Por Ernesto Olvera / @MyBlogCliche
Fotos Christopher Sandoval / @teratologia
El Carnaval de Bahidorá funciona como una experiencia diseñada para salir de distintas zonas de confort, sobretodo cuando te dejas absorber por el caótico rush de vivir en la Ciudad de México y alrededores.
El festival te saca de la monotonía, te incita a explorar, conocer y experimentar en las múltiples actividades que se pueden encontrar en Las Estacas, pues incluso podría decirse que es un poco complicado aventarte todo el recorrido en un solo día.
Por esa razón tiene sentido que a lo largo de sus tres jornadas de duración esté muy bien segmentada la oferta de actividades, pues de esta manera también se pueden encontrar opciones que se adapten a sus necesidades (sin mencionar el impulso de meterse a nadar), así como contemplar el corredor de arte que año con año ofrece una amplia gama de ofertas donde podemos ver desde montajes inmersivos, hasta un baby yeezus colgado en un árbol.
Naturalmente esa solo es la parte frontal del festival; lo que se puede apreciar a simple vista y que es imposible ignorar; sin embargo, su curaduría musical se caracteriza por reinventarse en cada edición para exhibir la fortaleza que necesita al ser el espacio que básicamente corta el listón de la temporada de festivales en el país, y esta vez no fue la excepción.
Este año pudimos encontrar expertos en el dancehall, hip hop, R&B, techno, italo disco y hasta reggeaton, con lo que una vez más el festival logró tener el equilibrio perfecto para hacer que la experiencia en Las Estacas resulte vital y consolidarse como toda una tradición anual.
Channel Tres y sus adictivos pasos de baile fueron el gancho perfecto para aventarnos una sesión musical de primera en el escenario principal, pues luego le siguió Goldlink y la mismísima Erykah Badu, quien por un momento nos sacó un susto al retrasar 45 minutos su presentación, pero una vez que hizo acto de presencia sobre el escenario pudimos ser testigos de uno de los actos que difícilmente imaginamos en nuestro país y, probablemente, esta haya sido la única oportunidad para hacerlo.
Bahidorá 2020 tuvo esa virtud, pues así como apareció una fuerte presencia latina comandada por Sotomayor, también tuvo nombres de culto como Erykah Badu, primicias como el nuevo show de Pantha Du Prince (elegancia pura), 4 horas de Theo Parrish, el colectivo de Onda Mundial y sets que te mantenían de pie hasta el amanecer en El Amate.
Otro de las primicias a destacar de esta edición, fue el b2b especial entre dos de las mejores productoras de nuestros tiempos: Avalon Emerson y JASSS, pues saliéndose un poco de la intensa línea experimental que suelen manejar en sus composiciones individuales, nos dieron un recorrido a través de jams electro que iban del house al techno con el juego de lásers que estaban colocados en el escenario (de hecho, fue el que tuvo más color).
Bahidorá es una experiencia que aunque puede parecer una travesia bastante pesada, la realidad es que cumple con su misión: expande nuestro pensamiento y nos invita a explorar sonidos que por lo regular no suelen desfilar en nuestras listas mientras nos damos un merecido tiempo para el chill.
Ya veremos qué sorpresas nos trae para 2021.