Fotos Lulú Urdapilleta / Cortesía OCESA
Por Daniel Ocaranza
Instrumentos listos, iluminación lista, pequeña pero convincente escenografía lista; todo estaba preparado para recibir por segunda vez en México a la joven sensación inglesa, a ese mozuelo inglés que no teme por llevar todo el peso que una carrera solista implica en su nombre; todo estaba listo para recibir a Jake Bugg.
Pasadas las 20:00 horas, y aunque el José Cuervo Salón aún no explotaba cada espacio de su superficie, ya se podía observar una cantidad considerable de personas que sacrificaban su comodidad con tal de sentirse unos metros más cercanos al escenario. Una mezcla entre jóvenes que no rebasaban los 20 años, decenas de parejas, y unos que otros no tan mancebos, eran las personas que decidieron acudir para ver los audaces rasgueos que el creador de ‘Shangri La’ es capaz de producir.
El dominio de la juventud se hacía patente, cuando, para amenizar la espera, en las decenas de bocinas se reproducían los sonidos de temas como “Tighten Up” o “Lonely Boy”, mismos que eran entonados como si The Black Keys se encontraran sobre el escenario interpretándolos. La misma inexperiencia de la mayoría de los presentes se hacía más que evidente cuando, contrastando con lo anterior, todos enmudecían mientras se escuchaban piezas de Neil Young o The Stone Roses.
Mientras todos pedían con los clásicos y empalagosos gritos al señorito Bugg, entre coros incluidos de “Champagne Supernova” de Oasis, la iluminación disminuyó para dar paso a la mexicana Sofi Mayen; no esperada por muchos, pero alabada y vitoreada finalmente con cientos de fáciles aplausos.
Finalmente el nacido en Nottingham, Inglaterra, hizo aparición con su característica camiseta negra, acompañado de su par de inseparables músicos. El trío estaba listo y el show dio comienzo. Sin mucho que decir, y con un escueto saludo al público, Jake Bugg comenzó a hacer lo que sabe; interpretando temas como “Trouble Town”, “Seen It All” y “Me and You”, los cuales no dejaban de ser, no entonados, sino gritados por las jóvenes que apenas podían rodear el vaso de la cerveza doble que su mano sostenía.
El desfile de melodías continuó con piezas como “Two Fingers”, “Ballad of Mr. Jones” y “Broken”, cuyo característico grito incluido en la última, permitió que la audiencia superara al creador de la misma. Los solos de guitarra y el lucimiento con la misma de quien hasta ahora posee dos álbumes de estudio, fueron guardados para la parte casi final del show, con canciones como “Taste It” o “Slumville Sunrise”, en donde Bugg se dio el gusto de tocar a placer añadidos solos no encontrados en las versiones originales de los temas.
Con los oídos aturdidos por los casi infantiles alaridos, se hizo presente la melodía que quizás tenía preparado un aturdimiento mayor; “A Song About Love”, una de las novedosas creaciones románticas de Bugg, la cual ni los varones presentes pudieron evitar cantar junto a él. En seguida de eso, el enmudecimiento distinguido previo a la aparición de Jake Bugg, volvió al lugar cuando el británico decidió interpretar su propia versión de “My My, Hey Hey (Out Of The Blue)”, original del canadiense Neil Young, con la cual, con gestos firmes y seguros, el joven inglés parecía convencido de penetrar en la audiencia con la tajante frase “Rock ‘n’ roll is here to stay”; para después despedirse de una digna forma, entre los imparables gritos, con la esperada “Lightning Bolt”, cuya calidad en la interpretación, permite afirmar el triunfo que el inglés tuvo por segunda vez en nuestro país, entre los cientos de adolescentes, que al finalizar el concierto, eran esperados por sus padres dentro de sus automóviles en la calle Moliere.