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COBERTURA

Conociendo la maldad y el amor: Nick Cave & The Bad Seeds en el Pepsi Center WTC

Por Ernesto Olvera / @MyBlogCliche
Fotos César Vicuña/Cortesía OCESA

Hay personas que no crees que realmente existen, hasta que las tienes a unos metros de distancia.

En el caso de Nick Cave, por más que lo veas sobre un escenario, es como si estuvieras viendo a un ser mitológico que se hace más fuerte con el paso del tiempo y llega un momento donde es difícil pensar que realmente se trata de una persona común y corriente, como tú y como yo.

¿Acaso él siempre fue Stagger Lee? No lo sabemos, pero lo que sí es un hecho es que la energía que brota de su cuerpo no se puede comparar con algo más. Su presencia impone y al acercarse a los asistentes de forma retadora durante sus conciertos solo hace que se desaten una serie de emociones dentro de nuestro cuerpo que nos engancha; nos hace parte del performance para llevarnos a conocer la maldad con personajes que cuestionan la existencia de Dios, sin dejar de lado el reflejo más puro y honesto de lo que es el amor.

Es muy complicado hablar sobre él y los Bad Seeds sin sentir una inmensa frustración por no poder hacerles toda la justicia del mundo con palabras. La finura, la elegancia y la clase que tienen para desenvolverse sobre un escenario es un digno ejemplo del cómo se puede montar un show impecable sin distraer a la gente con luces, flashes o tocar lo más fuerte que se pueda, y llegar a lo más importante: el corazón de las personas.

Su regreso a la Ciudad de México como parte del proceso promocional de Skeleton Tree, fue uno de esos momentos que marcan un momento muy importante de tú vida. Fue una noche donde la banda nos hizo sentir más humanos; más vivos; despertó una emoción que había estado oculta en lo más profundo nosotros y que quizá, ni siquiera sabíamos que existía.

La tensión de «Jesus Alone» y las cautivantes atmósferas de «Magneto» sirvieron como el intro perfecto para el torbellino que se nos venía encima con «Do You Love Me?» y «From Her To Eternity», canción donde Nick Cave hizo énfasis en que se trataba de una historia «sobre una chica» que, por medio de una maravillosa instrumentación, nos fue sumergiendo en una catarsis emocional que escurría de sus movimientos; esos que en a la mitad de la canción hicieron que pateara sus hojas y aventara el micrófono para sentarse en su piano y dar pie a un fascinante corte de Warren Ellis.

Cada detalle del concierto fue fenomenal y eso en parte se debe a la experiencia que tienen como músicos, obviamente, por lo que escuchar clásicos como «Loverman» y «Red Right Hand» fue un deleite musical; uno de esos que no se viven tan menudo en días recientes:

Además ese bloque nos fue mentalizando para clavarnos de lleno en la nostalgia. En esa faceta donde Nick dejó de enfrentarse al diablo y la muerte para compartirnos su visión personal del amor con «Into My Arms», «Shoot Me Down» y la fantástica «Girl in Amber» del Skeleton Tree, en donde pudimos ser testigos de la devoción que siente por su esposa, cuya silueta fue la protagonista de la parte visual que aparecía justo por encima de la banda.

Por otro lado, también fue muy emotivo ver la imagen de Else Torp en la pantalla durante «Distant Sky».

A sus 61 años es capaz de dejar en ridículo a todo aquel que se autodenomina darks o goth por el simple hecho de vestir de negro. Acá él sin entrar en una discusión de etiquetas es capaz de lucir como un ser de oscuridad que lleva en su sangre el espíritu natural del punk. Esa es su principal virtud: la naturaleza, enfocarse en ser él mismo sin tratar de imitar a alguien más, tal y como lo mencionó durante la conferencia de prensa que ofreció previo a su concierto en el Pepsi Center WTC, donde al ser cuestionado sobre si las bandas nuevas pueden tener el mismo impacto que las del pasado, fue muy claro al decir:

Cuando dejen de imitar el pasado, tendrán el poder de hacerlo.

El tiempo es algo que le favorece a Nick Cave y si bien acaba de cumplir 61, eso no se notó durante «Jubile Street» y mucho menos cuando tuvo el coraje de meterse al público y caminar hasta la consola durante «The Weeping Song». ¿Eso no es lo suficientemente épico? Ok, pues solo bastó con escuchar las primeras notas de «Stagger Lee» mientras volvía al escenario para sentir un escalofrío que recorría cada parte de nuestro cuerpo, ya que además fue la canción donde subió a algunos de los asistentes al escenario para contarles la historia del tipo más cabrón que ha existido en su universo lírico.

Naturalmente un concierto de éste calibre debía contar con un bloque final que nos mandara a casa con el corazón en la garganta. Y qué mejor manera de hacerlo, que con «The Mercy Seat» y «Rings of Saturn».

Nick Cave & The Bad Seeds es una banda que no necesita ser llenada de elogios. No los necesita, ya que su poderío es capaz de hablar por si solo y para muestra queda esta magnífica noche que se vivió el 2 de octubre en la ciudad.

Setlist

Jesus Alone
Magneto
Do You Love Me?
From Her to Eternity
Loverman
Red Right Hand
The Ship Song
Into My Arms
Shoot Me Down
Girl in Amber
Distant Sky
Tupelo
Jubilee Street
The Weeping Song
Stagger Lee
Push the Sky Away

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The Mercy Seat
City of Refuge
Rings of Saturn

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