Por Ernesto Olvera / @MyBlogCliche
Fotos Gazapo Indómito
La edición mexicana de Sónar siempre se manejó como un rumor que por temporadas se hacía cada vez más fuerte solo para caer en el mismo limbo lleno de sueños imposibles, sobretodo a inicios de esta década cuando se rumoraba que también estarían llegando otros festivales internacionales como Lollapalooza.
Sin embargo, después de varios intentos las cosas fueron tomando forma y es hasta éste 2019 cuando Sónar México es una realidad como parte de las nuevas iniciativas que está implementando ECO Live para arrancar una nueva década al transportar Ceremonia a la CDMX y lanzar otro tipo de plataformas como Radiobosque.
En cuanto a Sónar, las cosas se alinearon de forma natural para que su debut se diera en uno de los espacios más hermosos que hay en el norte de la ciudad, el Parque Bicentenario, cosa que de entrada podría lucir un poco contraproducente si tenemos en cuenta el impecable cuidado que tiene el parque y que puede verse un poco afectado por las aglomeraciones de festivales.
Naturalmente para evitar eso también se necesita una estricta disciplina por parte de los asistentes y, por fortuna, esto se dio de forma positiva en su primera edición al respetar las áreas verdes y el uso de vasos reciclables para no estar generando más y más plástico cuando se compran una cerveza.
Musicalmente la curaduría se quiso mantener al nivel de la edición madre de Sónar, pues en su cartel había actos que iban del hip-hop y el trap a la electrónica y el jazz. Si bien en otras ediciones aparecen nombres como Arca, Holly Herndon o hasta Gorillaz, esta prueba piloto en México fue fundamental para el desarrollo de un festival que lleva en su sangre la ambición de crecer y renovarse de forma constante por medio de las artes digitales y audiovisuales.
Por esa razón tuvo sentido que Nosaj Thing y Bureau Cool presentarán su nuevo montaje audiovisual en un escenario que a lo largo de su jornada vio desfilar productores que no necesitan de mayor presentación como Daniel Avery y Mall Grab (éste sin duda fue uno de los highlights del festival).
Aunque las instalaciones de luz que intervinieron el Parque Bicentenario no fueron tan abundantes, si le dieron un toque más especial al festival conforme iba cayendo la noche, pues uno de los aspectos que tiene Sónar es su visión por brindar experiencias que no solo se limitan a su parte musical, sino también a los recorridos que se dan entre escenarios.
Uno de los actos que definitivamente generó algunas opiniones encontradas fue Fatima Al Qadiri, ya que si bien su montaje escénico siempre se ha caracterizado por sacar al espectador de su zona de confort, en esta ocasión le dio un pequeño switch al formato que incluso llegó a presentar en NRMAL, pues ahora implemento el uso de su voz por medio de secuencias que llenaban de incertidumbre el domo del festival y que seguramente serán el hilo conductor de su próximo material.
Uno de los fuertes del festival fue ni más ni menos que BadBadNotGood, quienes hace aproximadamente 3 años se presentaron en el Carnaval de Bahidorá, pero esta fue la primera vez que visitaban la ciudad para presentar un show que de principio a fin mostró un alto nivel de exquisitez.
El mood que había en el escenario principal fue el más adecuado para recibir a los headliners y esto se lo debemos al tremendo dj set que se aventó Bonobo con un complemento visual que incitaba a los asistentes a solo dejarse llevar, liberarse de sus pensamientos más asfixiantes y entregarse a las pulsaciones electrónicas que minuto a minuto nos acercaban a Skepta.
Como toda edición debutante, Sónar México tuvo un par de cosas que pueden ajustarse para que su próxima edición sea más cómoda para las personas y pueda seguir expandiéndose, comenzando por los sanitarios que en ocasiones tenían filas más largas que las que estaban en barras. De ahí en fuera, fue muy placentero ver el nacimiento de una nueva alternativa musical en el norte de la ciudad de la mano de productores como Charlotte de Witte y Richie Hawtin.