Fotos: Óscar Villanueva
Por: Felipe Corrales
James Blake cautivó a un público extasiado con una selección de canciones que evidenció su habilidad para fusionar lo íntimo con lo épico. Después de su presentación en AXE Ceremonia de este año, Blake dio su primer show en solitario en CDMX después de once años.
Desde los primeros acordes de «Life Round Here» quedó claro que no sería un concierto convencional, sino una experiencia donde su ensamble de músicos brilló al mismo nivel que él. Cada integrante aportó matices únicos, enriqueciendo las texturas electrónicas y las melodías emotivas que definen su obra.
El setlist fue un viaje emocional, destacando momentos como «The Limit to Your Love» y «Say What You Will», donde los arreglos instrumentales sonaron más orgánicos que nunca. El ensamble no solo cumplió, sino que elevó cada interpretación a niveles sublimes, especialmente en «Voyeur», donde la introducción de cada músico combinó destreza técnica y calidez, generando una conexión genuina con el público.
El momento más íntimo llegó con «Godspeed», una obra maestra recibida en un silencio reverencial que culminó en un estallido de aplausos. En contraste, la energía colectiva alcanzó su punto máximo con «Retrograde», donde la mezcla de percusión en vivo y capas vocales hizo vibrar cada rincón del recinto.
El encore fue el broche de oro: una delicada interpretación de «A Case of You», que resonó profundamente, seguida de «The Wilhelm Scream», que cerró la noche con una explosión de emoción. La conexión entre James Blake, su banda y el público fue tangible, como si cada nota tejiera un vínculo único e irrepetible. Una presentación que reafirma por qué Blake es un maestro del minimalismo y del impacto sonoro total.