Por Ernesto Olvera / @MyBlogCliche
Fotos Synthia Franco
Hace exactamente un año tuvimos la oportunidad de ver por primera vez a Kristina Esfandiari con su proyecto, Miserable, con el que programó una serie de conciertos alrededor de la República Mexicana en compañía de Super Unison.
Aunque el tour empezó de maravilla en Pata Negra, conforme fue avanzando se encontró con un problema: la camioneta en la que viajaban fue saqueada. Por esa razón era un poco difícil pensar que la volveríamos a ver en un futuro cercano por estos terrenos, pero al final es una persona que ha demostrado que puede enfrentarse a todo tipo de situaciones para sacar lo mejor de ellas.
En esta ocasión y con algunos cambios en su alineación, Miserable regresó a nuestro país con los australianos de Death Bells, quienes hace unos meses publicaron su más reciente álbum, Standing At The Edge Of The World, a través de AVANT! Records.
Portando playeras de Cocteau Twins y Christian Death, la banda ofreció un set un tanto corto pero con la consistencia suficiente para demostrar que en Australia también se están haciendo cosas bastante interesantes dentro del ámbito del punk y el post-punk. Obviamente si nos clavamos en la historia podemos tener un mayor conocimiento sobre los trabajos de culto que se conciben en aquella región del mundo, principalmente por ser la tierra que vio nacer a The Birthday Party y en años recientes a HTRK y Slug Guts.
Death Bells es una banda llena de pasión y con una energía muy particular que se contagia por medio de su guitarrista principal y la manera en la que su vocal es capaz de pararse sobre el escenario. Si bien en ocasiones existían flashes de los inicios de Iceage y Holograms, el sonido de estos australianos tiene una estética muchísimo más enfocada al post-punk de la vieja escuela
La presentación de Death Bells tuvo el porte ideal para prepararnos emocionalmente para el torbellino de pasión que estaba por venir con Miserable, ya que ambos proyectos comparten esa pasión que termina aferrándose a nuestro corazón para nunca salir de él.
Poco después de la medianoche llegó el momento de entrar en un profundo trance mental para entablar una conversación directa con Kristina; una que no giraba en torno a palabras en el micrófono, sino a los sentimientos.
El año pasado la vimos presentando su excelente Uncontrollable para The Native Sound, y en esta ocasión tuvimos la fortuna de escuchar algunos temas que aparecerán en su primer lanzamiento para Sargent House titulado Dog Days / Loverboy, comenzando por «Gasoline».
Su set tuvo dos etapas: una donde pudimos ver a Kristina acompañada de su banda, y otra donde ella era la reina de todo lo que estaba sobre el escenario. Fue ahí donde interpretó «Oven» y desempolvó una grabación de su EP, Halloween Dream, con lo que llegó un punto donde absolutamente todo se redujo a lo que sucedía entre ella y los asistentes.
Era un entorno muy íntimo, muy personal, uno donde el exterior dejó de existir para solo enfocarnos en su exquisita ejecución y en la calidez que se desprendía de su voz, tanto en los momentos más ruidosos como en los de plena calma.
La noche del 8 de septiembre fue una muy especial en Bajo Circuito, ya que una vez más pudimos llegar a la conclusión de que Kristina Esfandiari es el retrato más puro y honesto de un sentimiento; uno que es capaz de provocar un profundo suspiro en todo aquel que entra en contacto con su voz.