber tenido un mayor sostén dentro del resto del disco.
Esa inestabilidad tiene mucho que ver con el hecho de que la mayor parte del disco no la grabaron cuando estaban todos en el estudio, sino que en lugar de eso cada quien iba mandando sus propias aportaciones para después hacer un collage de todas ellas. Ya saben, algunos por cuestiones personales y otros por estar de gira con sus respectivas bandas, al final eso terminó influyendo mucho en el orden de las canciones y por ende hay instantes en los que se percibe que no hay un equilibrio real.
Pero más allá de los puntos malos y de los puentes instrumentales que salen sobrando en canciones como «Cogs», Minor Victories tiene el volumen suficiente para apoderarse de todo nuestro entorno y construir monumentos hermosos como los de «A Hundred Ropes», canción que con un pulsante arreglo de sintetizador nos va guiando por un camino que no parece tener final. Es como si todo el tiempo estuviéramos a la espera de un suceso devastador con el que nuestras vidas se verán afectadas. La tensión y la incertidumbre que genera, hace que la banda exprima todo su potencial dentro de un ambiente sombrío que da pie a los chillones arreglos orquestales de «Breaking My Light».
Ahora bien, tal vez las impecables cuerdas vocales de Rachel son las protagonistas del disco, pero Minor Victories también cuenta con aportaciones especiales como la de James Graham de The Twilight Sad en su estelar «Scattered Ashes (Song For Richard)», y Mark Kozelek de Sun Kil Moon en «For You Always». En esta canción en específico nos encontramos con uno de los escenarios más pasionales de todo el álbum y con el cual fácilmente se puede llegar a la conclusión de que Minor Victories nos pudo haber entregado una obra maestra.
En «For You Always» hay una conversación liderada por Mark Kozelek; es un diálogo entre dos personas que se conocieron hace 20 años en un concierto de Mojave 3 (banda de Rachel Goswell con Neil Halstead) en Los Ángeles. Esta canción marca un reencuentro entre ambos y en definitiva termina siendo el corazón de todo el disco por la simpleza con la que se desenvuelve y la fuerte carga emocional que transmite desde el momento en el que sus voces comienzan a entrelazarse.
Minor Victories se encargó de hacer canciones hermosas que tristemente conforme van avanzando se tornan un poco predecibles. Ahí está «Higher Hopes» y «The Thief», ambas tienen un cabalgante inicio que no puede ser descrito de un modo que no sea como impecable, pero al momento de pasar a su segunda mitad hay una explosión de poder que se asemeja demasiado a lo que hace Stuart Braithwaite con Mogwai. Esa puede ser una gran virtud, solo que al tener tal cercanía termina restándole valor a esos segmentos instrumentales que pudieron ser el pilar dentro de todo el disco.
El tema con Minor Victories no es la inestabilidad o el potencial que tiene el proyecto en general, sino que su debut, aún con sus esporádicas caídas, cuenta con una carga de emociones que de algún modo u otro terminan adhiriéndose a la piel. Es imposible no sentir una fuerte empatía por las canciones o por el simple hecho de escuchar a cuatro increíbles músicos en un ensamble sonoro que desde el inicio deja al descubierto su honestidad.