Por Tona Olvera, enviado especial.
Fotos: Kevin Mazur para Desert Trip
*Este texto fue escrito a las 3AM del 15 de octubre de 2016, en un patio caluroso de Indio, California
«¿Van al festival?» Nos preguntó Willie, un tipo que rondaba los 60 años de edad, encargado de la oficina de renta de autos. En cuanto le dijimos que sí, comenzó a bailar un poco detrás del despachador con una sonrisa jovial y un gesto que hacía suponer que en cualquier momento nos iba a gritar: «¡Voy con ustedes!».
Así empezamos este fin de semana en Indio, California. Protagonizado por seis actos musicales legendarios: Bob Dylan, The Rolling Stones, Paul McCartney, Neil Young, Roger Waters y The Who. Todos repitiendo durante dos fines de semana.
Bienvenidos a Desert Trip.
Son las 2:30 de la tarde y seguíamos en Los Angeles, preguntando a algunos amigos que fueron el primer fin de semana, nos advertían del tránsito pesado en la carretera. Son cerca de 180 kilómetros los que separan a esta ciudad con Indio.
Arrancó el motor, se encendió el estéreo, y ahí vamos al camino. A ratos lento, en otros con buena velocidad pero siempre bien musicalizados con un playlist que nos armamos de puros macanazos. «Like A Rolling Stone», «Sympathy For The Devil», «Baba O’Riley» y hasta una que otra de Wings.
El paisaje a las cuatro horas de recorrido era una avenida aún espolvoreada por menguantes rayos de luz solar de lo naranja a lo púrpura. Palmeras erguidas a los costados, moviéndose como buscando la brisa que refresca.
Y una rueda de la fortuna siendo lo único que brilla en el horizonte de un desierto, como símbolo de que has llegado.
El acceso al festival era de lo más amigable, encontramos lugar para estacionarnos en un minuto y caminamos por otros ocho para estar ya dentro de Desert Trip.
Primero lo primero, fuimos corriendo a ver al «Nobel», porque al parecer ahora el seudónimo de «Bob Dylan» no es suficiente para referirse a uno de los músicos más brillantes que han caminado por este barrio.
«Tssss, ¡Highway 61!» Estábamos viendo el jardín principal de Desert Trip desde una de las gradas colocadas a los costados del escenario. Tres corrales enormes albergando a 70 mil personas se van desdoblando desde la tarima donde Dylan canta y aúlla como lobo a la luna llena que esta noche nos ilumina.
«Tangled Up In Blue», «Lonesome Day Blues», «Desolation Row», «Ballad Of A Thin Man». Robert Zimmerman nos hablaba con sus líricas, porque entre canciones guarda silencio, enamorándonos con su postura y elegancia. Sólo se levantaba para hacer una pequeña reverencia hacia el público antes de desaparecer y volver con «Like A Rolling Stone».
Teníamos poco más de una hora para explorar el festival antes de volver a la butaca para The Rolling Stones. Había un beer garden con más de 30 tipos de cervezas, nos pedimos un surtido de cuatro vasos. Completamos el combo con un Mac N’ Cheese y Pulled Pork de la zona de comida, donde también encuentras comida vietnamita, BBQ, tacos, y postres como helados y malteadas. Mañana ya será oportunidad de ver qué más nos ofrece Desert Trip.
Se cumplió el compromiso. Una voz opacó el bullicio del público con un poderoso «Ladies and gentlemen, The Rolling Stones!». Apenas estábamos recibiéndolos con aplausos y ya nos habían recetado «Jumpin’ Jack Flash» acompañada de pirotecnia.

No vamos a mentir, nos quedamos con el show que dieron la última vez que fueron a la Ciudad de México. Acá el público careció de emoción y el setlist de sorpresas, a pesar de que enfilándose al encore mejora con «Honky Tonky Women», «Midnight Rambler», «Miss You», «Gimme Shelter», «Start Me Up».
Van, regresan. «You Can’t Always Get What You Want» (está bien, lo que usted diga Don Jagger); y nos despedimos, quién sabe si para siempre, de The Rolling Stones con «(I Can’t Get No) Satisfaction».
Se acabó el primer día. A descansar porque mañana hay que cantar con Sir Paul y Neil Young.
Nos estamos leyendo.